Por Andrés Guerrero López, politólogo y asesor de gobierno
Para nadie es un secreto que la muerte de Raúl Padilla, líder moral de la Universidad de Guadalajara, y la reaparición política de Arturo Zamora, han llamado la atención.
En la máxima casa de estudios de Jalisco cimbró, y fuerte, el deceso de su máximo líder. Raúl Padilla movía los hilos de la universidad de manera fáctica. El Licenciado, como era conocido, tenía mucho peso en la toma de decisiones. Los cargos honorarios que tenía en el Festival Internacional del Libro (FIL), así como su desarrollo en actividades culturales, le valían para estar dentro y formar parte del círculo principal.
Desde su gestión como rector, de 1989 a 1995, fue el encargado de dar orden y de crear la red universitaria, como se conocía hasta hace poco. El poder que fue encumbrando le valió para poner o quitar rectores que le fueran fieles o que sumaran a su proyecto, el famoso “Grupo Universidad”.
Su muerte, ocurrida el pasado 2 de abril, vino a reacomodar a la UdeG. La lucha, que desde hace años han entablado contra el gobierno del estado, en específico contra Enrique Alfaro, ha llegado a una tregua temporal mientras se discute el papel que jugará la universidad y qué rol quieren tener en la misma.
El “Grupo Universidad” deberá de replantarse quién será su líder y qué línea política querrán seguir. La UdeG, a través de su matrícula estudiantil y de sus académicos, representa un bastión y fuerza importante en Jalisco. A esto hay que sumarle a Hagamos, el partido político que desde 2021 forma parte de ellos. Una fuerza nada despreciable para aquellos actores o partidos que quieran asegurar resultados.
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El regreso de Zamora
Por otro lado, un personaje que de manera voluntaria decidió ausentarse de la vida política por tres años es Arturo Zamora. El político ha sido presidente municipal de Zapopan, diputado federal, senador de la República y secretario general de gobierno, entre otros cargos. Zamora, como es conocido públicamente, generó activos a lo largo de los años en su andar político, académico y profesional, que hoy son envidiados.
Las relaciones públicas con el empresariado de Jalisco, con las cúpulas empresariales, su cercanía con la UdeG, la amistad con actores políticos no solo del PRI, sino de otras fuerzas, así como su relación con personajes de talla nacional, hacen que su nombre suene y sea de interés para los partidos políticos más fuertes en el estado.
“Zamora decidió separarse de las filas tricolores el pasado 21 de marzo, argumentando que volvía a sus orígenes ciudadanos, aquellos que le dieron la confianza de la gente para ganar la elección por el gobierno de Zapopan en 2003. La renuncia provocó muchas especulaciones sobre su futuro inmediato“.
Fue relacionado con la casaca guinda de Morena, así como la naranja de Movimiento Ciudadano. Y justo en este momento, los partidos comienzan la temporada de fichajes que valgan la pena, pero que sobre todo aporten experiencia y confianza.
Arturo Zamora tiene en sus manos el poder de decidir libremente desde donde puede aportar. Ya lo ha manifestado en reiteradas ocasiones: si puede sumar desde un proyecto político; de igual manera, si suma no estando, también lo hará. Su experiencia, trayectoria y respeto lo ponen como un activo bastante atractivo para quien decida invitarlo.
En Jalisco, es verdaderamente importante decidir quién será el nuevo líder de la manada universitaria, quién será el león negro que guie su participación política de los próximos años. Pero también que pueda generar acuerdos que den tranquilidad no solo a la comunidad universitaria sino a la población en general. Por ello, lo que suceda de aquí a diciembre será de suma relevancia.
La reaparición pública y política de Zamora es para el análisis, su nombre es de los pocos que pueden generar tranquilidad a la población por su experiencia, trayectoria limpia y capacidad de generar acuerdos. Habrá que estar pendientes de donde puede sumar, pero sobre todo cómo puede hacerlo y desde cuál trinchera.
Bien dicen por ahí que la experiencia no se jubila.
