El diseño siempre fue parte fundamental de la vida de Samuel Casillas, un talentoso tapatío y amante de la historia, que decidió romper estereotipos y desde temprana edad se aventuró en el mundo del emprendimiento y la joyería para poco a poco labrar un imperio que se ha extendido más allá de la frontera mexicana.
El equipo de Players of Life sostuvo una amena charla con el joven que fundó la empresa Corso a los 17 años de edad.
¿De dónde surge tu gusto por la joyería? ¿Cómo nace Corso?
El proyecto surgió desde hace mucho tiempo. Desde que era chico me apasionaba mucho el diseño en todas sus ramas, desde la arquitectura hasta el diseño de interiores, la escultura y pintura.
Antes de ingresar a la universidad, tuve la oportunidad de irme a Italia a estudiar diferentes disciplinas. Me fui un año y cursé pintura, escultura e historia del arte.
Estando allá, me llamó muchísimo la atención la orfebrería, que es el estudio de la joyería pero desde los procesos antiguos, como el vaciado, el modelado de formas y figuras que se acerca mucho al tema de la escultura pero en una escala mucho más pequeña.
Cuando volví a México tuve la inquietud de empezar un proyecto con joyería y ahí es cuando nació Corso.
Corso significa la avenida principal. En todas las ciudades importantes de Italia existe una vía del Corso, que es como un periférico. Yo vivía muy cerca de esa calle y todo lo hacía ahí cuando vivía allá. Tenía que caminarla siempre para ir a la escuela o para ir a cualquier otro lugar.
Decidí empezar la marca y realmente surgió como un hobby. Empecé a fabricar joyería en pequeña escala para algunas boutiques. Poco a poco me di cuenta que la gente buscaba cada vez más los productos de Corso por su diseño y eso me impulsó a trabajar la empresa ya de una manera más seria.
Comencé a colocar a Corso en exposiciones de la industria de la moda aquí en Guadalajara y nuestra primera participación fue en Intermoda hace 8 años.
Posteriormente, nos afiliamos a la Cámara de Joyería y pudimos abrir mercado en la propia Cámara con una exposición en la parte de diseño. De ahí, empezamos a tener más clientes y poco a poco fuimos tomando fuerza a nivel nacional e internacional.
Empezamos a abrir puntos de venta como corners en diferentes hoteles y boutiques de México. Luego, surgió la idea de abrir un módulo de Corso para probar el mercado estando solamente nosotros como marca, que fuera una línea de diseño constante en un punto de venta y abrimos en Plaza Andares una isla muy chica hace 6 años.
Cuando vimos que funcionaba, decidimos crecer y apostarle a tener una mayor presencia como marca con puntos de venta propios. Abrimos en Cancún y León, después nos brincamos la frontera e inauguramos una tienda en San Diego y posteriormente, abrimos en Monterrey, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz y en la CDMX abrimos una tienda muy padre en el aeropuerto, por lo que esa ventana internacional nos ayudó a tener más fuerza.
¿Cómo se define la marca?
Lo que representamos como marca es un diseño multicultural. Es un diseño ecléctico, pero que obviamente, trata de rescatar el proceso y las técnicas artesanales que se utilizaban hace mucho tiempo. Desde el fundición del metal, hasta el moldeado de las piezas y el trabajo de la piel.
Siempre he sido experimental con la manera en que diseño. Tanto en utilizar materiales que no son muy comunes, como el tratar de recuperar técnicas artesanales, es algo que se ha ido sembrando a lo largo de estos años.
¿En qué se inspiran las colecciones?
La parte multicultural y el eclecticismo que tiene la marca vienen de diferentes partes: desde viajes, colecciones de moda, o cosas que me inspiran día a día para poder sacar colecciones.
Me encanta la historia, soy un fanático de la historia y de las antigüedades, entonces eso le da un toque padre a la marca porque a través de ello, trato de conseguir desde inspiración hasta piezas antiguas, pero también busco modernizar un poco con una joyería ecléctica pero moderna.
¿Cuál es el proceso de elaboración de las piezas?
El paso número uno es enfocarse en una colección, ver en qué me voy a basar y empezar el proceso de boceto y plasmar los diseños.
Después de eso, sigue el proceso del moldeado en donde se hace un diseño escultural que se talla sobre una base de metal, para después poder hacer un vaciado en cera y obtener el prototipo de la pieza. Sobre ese prototipo se empieza a trabajar para tener la pieza terminada y se pueda replicar.
Por último, se sacan moldes de las mismas piezas para poder inyectar en serie y poder replicarlas en volumen.
¿Cómo ha sido el proceso de expansión de Corso?
Ha sido un proceso muy emocionante y muy estresante (se ríe) porque cuando trabajas con centros comerciales siempre vas a estar al filo del tiempo debido a que ellos son los que marcan los tiempos y en algún punto, te presionan mucho a ti como marca en relación a que en cuanto cierras el contrato, ya te están pidiendo que abras el punto de venta en al menos un mes.
