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noviembre 22, 2024

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Óscar Argumedo González

Por

Óscar Argumedo González, jamás imaginó que se dedicaría a la música.

Sin embargo el destino lo llevó por este camino en el que encontró su vocación: tocar el contrabajo y persuadir a más personas para que se interesen por el arte.

El maestro Argumedo inició sus estudios musicales en el programa Coros y Orquestas de México, con la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil Teocuicani de la Delegación Tláhuac, en la Ciudad de México.

Se dedicó a la música porque fue la música quien lo encontró primero y aprendió a apreciar la estética de lo que es capaz de crear el ser humano.

“Me di cuenta que tenía un poquito de facilidad al tocar, al dirigir a la orquesta y de poder liderar espíritu y alma de niños y profesionales. Es por eso que me dedico a esto y creo que no lo voy a dejar de hacer porque es verme reflejado como público o como niño”.

Sus inicios, dice, no fueron fáciles, pues provenía de una familia humilde, trabajaba con su abuelo como ayudante de albañil.

“No fue fácil, inicié en una orquesta comunitaria y no había todas las herramientas que se necesitan para estudiar música. El problema económico no me quebrantó sino que ayudó a darme cuenta que se podía poco a poco”.

El maestro Argumedo desde 2009 a la fecha ingresa como Director general y Maestro de Contrabajo al proyecto Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil Imagina, en León.

A partir de 2013 inició la creación del Sistema Comunitario Musical Bajío, siendo el Coordinador General, donde se atiende a más de 600 niños en el Estado de Guanajuato, donde el sentido es transformar la mentalidad de los niños, su misión y visión, aportar a su comunidad y hacerlos crecer.

Su trabajo como Director se enfoca en dirigir las orquestas y guiar la parte pedagógica, de trabajo social, musical y capacitación para maestros. Además gestiona recursos con asociaciones civiles y gobierno.

Los elementos con los que trabaja Óscar Argumedo son la convicción, aspecto fundamental ya que a veces como sociedad nos olvidamos de nosotros y de que existen los demás para crear comunidad.

Definió su trabajo como libre, soñador y creyente en la gente. Libre porque mientras toca o dirige una orquesta de niños, construye y eso lleva a crear; soñar es pensar que toda la gente va a lograr comprender para lo que estamos aquí: apreciarnos los unos a los otros.

Esta habilidad que tiene el maestro de tocar el contrabajo le ha otorgado becas por parte del FONCA y lo ha motivado a preparase con los mejores en el mundo, por lo que ha tenido la oportunidad de conocer los cinco continentes y presentarse en las más importantes salas de conciertos.

Sin embargo no solo ha sido testigo de la belleza del planeta, la diversidad de sus culturas y lo majestuoso de los grandes auditorios, también se ha encontrado con los polos opuestos, la marginación, la pobreza y la carencia del arte.

“He visitado todos los continentes en giras de conciertos o becas y me ha abierto la mente para conocer muchas culturas. Por el otro lado la música me ha llevado a los polígonos desatendidos, a ver la misma necesidad de querer ser atendidos, llámese europeos o mexicanos, me ha llevado a darme cuenta que el arte en todos lados hace falta”.

Ejemplo de ello es el coro de niños inmigrantes que construyó en Italia, donde los pequeños refugiados de diversos países afectados por su situación política y económica lograron cantar en salas de conciertos impresionantes con el fin de aprender el idioma italiano a través de la música.

Ha sido gracias a experiencias como ésta y a la que tuvo a los 17 años cuando dio su primer concierto, en Bellas Artes, que se ha dado cuenta que ser músico significa todo en su vida porque le enseñó a existir, respirar, pensar y soñar.

“La música me enseñó que hay esperanza así que no hay nada mas difícil que esforzarte. Por eso creo que la música es la verdad absoluta. Siempre hay un reto nuevo y tienes que trabajar”.

Como objetivos compartió buscar más alianzas para que crezca el proyecto Bajío donde está como Coordinador, conseguir alianzas para el mediano plazo y crear no solo un sistema de orquestas sino de todas las artes. Como músico seguir estudiando para continuar transmitiendo un poco de la facilidad que tiene de enganchar a la gente con el arte.

“Más que ser músico, ser un misionero del arte”.

El reconocimiento más importante, narró, es cuando la gente de las comunidades o la gente de los teatros al final le dice ¡qué bonito tocó usted! ¡qué bonito estuvo su concierto! Para él significa que sí les ha tocado el alma.

El maestro Argumedo, quien ha sido integrante de diferentes orquestas sinfónicas del país, como la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Ciudad de México, Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México, Orquesta Sinfónica de la Universidad del Estado de Hidalgo, Orquesta Sinfónica del Estado de México y Orquesta Filarmónica de Acapulco, actualmente se desempeña como principal de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.

