Como si fuese una fórmula íntima para el éxito, la historia de Grupo Valmur es también la historia de una familia que ha construido su destino sobre el trabajo, la disciplina y el compromiso con la región que la vio crecer.
En ese relato, Guillermo Murra Talamás ocupa un lugar esencial, como presidente del Consejo y figura que consolidó la etapa moderna de una empresa que ha acompañado a La Laguna durante ochenta y cinco años, proyectando una cultura transmitida por su padre y continuada hoy por su hijo, Guillermo Murra Marroquín.

Adentrándose en la historia de Guillermo Murra Talamás
La vida de don Guillermo, contada en su propia voz, revela a un hombre que ha encontrado equilibrio entre continuidad y renovación. Su vínculo con Valmur nació de la práctica diaria y la cercanía familiar, donde aprendizaje y responsabilidad avanzaron juntos. “Tuve la oportunidad de trabajar con mi papá de lado a lado”, recuerda. Ese trabajo compartido le enseñó valores como honradez, disciplina y constancia, moldeando una ética que unió familia y empresa.
Bajo su gestión, Grupo Valmur consolidó un modelo basado en confianza de marcas y adaptación constante. La expansión integró Toyota, Honda, Hyundai, Stellantis, BYD, Geely y GWM, fortaleciendo relaciones y equipos. No obstante, no todo fue avance, pues 1994 y 1995 trajeron crisis, donde muchas distribuidoras desaparecieron, pero Valmur resistió, reordenó y retomó el rumbo.
En años recientes, una nueva dimensión se sumó al grupo, la del deporte. La iniciativa surgió de Murra Marroquín y condujo al béisbol y al basquetbol. Don Guillermo dudó al inicio, pues “la industria del deporte no es fácil”. Sin embargo, la apuesta se convirtió en responsabilidad regional.
“El béisbol iba a desaparecer aquí”, dice. Hoy el equipo es parte del tejido social lagunero y símbolo familiar.
Paralelamente, la familia ha sostenido una labor social constante mediante Casa Feliz, encabezada por Cecilia, esposa de don Guillermo. “Es una obra social muy bonita”, comenta. Brinda alojamiento, acompañamiento y apoyo emocional a quienes enfrentan momentos difíciles, integrando humanidad al proyecto empresarial.
Transición generacional en Grupo Valmur
Con el tiempo llegó la transición generacional. La dirección operativa pasó a Murra Marroquín, y don Guillermo lo asume con serenidad. “No soy eterno”, afirma. La sucesión no implica ausencia, sino acompañar y asegurar continuidad. “La participación de los dueños es importante”, sostiene.
Y es que la familia ocupa un sitio central en su vida. “Tener una familia estable es muy importante”, dice.
En ese sentido, cuando piensa en legado, recuerda una frase guía de su padre, la de vivir “de la mano de Dios y el esfuerzo de los hombres”.

Para él, significa trabajar con constancia y avanzar sin prisa, manteniendo una identidad que combina tradición y evolución, cuidando siempre el servicio a la comunidad y el desarrollo de sus colaboradores, ya que don Guillermo Murra Marroquín considera que el liderazgo verdadero se ejerce con cercanía, escuchando y actuando, además, con suma coherencia.
Por ello, impulsa un modelo que fomenta valores, inspira compromiso y fortalece la continuidad empresarial, demostrando, en hechos, que Grupo Valmur no sólo busca ser el más grande en todas sus dimensiones, sino también el que siempre permanece.
Pasión, legado y dirección, con Guillermo Murra Marroquín
Como en el béisbol, la vida de Guillermo Murra Marroquín, director general de Grupo Valmur, no se mide por jugadas aisladas, sino por un ritmo continuo que, con el tiempo, ha terminado por definir su historia.
Así lo reconoce cuando compara su trayectoria con un partido que se juega entrada por entrada, convencido de que “no hay una más importante que otra, porque cada pitcheo cuenta”.

Disciplina sostenida
Al narrar su camino, deja claro que no cree en los triunfos repentinos ni en las caídas definitivas, sino en la disciplina sostenida, en el trabajo constante y en un liderazgo que entiende que el éxito se construye paso a paso.
Sobre sus hombros carga 85 años de historia familiar, una empresa que ha aprendido a transformarse, moviéndose del sector automotriz al deportivo y, desde ahí, hacia nuevas rutas de impacto social y comunitario. En todo momento, su carácter, mezcla de equilibrio, resiliencia y fortaleza mental, marca el pulso de ese proceso.
Su formación comenzó temprano, en la agencia automotriz a la que acompañaba a sus padres casi como un juego. De su madre heredó una sensibilidad profunda. “Me enseñó a ayudar, a entender que hay sufrimiento y a valorar lo que tenemos”, dice. De su padre, absorbió otro valor esencial: la ética del trabajo. “Como parte de sus enseñanzas, me llevaba a lavar coches; el trabajo siempre ha sido un valor importante en mi vida”, comparte.
Su ingreso a los negocios del grupo, por ello, no ocurrió de golpe. Fue un proceso gradual, con sábados en el taller, otros en contabilidad, reuniones escuchadas en silencio, estados financieros vistos cuando tenía apenas catorce o quince años. Más adelante llegaron las responsabilidades formales, con una gerencia de ventas, luego una gerencia general.
Hoy, Guillermo Murra Talamás, su padre, preside el Consejo; y él dirige a Valmur desde una comprensión profunda de sus raíces, dinámicas y propósito.
Movimiento ante todo
Para “Memo”, Valmur es, ante todo, movimiento. Lo ha sido desde sus inicios, cuando Automotriz Lagunera abrió sus puertas en el centro de Torreón, y lo es hoy, operando una amplia cartera de marcas internacionales e incorporando tecnologías relacionadas con movilidad, electrificación e inteligencia de mercado. La expansión, sin embargo, no se detuvo ahí.
En 2019, guiado por intuición y compromiso regional, decidió incursionar en el deporte, justo cuando los Algodoneros Unión Laguna estaban por dejar la Comarca. El reto era complejo, pero lo asumió.

