Federico Díaz, Consejo Consultivo de Expo Guadalajara
Los que tenemos el corazón tapatío, encontramos fascinantes todos los aspectos que definen nuestra identidad, aquellos que constituyen nuestra imagen y nos posicionan ante el mundo. ¿Y qué hay más jalisciense que el tequila?
Evitemos caer en el cliché. Sin embargo, no es un secreto para nadie que hay un aspecto interesante en todo lo que se ha erigido alrededor de la industria tequilera y, en especial, el impacto que tiene en nuestra cultura mexicana.
Lo cierto es que en esta ocasión no me quiero enfocar en los deleites de esta bebida, tampoco en el crecimiento de su industria, sino en las maravillas que ha alcanzado a nivel turístico para nuestra región.
Es imposible negar que el imperio que se ha construido en torno a una bebida, sus procesos y lo que representa para todo un país es una genialidad digna de admiración.
Los tapatíos recordamos que hace tan solo algunos años, visitar el municipio de Tequila era la joya de la corona para quienes tenían un viaje programado a Guadalajara. Se trataba de un paseo de recreación que perfeccionaba la experiencia de la visita tapatía.
Sin embargo, los tiempos han cambiado significativamente, ahora los viajes a Tequila no son un complemento, sino que representan todo un itinerario y la organización de un recorrido exclusivo.
¿Qué ha cambiado en estos años? Se ha perfeccionado el turismo de experiencias. A través de la Ruta del Paisaje Agavero, lanzada en 2006, se formó todo un complejo turístico constituido por hoteles restaurantes y tour operadoras.
El turismo de experiencias busca que la actividad de viajar esté dotada de significado y satisfacción, es decir, se promueve la comercialización de un intangible valioso y necesario para los viajeros. En esta iniciativa turística se entrelazan historia, tradición, paisajes asombrosos, y también la admiración hacia un proceso que engrandece la labor del cultivo de agave.
La Ruta del Paisaje Agavero, conformada por ocho municipios de la región Valles, ofrece distintos tipos de actividad turística; por un lado, se realiza turismo cultural, debido a que el trayecto y el paisaje son considerados un patrimonio natural de México.
Además, es un escenario de agroturismo debido a las actividades de campo en las que podemos descubrir y profundizar en distintos aspectos del cultivo del tequila y las peculiaridades del estilo de vida rural.
El turismo de reuniones también forma parte de este ecosistema pues, en los últimos años, gran cantidad de citas de negocios y juntas corporativas se llevan a cabo en hoteles de esta zona, disfrutando de la gastronomía, la cercanía a la metrópoli y los espacios de reunión.
También es un destino ideal para las bodas y los eventos sociales en general, cada vez más personas están considerando las casonas y hoteles para celebrar sus eventos. Y ni hablar de las bondades del turismo de aventuras, así como el de descanso y de placer.
En su conjunto, la experiencia turística es integral, el destino recibe a más de un millón de visitantes al año y cuenta con un importante sello, el Distintivo TT (Tequila-Turístico) que certifica a artesanos y prestadores de servicios en un alto nivel de calidad para que los turistas tengan la tranquilidad de que visitan un lugar que cuenta con buenas prácticas de turismo.
Las experiencias son el mejor atributo de esta actividad que da cátedra turística, no solo en nuestra región, sino a nivel nacional e internacional.
La Ruta del Paisaje Agavero se ha consolidado durante 17 años como parte fundamental de los destinos turísticos del Estado y gracias a ella, los jaliscienses tenemos un motivo más de orgullo. Tequila siempre es un buen plan.
