Las pasarelas internacionales apuntan hacia un año dominado por tonos cálidos, tejidos ligeros y siluetas que reescriben la elegancia.
El 2026 se asoma con una estética que combina lo funcional con lo sensorial. Las pasarelas internacionales coincidieron en una misma dirección: prendas que fluyen, colores terrosos y materiales que acompañan el movimiento.
En Michael Kors, los tonos terracota fueron protagonistas. Prendas sastre de corte relajado, pantalones harem y blusas livianas mostraron una silueta que busca comodidad sin perder estructura. La idea es vestir sin esfuerzo, pero con un toque de sofisticación que se sostiene en los detalles.

Veronica Leoni, en su segunda colección para Calvin Klein, llevó esta visión más lejos con una propuesta dominada por la textura. Lino, algodón, seda y felpa se entrelazan en conjuntos monocromáticos que construyen una imagen pulida, precisa y sin estridencias.
En Coach, Stuart Vevers apostó por un aire más urbano y relajado. Piezas de efecto piel desgastada, chalecos largos con grandes bolsillos y faldas amplias definieron un estilo práctico, pero con carácter.

El debut de Demna en Gucci marcó un contraste interesante: abrigos llamativos en tonos intensos, conjuntos de cuero y vestidos con ribetes de pelo. Entre lo minimalista y lo barroco, la colección equilibra dos formas de entender la opulencia.

Prada y Raf Simons mostraron una visión más ligera: faldas con volumen, vestidos que dejan el abdomen al descubierto y minitops combinados con faldas midi. Una elegancia relajada, casi improvisada, que refleja el espíritu cambiante del momento.