Cuatro años más tarde, en junio del 2023, fue nombrado Presidente del Consejo de Dueños de la LMB y, meses más tarde, en el mismo año, los Algodoneros ganaron su primer título de la Zona Norte desde 1990.
Para “Memo”, los partidos son encuentros familiares. “Lo hemos visto como un pretexto para estar juntos”, dice, explicando por qué su liderazgo deportivo no depende de impulsos, sino de metodología.
Finalmente, en 2022, el grupo ingresó al básquetbol, con Toros Laguna, coronándose campeón un año después. Y a partir de la Temporada 2026, estará en la Liga Mexicana de Basquetbol CIBACOPA.
De carne y hueso
Por supuesto, detrás del empresario existe el “Memo” humano, el que reconoce que “en el deporte, las malas son muy malas y las buenas son muy buenas”.
Por ello, sus propósitos son claros: crecer, generar empleo y crear impacto. “Me gusta que mis sueños tengan objetivos financieros, pero también trascendencia social”, afirma Guillermo Murra Marroquín, añadiendo que su legado no busca grandeza, sino tener congruencia entre el éxito de sus negocios y ser alguien que lucha y ejerce empatía social en la comunidad.

Cecilia Marroquín y el amor como guía
Ferviente, como el amor que sostiene las causas profundas, en Grupo Valmur existe una fuerza silenciosa pero constante que articula familia, empresa y comunidad. Su nombre es Cecilia Marroquín, una mujer cuya presencia discreta sostiene, impulsa y deja huella en negocios, voluntariado y generaciones.
Directora de Milenio Automotriz en Torreón y Durango, y vicepresidenta nacional de la Asociación Mexicana de Concesionarios Honda, su labor ha ido siempre más allá de los indicadores. En ella late el corazón que ha acompañado, por casi cuatro décadas, a Encendamos una Luz, hoy Casa Feliz, espacio dedicado a acompañar a niños con cáncer y a sus familias.
Una luz que se encendió
Su historia comienza en una infancia luminosa, hecha de calles seguras, juegos y tardes tranquilas. Pero aquellos años también sembraron el hábito de mirar a los demás. “Desde chica me gustaba mucho ayudar, ayudar a los niños que tenían menos”, cuenta.

En su familia, la generosidad era una enseñanza viva. Su abuela ayudaba siempre que podía y, en el hogar Murra, el espíritu de compartir era norma.
Casa Feliz nació de un encuentro que la marcó profundamente, cuando vio a un niño enfermo esperando afuera de la Clínica 16, sin un lugar donde descansar. “No tenía cómo regresar a su casa”, recuerda. Un día se detuvo. Lo llevó a su hogar. Lo acompañó hasta el final.
El duelo la hizo pensar que no volvería a involucrarse así. Pero cuando se formó el patronato de Casa Feliz, la invitaron. Dudó, recordó y aceptó. “Entré con todo, con el corazón y todo”. Desde entonces han pasado casi 40 años.
Más que un albergue
Gracias a Cecilia y a un equipo comprometido, Casa Feliz es más que un albergue. Es un refugio emocional, donde no se promete curación, pero sí humanidad. Un espacio donde un niño puede descansar, y una madre llorar sin miedo.
En paralelo, su vida empresarial creció junto a su esposo desde Automotriz Lagunera. Lo que comenzó como apoyo eventual se convirtió en un proyecto familiar en el que hoy participan sus hijos Guillermo, Cecilia y Daniela.
Su trayectoria en Honda también implicó retos. “Al principio era difícil, había puros hombres”, recuerda. Hoy ocupa una posición nacional con la serenidad de quien trabaja sin estridencias.

Compartir como herencia
Para ello, los valores se enseñan con gestos, por ello, recuerda a sus 11 nietos y cuenta que todos saben que Santa Claus trae dos regalos: uno para ellos y uno para Casa Feliz. Así, entienden que compartir es una vocación.
Sin embargo, Cecilia sabe que su legado es colectivo. Por ello, invita a sumarse a su filantropía. “Lo que yo diga es poco a lo que se siente”, dice.



