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abril 13, 2025

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Ani Navarro: Una historia de sincronía

Desde un modesto consultorio hasta la creación de Centro Ananda, Ani Navarro ha construido una comunidad que la sigue con devoción; su historia es un recordatorio de que los errores pueden ser los mejores maestros

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Ani Navarro, la fundadora de Centro Ananda

Ani Navarro es una mujer que ha tejido su vida con intuición, paciencia y una curiosidad insaciable. Lo que comenzó como un pequeño consultorio de nutrición en el salón de belleza de una tía, hoy es Centro Ananda, un espacio que combina terapia, talleres, viajes transformadores y una comunidad sólida que la acompaña en sus aventuras. Su historia no es la de una planificación meticulosa, sino la de alguien que supo escuchar las señales del camino y, sobre todo, las de su propio corazón.

“Nunca pensé que llegaría a esto”, confiesa Ani con una sonrisa que delata tanto gratitud como asombro. Hace más de dos décadas, recién graduada como nutrióloga clínica, comenzó a atender pacientes en un rincón improvisado, separado por una cortina en el salón de su tía. “Puse una velita, una báscula y así empecé”, recuerda.

Hoy, Centro Ananda es un espacio que combina terapia, talleres, viajes y una comunidad sólida
Hoy, Centro Ananda es un espacio que combina terapia, talleres, viajes y una comunidad sólida

Pero pronto se dio cuenta de que la nutrición no era suficiente. “Los pacientes llegaban con anorexia, bulimia, dismorfia… y yo no tenía herramientas para ayudarlos emocionalmente”. Fue entonces cuando decidió estudiar desarrollo humano, luego medicinas alternativas, y finalmente una maestría en psicología transpersonal. “Fue como un match perfecto”, dice.

Centro Ananda no fue un proyecto premeditado, sino el resultado de una evolución orgánica. “Todo fue como el burro que tocó la flauta”, bromea. Lo que comenzó como un consultorio de nutrición se transformó en un espacio donde la salud emocional y espiritual cobraron protagonismo. Hoy, Ani atiende a unas 50 personas a la semana, ofrece talleres, conferencias y viajes que combinan introspección y aventura. “La confianza de la gente es el mejor regalo que he recibido”, afirma.

Familia, plumas y comunidad

Pero no todo ha sido un camino de rosas. Ani reconoce que su mejor error fue no escuchar su intuición en ciertos momentos. “Hubo veces que sabía que algo no era para mí, pero seguí adelante. Esos errores me enseñaron a volver a mí misma”, confiesa. Sin embargo, también hay cosas que no cambiaría. “Me casé muy joven, pero ese ‘error’ me dio a Paula y Sebastián, mis hijos. Volvería a cometerlo mil veces por tenerlos”, dice con una sonrisa que delata el amor incondicional que siente por ellos.

Paula y Sebastián no solo son su familia, sino también parte fundamental de Centro Ananda. “Siempre los he involucrado”, cuenta. Desde pequeños, ayudaban en el consultorio, repartían materiales e incluso acompañaban a su madre en los viajes. “Son mi staff más antiguo”, bromea. Hoy, ya adultos, siguen siendo parte activa de su vida y su trabajo.

Un elemento curioso en la vida de Ani son las plumas. “No sé por qué, pero me encuentro plumas en los lugares más inesperados”, dice. En un aeropuerto, en un avión, incluso dentro de una bolsa nueva. “Para mí, son una señal de que todo está bien”, explica. Aunque no tiene una explicación lógica, las plumas se han convertido en un símbolo de protección y guía en su vida.

Un viaje que hace comunidad

Uno de los pilares de su trabajo son los viajes que organiza, especialmente el Camino de Santiago. “Fui sola la primera vez, en 2011, buscando encontrarme a mí misma”, relata. Aquel viaje no solo le ayudó a tomar la decisión importante en su vida, sino que también marcó el inicio de una nueva etapa. “Fue revelador”, dice. Desde 2018, ha llevado a más de 200 personas a recorrer el Camino, y cada viaje es una experiencia profunda.

Centro Ananda es un lugar donde las personas encuentran herramientas para sanar
Centro Ananda es un lugar donde las personas encuentran herramientas para sanar

Ani no solo ha construido un centro, sino una comunidad. “Creo mucho en formar tribus”, dice. Sus pacientes no son solo eso, muchos se han convertido en amigos entrañables. “Ya no somos terapeuta y paciente, somos compañeros de vida”, afirma. Esta conexión se refleja en los viajes que organiza, donde la gente no solo descubre nuevos lugares, sino también partes de sí misma. “Es increíble ver cómo se forman lazos entre ellos”, comenta.

Centro Ananda

La historia comienza en un aeropuerto, un lugar que parece ser testigo de momentos cruciales en la vida de Ani. “Estábamos con mis hijos, Paula y Sebastián, y nos encontramos a un chavo de India que estaba perdido”, relata. El joven, nervioso por ser su primera vez fuera de su país, se acercó a Ani en busca de ayuda. Durante la conversación, el chico mencionó que su nombre era Ananda.

“Me platicó que ‘Ananda’ significa ‘felicidad suprema’ o ‘alegría del ser’, en sánscrito”. La palabra resonó en ella. “Me encantó. Dije: ‘Si en algún momento llega a ser un centro, que se llame Ananda’”.

Hoy, Centro Ananda es mucho más que un consultorio o un espacio de terapia. Es un lugar donde las personas encuentran herramientas para sanar, crecer y conectarse consigo mismas y con los demás. “Nunca me senté a planear todo esto”, confiesa Ani. “Simplemente hice lo necesario en cada momento”.

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