Óscar Argumedo González, jamás imaginó que se dedicaría a la música.

Sin embargo el destino lo llevó por este camino en el que encontró su vocación: tocar el contrabajo y persuadir a más personas para que se interesen por el arte.

El maestro Argumedo inició sus estudios musicales en el programa Coros y Orquestas de México, con la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil Teocuicani de la Delegación Tláhuac, en la Ciudad de México.

Se dedicó a la música porque fue la música quien lo encontró primero y aprendió a apreciar la estética de lo que es capaz de crear el ser humano.

“Me di cuenta que tenía un poquito de facilidad al tocar, al dirigir a la orquesta y de poder liderar espíritu y alma de niños y profesionales. Es por eso que me dedico a esto y creo que no lo voy a dejar de hacer porque es verme reflejado como público o como niño”.

Sus inicios, dice, no fueron fáciles, pues provenía de una familia humilde, trabajaba con su abuelo como ayudante de albañil.

“No fue fácil, inicié en una orquesta comunitaria y no había todas las herramientas que se necesitan para estudiar música. El problema económico no me quebrantó sino que ayudó a darme cuenta que se podía poco a poco”.

El maestro Argumedo desde 2009 a la fecha ingresa como Director general y Maestro de Contrabajo al proyecto Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil Imagina, en León.

A partir de 2013 inició la creación del Sistema Comunitario Musical Bajío, siendo el Coordinador General, donde se atiende a más de 600 niños en el Estado de Guanajuato, donde el sentido es transformar la mentalidad de los niños, su misión y visión, aportar a su comunidad y hacerlos crecer.

Su trabajo como Director se enfoca en dirigir las orquestas y guiar la parte pedagógica, de trabajo social, musical y capacitación para maestros. Además gestiona recursos con asociaciones civiles y gobierno.

Los elementos con los que trabaja Óscar Argumedo son la convicción, aspecto fundamental ya que a veces como sociedad nos olvidamos de nosotros y de que existen los demás para crear comunidad.

Definió su trabajo como libre, soñador y creyente en la gente. Libre porque mientras toca o dirige una orquesta de niños, construye y eso lleva a crear; soñar es pensar que toda la gente va a lograr comprender para lo que estamos aquí: apreciarnos los unos a los otros.

Esta habilidad que tiene el maestro de tocar el contrabajo le ha otorgado becas por parte del FONCA y lo ha motivado a preparase con los mejores en el mundo, por lo que ha tenido la oportunidad de conocer los cinco continentes y presentarse en las más importantes salas de conciertos.

Sin embargo no solo ha sido testigo de la belleza del planeta, la diversidad de sus culturas y lo majestuoso de los grandes auditorios, también se ha encontrado con los polos opuestos, la marginación, la pobreza y la carencia del arte.

“He visitado todos los continentes en giras de conciertos o becas y me ha abierto la mente para conocer muchas culturas. Por el otro lado la música me ha llevado a los polígonos desatendidos, a ver la misma necesidad de querer ser atendidos, llámese europeos o mexicanos, me ha llevado a darme cuenta que el arte en todos lados hace falta”.

Ejemplo de ello es el coro de niños inmigrantes que construyó en Italia, donde los pequeños refugiados de diversos países afectados por su situación política y económica lograron cantar en salas de conciertos impresionantes con el fin de aprender el idioma italiano a través de la música.

Ha sido gracias a experiencias como ésta y a la que tuvo a los 17 años cuando dio su primer concierto, en Bellas Artes, que se ha dado cuenta que ser músico significa todo en su vida porque le enseñó a existir, respirar, pensar y soñar.

“La música me enseñó que hay esperanza así que no hay nada mas difícil que esforzarte. Por eso creo que la música es la verdad absoluta. Siempre hay un reto nuevo y tienes que trabajar”.

Como objetivos compartió buscar más alianzas para que crezca el proyecto Bajío donde está como Coordinador, conseguir alianzas para el mediano plazo y crear no solo un sistema de orquestas sino de todas las artes. Como músico seguir estudiando para continuar transmitiendo un poco de la facilidad que tiene de enganchar a la gente con el arte.

“Más que ser músico, ser un misionero del arte”.

El reconocimiento más importante, narró, es cuando la gente de las comunidades o la gente de los teatros al final le dice ¡qué bonito tocó usted! ¡qué bonito estuvo su concierto! Para él significa que sí les ha tocado el alma.

El maestro Argumedo, quien ha sido integrante de diferentes orquestas sinfónicas del país, como la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Ciudad de México, Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México, Orquesta Sinfónica de la Universidad del Estado de Hidalgo, Orquesta Sinfónica del Estado de México y Orquesta Filarmónica de Acapulco, actualmente se desempeña como principal de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.

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