Por Fernando González
Eventualmente algún familiar del PLAYER del Ayer domina el buen escribir y al darme los datos biográficos lo hace ya de manera pulcra; tal es el caso de mi amigo Carlos Gregorio Ramírez Hernández, al que cedo la autoría de la historia de su padre:
El Doctor Carlos Ramírez Valdés nació en Torreón el 11 de enero de 1930. Hijo de Gregorio Ramírez Guzmán y Olalla Valdés Valdés. Tuvo 13 hermanos, habiendo sido el séptimo. El mayor de sus hermanos fue el Doctor Gregorio, Gastroenterólogo, y quien lo inspiró a seguir la carrera de Medicina. Vivió en una familia lagunera, numerosa, que desde sus orígenes lo formó en el trabajo y los valores humanos.
Estudió en la Facultad de Medicina de la UNAM, graduándose en agosto de 1953. En 1954 estudió su especialidad en Anatomía Patológica y Patología Clínica en las ciudades de Filadelfia en Pennsylvania, así como en Cleveland, Ohio. Regresó a México en 1961, y ocupó la Dirección del Departamento de Anatomía Patológica en el Hospital Infantil Beatriz Velasco de Alemán, en Torreón. Invitado a formar parte de la Clínica Centro Médico, SA de CV, inició su ejercicio privado como Patólogo.
Promotor de la investigación y de trabajos relacionados con la patología clínica, también se involucró en la enseñanza, impartiendo la cátedra de Fisiología Humana en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coahuila en Torreón, a partir de 1961.
El 27 de agosto de 1965 contrajo matrimonio con Luz Elena Hernández Salcido, formando una familia de cuatro hijos: Luz Elena, Carlos Gregorio, Ana Catalina y Oswaldo David, quienes le dieron 12 nietos.
Con un deseo de superación y trabajo incansable, participó con éxito en la jefatura de enseñanza e investigación, tanto en la Clínica 16 como en la 71 del IMSS en Torreón de 1975 a 1981 y de 1987 a 1989. Asimismo fue invitado como profesor de Patología en la Facultad de Odontología de la Universidad Autónoma de Coahuila en nuestra ciudad, de la que fue Secretario Académico en 1994. En 1995 participó como candidato a Director de la Facultad de Medicina de la UA de C, resultando electo para el periodo 1996-1999, etapa en que distinguió a la Facultad al lograr su certificación por su alta calidad en los estudios.
Aficionado al escultismo, actividad que heredó de su padre por tener relación con los Scouts de México, y entusiasta lector de historia universal y de México. Gran parte de su vida la dedicó a la superación de sus alumnos, a quienes orientaba y capacitaba para la presentación del examen de selección nacional de residencia. Fue objeto de diversos reconocimientos por generaciones de estudiantes que lo recuerdan por su carácter fuerte y su espíritu de lucha, su entrega a la docencia y su dedicación a la profesión, así como por los cuidados y atención que brindó a su familia.
Hoy, en la Facultad de Medicina de la UA de C, un aula lleva su nombre, honor que en vida le confirieron por ser en esos espacios donde entregó más de 45 años a la cátedra. En sus actividades privadas destacó en el ejercicio profesional de su laboratorio, en el cual atendió miles de exámenes patológicos contribuyendo a diagnosticar correctamente las enfermedades que aquejaban a los pacientes.
Fue un académico fuera de serie, a quien identificaron como “El Hueso”, dicen unos que por su figura delgada en su juventud y otros porque era muy “duro de roer”. Falleció el 11 de diciembre de 2012, a los 82 años. Al final de sus días se encontraba retirado de la actividad profesional y docente, pero perenne en la mente y el corazón de muchas generaciones de estudiantes, ahora médicos, que lo recuerdan con agradecimiento, respeto, afecto y cariño.