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septiembre 2, 2024

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Charla con el hombre que buscó a Lorca, Ian Gibson – Primer encuentro

Gibson es en este siglo, uno de los últimos bastiones de conocimiento de toda una era.

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A través de su incansable búsqueda de la verdad sobre Federico García Lorca, Ian Gibson, a sus 85 años, parece irse encontrando poco a poco a sí mismo.

Esto lo revela su último libro “Un carmen en Granada” y varias conversaciones que sostuvimos en Madrid el pasado mes de abril: una de ellas en Lavapiés y otra en el legendario Círculo de Bellas Artes de donde él es miembro.

Aprovecho este espacio literario para compartir un poco -porque es apenas un atisbo- de las palabras, legado, trabajo y figura del hispanista irlandés, quien se nacionalizó español gracias a su pasión por la Península y por el encuentro con verdades fundamentales descubiertas a través del estudio de figuras primigenias como Rubén Darío, Antonio Machado, Salvador Dalí -a quien por supuesto, conoció- y al grandísimo poeta García Lorca.

Es difícil acotar una trayectoria tan singular. Gibson es en este siglo, uno de los últimos bastiones de conocimiento de toda una era. Hablar con él es un agasajo, es apasionado y habla del tiempo y la memoria, utilizando -como en su último e-mail- la palabra “espanto”.

Si comenzáramos a abordar su trabajo, podríamos mencionar su última y más personal publicación: “Un carmen en Granada”, libro de memorias y obra ganadora del XXV Premio Comillas de Memorias, otorgado por Tusquets.
En él relata su vida familiar en un núcleo metodista en Dublín, Irlanda, así como su dura formación en un entorno religioso, su llegada a Granada en 1965 y el decisivo encuentro con la figura de García Lorca, por mera casualidad, en una librería de ocasión.

Al leer el “Romance de la luna, luna”, dijo al iniciar la charla, “sentí una sacudida telúrica”. Tiempo después el joven Gibson comenzó a profundizar en “Poeta en Nueva York”, un libro de corte surrealista que, dicho por el poeta Luis Rosales en 1980, era ya una obra de plena madurez de Lorca.

Ahí es donde Ian encuentra su vocación, lo demás ha sido historia: “Cuando salió mi biografía sobre Lorca, nadie se había atrevido a mencionar la homosexualidad del poeta, nadie se atrevía a decir nada porque la familia les cerraba los archivos (…), yo sí puse el aspecto de la homosexualidad porque reconocí el sufrimiento y el rechazo”.

En “Un carmen en Granada” el autor escribe sobre su hermano mayor a quien descubren gay: “era entrañable y sufrió muchísimo”. Para el 2009, el irlandés publicaba también una obra necesaria, “Lorca y el mundo gay”, y para el 2004, “Lorca y Dalí, el amor que no pudo ser”.

Durante nuestros encuentros en Madrid fue ineludible pensar en ese pasado imaginario, donde Lorca sí hubiera tomado la decisión de venir a México en 1936, correspondiendo a lo señalado por el también historiador Miguel Capistrán: que el poeta estaba a punto de tomar un barco para llegar a Bellas Artes donde lo esperaba Margarita Xirgú.  Lo demás es la tragedia.

El 16 de agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil Española, el escritor es detenido en casa de su amigo falangista Luis Rosales; según su investigación y la versión de la Fundación García Lorca, el poeta fue asesinado al amanecer del 18 de agosto en total secreto. Desde entonces el autor de “Bodas de Sangre” y “La casa de Bernarda Alba” sigue desaparecido.

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Los lectores, el público, los de a pie, sabrán de la grandeza de su obra, tanto por sus propias lecturas o por las historias heredadas de otros, pero poco se sabe del profundo silencio que sobrevino después de su muerte, un silencio histórico -luego de la bravuconería de sus captores, que merece capítulo aparte- además del exilio permanente de la familia: su padre está enterrado en la ciudad de Manhattan y su madre, en Madrid, ya que nunca quiso volver a Granada.

La obra del poeta chileno Pablo Neruda, después de la Guerra Civil Española, cambió de manera profunda. En palabras del autor de “Confieso que he vivido”, el asesinato del poeta fue “el símbolo de la agresión contra la República, contra la cultura y contra el pueblo”.

En 1937, Neruda, durante un homenaje a Lorca en París, señalaba: “No olvidaremos ni perdonaremos nunca el asesinato de quien consideramos el más grande entre nosotros, el ángel de este momento de nuestra lengua”.

Neruda (1904-1973) escribió “España en el corazón” y en 1954, en conferencia, decía:

“Mi último recuerdo de Federico García Lorca son los Sonetos del Amor Herido o de un título semejante que me leyó en la casa de Manuel Altolaguirre, antes de partir a Granada.No quería que nadie los oyera más que yo. Por eso nos fuimos a un rincón apartado. Allí me los dijo en susurro. Me parecieron unos sonetos repletos de racimos maduros. ¿Qué harían con ellos?”.

A casi 50 años de la muerte del granadino, en 1983, los “Sonetos del Amor Oscuro” -renombrados así por el poeta Vicente Aleixandre- vieron la luz luego de una historia digna de novela que contaré más adelante y que además, creo, debe recuperarse.

Diseño de escenario de Matías Gorlero y la videoasta Miriam Romero para el trabajo “Lorca: el futuro inacabado”, dirigido por Dolores Tapia.

La repercusión de la obra de Federico García Lorca y su abrupta muerte provocaron que su figura y su obra tomaran dimensiones enormes en España de manera secreta debido a la censura, pero sobre todo, en América. Así lo dijo el poeta Luis Rosales (1910-1992), su vecino en Granada: “cuando Federico muere, él ya era un grande, con una obra en plena madurez, lo único que le dio la muerte fue la universalidad y hasta eso le quisieron quitar”.

En “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca” (1998), Ian Gibson señala la ubicación aproximada de las fosas clandestinas en Granada, el camino entre Viznar y Alfacar, cerca de donde hoy existe un parque que lleva su nombre. ¿Por qué seguir buscándolo?, le pregunto. “Porque es el desaparecido más amado y llorado, porque los representa a todos, porque él siempre estuvo del lado de los que sufren”, dijo. Y es verdad.

El pasado mes de agosto se cumplieron 88 años de la muerte del poeta, acontecimiento que sigue siendo un misterio, sin embargo, la obra de García Lorca arroja luz sobre los tiempos actuales: es la paradoja de las tragedias, cimbran el espíritu humano para enfrentarnos a la verdad.

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