Hablar de hiperrealismo en México es hacerlo de Juan Carlos Manjarrez. Con más de dos décadas dedicadas a la pintura, su obra es reconocida de manera inmediata por coleccionistas y entusiastas. El pintor, que desarrolla su plástica desde Guadalajara, busca trascender fronteras y que sus cuadros puedan llegar a más público.
El artista señala que su trabajo es buscado gracias al boca a boca, ya que toda su producción se vende por anticipado y no suele tener presencia en galerías. “Después de 20 años tengo un mercado muy constante y hoy por primera vez tengo una pieza expuesta en una galería en Plaza de Lucca y ha sido una locura porque nunca hay donde las vean. Las personas que han visto mis obras es porque las tiene un coleccionista, no hay piezas porque termino y la entrego”.
Y pone como ejemplo el caso del exfutbolista Rafael Márquez, quien lo buscó debido “que vio un cuadro en el departamento de Miami de Alexis Elías; todo ha sido porque vieron una pieza mía. Casi no expongo ni me publicito. La última exposición que tuve fue en el Museo Casa Diego Rivera, antes de eso estuve en el Felipe Santiago Gutiérrez, en Toluca”.
Su apuesta ahora es que sus obras se conozcan en el mercado global, y que casas de subastas y galerías comiencen a incluirlo en sus catálogos. “Si bien tengo compradores en Estados Unidos, en Europa, en Sudamérica, son personas que vieron las piezas y me buscaron. El mercado global aún no me conoce, aunque en el hiperrealismo sí”.
Su plan está trazado de manera muy clara y ya ha comenzado a trabajar en ello. “En febrero próximo, en la subasta de arte contemporáneo de la Casa Morton, saldrá una pieza mía. Ese es el proceso: que me conozcan las grandes galerías, las que tienen una promoción de pocos artistas. La apuesta es esa: que el mercado nos abra a subastas y que se sumen las galerías”.
Juan Carlos Manjarrez es un obsesivo de la plástica. Con jornadas laborales de más de 12 horas, su producción no cesa y su técnica está perfeccionada al grado de producir más de 80 cuadros al año de gran formato.
“Trabajo todos los días del año. Trabajo mucho y duermo poco; estoy casi al 100 en el estudio. Además, ya domino lo que hago. Cuando empecé con el blanco y negro, en el 2000, pasé de hacer cuatro piezas al mes a hacer las más posibles. Dejé de fumar porque me quitaba tiempo. También metí aditivos para que el secado fuera más rápido; saqué los distractores”.
Con ese ritmo, ahora mira al futuro y al mercado del arte en el país y el mundo. “Al día de hoy, desde hace 20 años, hemos vendido mil 800 piezas. Sigo trabajando porque veo que hay un mercado muy grande de hiperrealismo y hay muy pocos hiperrealistas en México. Traigo proyectos para exponer en ferias de arte den Shanghái, en Tokio; quiero incursionar en el mercado asiático porque demanda mucha obra hiperrealista”.
El artista también apoya a fundaciones sociales por medio de su obra. Cada año dona un promedio de siete piezas a proyectos como el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón; al Organismo de Nutrición Infantil; Unidos, que ayudan a la integración social de niños con síndrome de Down.
“Aquí vas a contracorriente; me doy cuenta que al mercado le gusta y demanda hiperrealismo. La realidad es que la mayoría de los artistas no son hiperrealistas y entonces atacan mucho al concepto. La opinión de cualquier artista amigo de coleccionistas sí pesa; y ya la gente que vino aquí es porque ya pasó todos los filtros. La gente busca un Manjarrez y aunque no tengo obra disponible, yo todo el tiempo estoy trabajando en sesiones de fotos que me interesa trabajar. De eso hago mi archivo y sobre eso voy trabajando; así cuando llega un cliente y me pregunta si hay obra les respondo que físicamente nada, pero tengo cuatro o cinco piezas por hacer. Así me piden la que les atraiga porque saben que mi trabajo es nítido”.