En el mundo de la medicina existen historias conmovedoras y ejemplares, y dentro de esa categoría se encuentra la que protagoniza Sergio Gallegos Castorena, quien es oncólogo pediatra en la clínica de leucemias del Nuevo Hospital Civil de Guadalajara y cuya trayectoria es una inspiradora mezcla de determinación, empatía y compromiso con la vida y la salud de los niños.
Originario de Guadalajara, Gallegos Castorena estuvo influenciado por las enseñanzas de su madre, quien le inculcó el valor de ayudar a los demás. Esta lección fue el germen que eventualmente florecería en su vocación médica.
“Desde muy pequeño, mi mamá siempre me decía que había que ayudar a las demás personas”, recuerda. Creciendo con esta filosofía, no fue sorprendente que surgiera en él un deseo de convertirse en médico.
Sin embargo, su camino hacia la medicina no fue sencillo. Mientras estudiaba en la preparatoria Cervantes Costa Rica en el área de biomédicas, su vida dio un vuelco drástico.
En enero de 1988 fue diagnosticado con cáncer. Lo que siguió fue una serie de cirugías y quimioterapias en un hospital en Houston, Texas, después de que los médicos en México le dijeran a su familia que sus posibilidades de supervivencia eran mínimas.
La lucha contra el cáncer: Determinación y vocación
La estancia en Houston no solo fue un período de tratamiento, sino también un momento de revelación. Fue allí donde Sergio Gallegos Castorena tomó la firme decisión de convertirse en oncólogo pediatra.
“Definitivamente quiero ser médico, y aunque la opinión puede cambiar con el tiempo, conforme uno va conociendo las cosas dije ‘Yo quiero ser un oncólogo pediatra’”, afirma. La diferencia en el pronóstico entre los médicos en México y los de Houston fue un factor crucial.
El primer médico que lo atendió en Houston le dijo: “Joven, es un problema que te puede quitar la vida, pero si nos das unos meses de tu vida, aquí curamos a más del 80 por ciento de los que están como tú”. Esta esperanza renovada no solo le dio fuerzas para luchar, sino que también alimentó su deseo de regresar a México y brindar el mismo nivel de esperanza a otros niños con cáncer.
“Claro que les doy los meses que necesiten porque quiero vivir y cuando viva quiero regresar para hacer todo lo posible porque en mi ciudad, en mi país, cuando una familia llegue con cáncer le puedan ofrecer, o le podamos ofrecer el mismo panorama de curación”, fue la promesa realizada por Gallegos Castorena.
Sanación a través de la alegría
Durante su tratamiento en Houston, el Dr. Gallegos Castorena encontró consuelo en las visitas de voluntarios, especialmente los payasos. Estos momentos de alegría en medio del sufrimiento le dejaron una impresión duradera. Decidió que, además de convertirse en oncólogo pediatra, llevaría esta alegría a los hospitales en su ciudad.
Al regresar a Guadalajara, comenzó a visitar el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde los sábados, disfrazado de payaso, contando chistes, haciendo trucos de magia y creando figuras con globos para alegrar a los niños hospitalizados.
Este voluntariado se extendió de 1989 a 1992, hasta que tuvo que interrumpirlo para continuar con su formación médica. Sin embargo, el impacto de esas visitas se mantuvo latente en su corazón.
Una nueva etapa
El payaso que tanto significó para él quedó en pausa hasta que un paciente suyo, Tomás, lo inspiró a revivir esa faceta. El niño, que iba a consultas de vigilancia, llegó vestido de payaso, diciendo que quería traer alegría a sus amigos hospitalizados.
Este gesto conmovió profundamente a Gallegos Castorena, quien decidió volver a disfrazarse para animar a sus pacientes. Desde entonces, cada festividad y ocasión especial se ha convertido en una oportunidad para disfrazarse y hacer más llevadera la experiencia de sus pequeños pacientes. Desde Santa Claus hasta futbolista, cada personaje ha traído un soplo de alegría y esperanza a los niños en tratamiento.
Magia y medicina
El enfoque de Sergio Gallegos Castorena en su práctica médica es singular. Combina su conocimiento médico con su habilidad para entretener y conectar con los niños, creando un ambiente donde el dolor y el miedo se ven atenuados por la risa y la magia. “La intención es hacer que tengan una consulta muy mágica, que se desplace ese dolor, ese tedio de una consulta oncológica por un momento mágico”, explica.
Su legado
Gallegos Castorena no solo ha transformado la vida de sus pacientes a través de su dedicación médica, sino también mediante su compromiso de hacer del tratamiento una experiencia menos dolorosa y más humana. Sus campañas de disfraces, que regalan vestimentas de princesas y superhéroes a los niños, son solo una muestra de cómo ha llevado su misión más allá de las paredes del hospital.
Hoy, su historia es un testimonio de resiliencia y amor por la vida. “Si yo regresara con el Sergio de hace 20 años, que ya era un oncólogo, le diría, mira, te traigo una foto en unos años, tú vas a estar disfrazado regalando disfraces de princesa a niñas”, reflexiona.
Cada día de trabajo es una fiesta, una celebración de la vida y la esperanza, y un recordatorio de que, con amor y dedicación, se pueden lograr cosas extraordinarias.
Frase:
“Todos tenemos un talento, nadie es tan mísero que no tenga ningún talento, si lo sacamos y lo ponemos al servicio de los demás, ese talento crece y se puede convertir en algo espectacular”.
Sergio Gallegos Castorena, Oncólogo pediatra
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