Nosotros tenemos la gran ventaja de que hacemos y fabricamos el 100 por ciento de la tienda y nos encargamos del diseño de las mismas aquí en el corporativo, desde los muebles y también fabricamos toda la carpintería. Desde aquí mandamos todo listo a las diferentes ciudades donde se va a abrir una nueva tienda.
A la par de que regresé de Italia y comencé con el negocio, entré a la carrera de arquitectura y me gusta también porque puedo ejercerla en los diseños de los puntos de venta.
Eso nos da una mejor manera de poder calendarizar los tiempos. Pero una apertura no solo es fabricar la tienda y dejarla, sino que tienes que coordinar que tu producción pueda soportar el abrir un punto de venta: cómo la vas a surtir, la logística, toda la cuestión operativa de una tienda, es como un negocio nuevo.
Por más que a veces las marcas puedan ser un acumulado de mucho trabajo y mucho personal, abrir una tienda y una sucursal es un negocio independiente, entonces tienes que monitorearlo, estudiar el mercado y la ciudad, para poder tener una proyección de ventas a futuro y ver si te va a funcionar el punto de venta o no.
Vamos a cerrar el año con 16 tiendas y se acerca una proyección fuerte de crecimiento para el 2019, que esperamos que sea exponencial y poder proyectar la imagen de la marca en todo el país y en Estados Unidos, como una marca mexicana rica en diseño y en calidad.
¿Cuál es el panorama de la industria joyera en Jalisco?
No hace mucho, Guadalajara fue nombrada como la capital joyera de Latinoamérica. Gran parte de esta explosión joyera de la perla tapatía se debe también a la gran cantidad de centros joyeros que tenemos. Somos la ciudad con más centros a nivel nacional.
Pero además, porque el trabajo, la mano de obra y la creatividad del tapatío son muy buenos y se reconoce a nivel internacional. En todas las exposiciones en las que estamos siempre es muy curioso cómo los clientes llegan y nos dicen: ¿a poco ustedes también son de Guadalajara? Como si ya fuera por añadidura que por ser de tapatíos, en algún punto somos creativos. Está padre que nos reconozcan por eso.
Por otra parte, creo que la Cámara de Joyería ha aportado mucho y ha impulsado a la industria y a los emprendedores que están tratando de hacer un negocio.
México es rico en minerales; tenemos una de las minas más importantes del mundo que se ha explotado desde hace muchísimo tiempo y sigue sacando plata. Hay muy buen trabajo en chapeado o en talleres de orfebrería donde se trabaja oro, platino o plata.
Tenemos todas las bases aquí para poder desarrollar un buen trabajo y si eso lo compartes y lo mezclas con la creatividad, puede resultar en cosas muy padres.
¿Qué representa para ti haber recibido el premio Minerva Fashion como marca promesa (2013) y posteriormente como marca consolidada (2018)?
Se siente muy padre que también la industria de la moda esté al pendiente del trabajo de las marcas mexicanas y en este caso de las tapatías, así como del crecimiento que hemos tenido gracias a los clientes y al impulso del diseño mexicano.
Aunado a eso, el reconocimiento también ayuda a impulsar a que la gente joven empiece a animarse un poco más a realizar un proyecto de negocio en la industria de la moda.
Además, el premio también es un reto y nos pone como en una balanza para querer hacer más, nos motiva a seguir adelante y poder crecer como marca.
Como emprendedor, ¿A qué retos te has enfrentado?
Creo que al principio, la edad fue un gran reto porque ahorita tengo 28 años, pero cuando empecé tenía 17 y a la hora de estar tratando con empresas ya consolidadas, al verme tan joven, yo creo que tal vez tenían un poco de “desconfianza” de que fuera a cumplirles en tiempo y forma. Fue un reto hacerles cambiar de opinión en cuanto a que la edad no tiene nada que ver con el compromiso.
Otro de los grandes retos fue trabajar con centros comerciales y en industrias más fuertes, porque obviamente cuando eres una marca que está empezando, es complicado poder llegar a negociar un crecimiento dentro de la industria del retail y muchas marcas grandes.
En múltiples ocasiones no confían tanto al verte como una marca pequeña y eso te encarece muchas cosas, desde la renta, hasta ubicaciones que sean clave en algún punto de venta. Eso ha sido un reto sacarlo adelante.
El tema de la producción también, porque como cualquier producto que se fabrica a mano, es lento. Entonces crecer la línea de producción en un trabajo tan artesanal y cuidar cada detalle en todo lo que se hace ha sido un reto, pero todos los días vas aprendiendo cómo mejorarlo.
¿Planes a futuro?
A corto plazo, queremos estabilizar las tiendas que se van a abrir y contemplar el crecimiento del próximo año. Se acercan varias aperturas y queremos echarle muchas ganas para que todo funcione.
Redes sociales
Facebook: Corso México
Instagram: @corsojewerly
Sitio web: www.corso.mx