Con 20 años de edad Samuel Anaya Dutoit es un joven que lleva una significativa trayectoria como triatleta, ha participado en importantes competencias a nivel mundial y está decidido a darle continuidad a este deporte de forma profesional.
Su historia en el área deportiva comenzó a los seis años, cuando sus papás lo motivaron a acudir a entrenamientos de triatlón de manera recreativa, le gustó tanto que a los 12 ya formaba parte del equipo Tricúspide al cual sigue perteneciendo hasta el momento.
Recuerda que salía de la escuela y por la tarde no faltaba a sus sesiones, pues estaba realmente interesado en mejorar sus tiempos.
“Me motiva que cada vez bajo más mis tiempos y como el equipo está creciendo también, hay gente que me marca un paso, los entrenamientos no son solitarios entonces no se hacen aburridos”.
Su familia no practica triatlón como tal, aunque su mamá corre y su papá gusta de andar en bicicleta de montaña, mientras que su hermana optó por practicar equitación algún tiempo. Es un convencido de que el deporte que tanto le apasiona trae consigo grandes beneficios que van más allá de lo físico, como la adquisición de valores, los que considera más importantes son la honestidad y constancia.
“Te ayuda a sentar cabeza en todos los aspectos de tu vida, con tu familia: la honestidad por ejemplo la ves en las competencias al no hacer trampa y esto lo transformas a la vida, a lo que haces”.
El triatlón se ha convertido en un estilo de vida para Samuel Anaya, representa una faceta muy importante, ya que se encuentra preparándose para debutar el próximo año como triatleta profesional; sin embargo, tiene contemplado continuar con sus estudios en Ingeniería Industrial.
La duración de sus entrenamientos varía, pues hay días en que solo lo hace una hora y otros a los que destina cinco horas, pero en promedio son de dos a tres horas. Cinco veces a la semana se concentra en natación y atletismo, mientras que tres se dedica a rodar.
Ser un joven tan disciplinado en lo deportivo lo ha llevado a privarse de muchas cosas, un ejemplo de lo que ha tenido que sacrificar es salir de fiesta hasta tarde porque tiene entrenamiento al día siguiente temprano o hay veces en las que prefiere no salir.
Confiesa que de las tres disciplinas que integran al triatlón, la natación ha sido la que más le ha costado trabajo, por eso desde hace poco más de cinco meses ha buscado incrementar su nivel.
“Los tiempos en carrera y bici son los que mejor tengo, de hecho en duatlón ya puedo soportar un ritmo como los profesionales pero en triatlón lo que me falta es la natación”.
Considera que para ser un triatleta élite es necesaria mucha constancia y enfocarse completamente al deporte sin descuidar otras áreas de la vida, como en su caso la universidad.
“Muchos me dicen ‘es muy difícil’. No es tanto lo difícil, es con que vayas, entrenes y ya, no es tanto como: este día me voy a entrenar ocho horas y voy a nadar siete kilómetros, no”.
El 2017 ha sido el año de Samuel al participar en diferentes competencias sobre todo aquellas que representen un verdadero reto para él. La más representativa fue el Mundial de Triatlón en Rotterdam, el que considera su mejor tiempo, al recorrer 10 kilómetros en 34 minutos a pesar de las bajas temperaturas.
“Mi experiencia ahí fue increíble, me encontré con los mejores del mundo: con Mario Mola que fue el campeón de esa temporada, te emocionas mucho más. Además de viajar a otro país, es competir representando a México, es un sueño que todos tenemos”.
Asimismo, recientemente obtuvo su pase al Mundial de Triatlón en Gold Coast, Australia, que se llevará a cabo en septiembre del 2018.
