César Tovar
“High on a hill, it calls to me”. La voz profunda de Tony Bennett se esparce en el aire de una ciudad que se convirtió en la querencia tanto del famoso cantante, como de millones que han pasado por aquí, ya sea para no irse jamás, o, al menos, para recorrerla por unos días y quedarse prendados de una urbe que cobija a aquellos que saben quererla.
San Francisco no es una ciudad más de Estados Unidos, ni siquiera lo es de California, porque su cosmopolitismo tiene un aura a pequeño pueblo, donde confluyen nacionalidades diversas, que aportan un color único. Pervive como un páramo de libertad ideológica y humana.
Se sabe que el Golden Gate es el icono indiscutible: el puente es una de las mayores obras de ingeniería de la historia. Pero San Francisco es mucho más, es talento, es virtud, es riesgo, es cercanía.
Y hoy, gracias a United Airlines, los viajeros del noreste pueden visitarla en un vuelo directo que coloca a Monterrey como un puerto clave para la costa oeste de los Estados Unidos. En menos de cuatro horas, el pasajero pisa el Aeropuerto Internacional del puerto californiano.
Si el viajero local desea vivir la experiencia de la otrora misión religiosa, basta revisar las frecuencias de la aerolínea. No habrá arrepentimientos.
Pero, más allá del Golden Gate, incluso de la famosa prisión de Alcatraz, construida en 1910 y cerrada en 1963, o de los titánicos eventos deportivos que pueden disfrutarse con los Gigantes (MLB) y Los Warriors (NBA), San Francisco ofrece experiencias, unas sublimes y otras que reconfortan el alma.
Calles que abrazan
Caminar. Sentirse libre de nuevo, sin prisas, sin dudas en la cabeza, es posible en los barrios de San Francisco, que no sólo esconden -en una calle sí y en otra también- joyas arquitectónicas, bellas casas construidas con estilo victoriano que remontan a épocas tan bravas como bohemias.
Allí, entre grandes álamos que sombrean banquetas anchas, es posible caminar con pausa entre la admiración de calles empinadas que producen postales espectaculares. En San Francisco, hasta el cielo es cálido.
Un tema obligado está en adquirir el pase diario para el transporte público (red Muni) y subirse a los tranvías, autobuses y trolebuses; se trata de vehículos antiguos, sí, pero en perfectas condiciones, que brindan una experiencia singular por la nostalgia que emana de sus vías.
Majestuoso verde
Álamo Square es un gran parque, limpio con portentosos árboles y con una vista espectacular: quizá la más reconocida y buscada por los viajeros. Se trata de “The Painted Ladies”, siete casas de estilo victoriano que han sido escenario en relevantes series de televisión y películas.
Esta vista, con un café y, quizá un buen libro, nos coloca en un estado cercano a la perfección. Y si lo tuyo son los parques o las grandes extensiones de espacios públicos icónicos, una visita infaltable es “The Presidio”, un antiguo campo militar que paró en manos de la ciudad nuevamente.
Además de extensiones de campos verdes, restaurantes y coquetos cafés, “Presidio” alberga el Museo de la Familia de Walt Disney, un homenaje obligado para los fanáticos de uno de los personajes más icónicos de California.
Explosión del paladar
No se entiende una gran ciudad sin una oferta gastronómica de nivel, diversa, potente, pero sin perder el tinte regional, el producto fresco, la paciencia de los chefs que acuden diariamente a adquirir sus insumos a los mercados locales.
Para desayunar, San Francisco ofrece una variedad muy relevante, donde el brunch es el rey. El viajero puede acercarse a Early to Rise, un pequeño feudo comandado por el chef Andrew McCormack, donde solo vas a desear más espacio para completar una experiencia similar a los años verdes en que llegabas a casa de tu abuela.
También está el restaurante del mítico hotel St Regis, que, aunado a su lujoso ambiente y mobiliario, te brinda la oportunidad de probar un menú pequeño, pero de muchos quilates, donde la trufa reina merecidamente.
Y para cerrar con broche de oro: comer o cenar en Café Zoetrope -propiedad de Francis Ford Coppola, uno de los directores y productores de cine más apreciados- no tiene pérdida, pues además de la comida de alta gama, el ambiente y la iconografía es imperdible, en los límites de los coloridos barrios chino e italiano.
Espectacular
Abrir la agenda para acudir al Club Fugazi resulta indispensable. Se trata de un espectáculo circense y de baile realizado por artistas locales de enorme nivel, que con su energía y capacidad de reinventarse, logran un show que no tiene desperdicio.
El Fugazi es un recinto con más de 100 años de historia, que a la fecha sigue haciendo honor a un nombre que ha pasado por la boca de príncipes, reyes, grandes millonarios y turistas que buscan atestiguar la plasticidad y la elegancia de la juventud californiana.