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noviembre 22, 2024

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Atacando las violencias desde la raíz

Por

Por Paola Lazo Corvera
Asesora de Género

El entorno cotidiano en que vivimos parece formar parte de una espiral de violencia difícil de detener. Si bien, no podemos negar la responsabilidad del Estado, que tiene la obligación de garantizar la seguridad y protección de los ciudadanos, tampoco podemos (ni debemos) esperar que sea sólo el gobierno quien actúe eficientemente y respete los derechos humanos. Cada uno/a podemos convivir y relacionarnos buscando disminuir y erradicar las violencias.

Johan Galtung (1969,2003) estudioso de las violencias y la Educación para la Paz, sostiene que éstas se configuran en una relación triangular; en la cima, está la violencia directa: acciones y comportamientos que visiblemente vulneran la integridad física de las personas. Es aquella violencia palpable que enfrentamos día a día. En la base del triángulo, se encuentran la violencia cultural: los valores, creencias, tradiciones, costumbres y actitudes de las personas que son vistas como parte “normal” de la cultura; y la violencia estructural: las instituciones sociales que no reconocen ni garantizan derechos y oportunidades, ni permiten la satisfacción de necesidades. Ambos tipos de violencia son invisibles, y por ello difíciles de reconocer y transformar.

Galtung explica que, si sólo atendemos los casos de violencia directa, será imposible acabar con ella. Necesitamos revisar la manera en que nos tratamos unos a otros en todos los ámbitos y espacios de nuestra vida, y transformar cualquier actitud o comportamiento que humille, agreda o violente, en cualquier momento y ocasión. Sólo así podremos construir relaciones amables y respetuosas con todas las personas. Se trata de reconocer y visibilizar todo tipo de violencia, por más sutil que sea, cambiándola por un buen trato, que nos haga sentir bien y en dignidad. Erradicar la violencia depende de ti, de mí y de todos/as. ¡Cambiémosla desde la raíz!


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