Empezó una nueva temporada de futbol en México, ya sé, demasiado pronto; pero qué le vamos a hacer, la bendita liga en nuestro país no da tregua al negocio y como se juega liguilla los equipos extienden sus partidos hasta finales de diciembre generando un buen de partidos innecesarios que a la postre otorgan ganancias necesarias, en fin. Tras ver deliciosos partidos como Argentina – Francia o Croacia – Rusia, acompañados por supuesto de una taza de café (maldito horario mundialista), ahora nos toca ver espectáculos deprimentes como el Atlas contra Querétaro de la fecha 1.
Podríamos seguir reventando a la liga, pero es cuestión de tiempo, como todo en la vida, para que ésta agarre sabor y las cosas se pongan buenas, con esto me refiero a que los refuerzos de los equipos se adapten, los extranjeros lleguen de sus vacaciones y básicamente que equipos con potencial digan “ah, ya es fecha 8, es justo meter el acelerador”.
Pero bueno, así es nuestro futbol y nos lo comemos enterito, nos apasiona y le damos valor a una liga que cuando se lo propone puede llegar a ser muy competitiva, dicho esto considero que está muy bien defender lo que es nuestro, el preciado producto nacional.
Ya metiéndonos en temas más futboleros y menos administrativos comparto mi siguiente reflexión:
En una época de equipos con salarios muy altos y fichajes rimbombantes, donde los que llegan a instancias finales son casi siempre los mismos, destaca un equipo que es brutalmente ignorado por los medios de comunicación de nuestro país: Santos Laguna. Imaginemos una fiesta:
Tigres y Rayados están sentados en la parte VIP del antro de moda; América es el dueño del establecimiento y llega a la hora que se le antoja, en la mesa lo esperan Pumas, Guadalajara y Cruz Azul, éste último regando el tepache y sin ligar por años, la suerte no es lo suyo. El antro es exclusivo y equipos como Toluca, Pachuca y León están charlando con el cadenero, es cuestión de tiempo para que los dejen entrar, prometen consumir lo mínimo y tras una larga espera estarán más fumigados que Puebla y Lobos en el tabarete de la esquina. Ni modo, es pa’ lo que les alcanza.
Empezada la fiesta y llegando tardísimo por haberse empinado una lonche mixto de adobada llega el Guerrero, es joven, trae actitud y muchísima buena vibra, además no llega solo, literal, su barrio lo respalda, llega con amigos, y finalmente, se presenta: “Mucho gusto, soy Santos, de 35, traigo 6 copas encima”. Las personas no lo creen, se escuchan murmullos sobre lo joven que es, las copas que tiene encima y el brutal aguante que se maneja. La neta los de adentro ni enterados, no lo pelan, al final lo dejan entrar y resulta todo un éxito en la pista, saca a bailar a todas, se baila a los Tigres y a los Rayados, pero el dj todavía no lo pela, no ponen sus canciones y aún así arrasa con lo que le pongan. En pocas palabras, impresiona a los presentes.
Llega un punto en el que el Guerrero, aburrido de tanta fama, pide una copa pero no se la dan, le siguen sin hacer caso. A pesar de traer seis encima, él quiere una más. La mesa del dueño sigue llena, atiborrada, Pumas, Guadalajara y Cruz Azul llaman muchísimo la atención, algo tienen, por más que le buscan atractivo nomás desconozco que le ven. A lo mejor es su plata, y ¡les diré! Porque por ahí veo a Chivas pidiendo fiado, eso sí, con puro tequila.
El antro está infladísimo, parece del Barcelona o el Real Madrid, establecimientos de calidad en el que sirven vino del bueno y la atención de su personal es impecable.
Finalmente el Guerrero decide irse, ha triunfado en la pista y seguramente hubiese tenido éxito en la consecución de más copas, pero él es feliz con su mesa y con su gente, bailó a los regios e ignoró a los VIP. A pesar de haber maravillado, está consciente que regresando el próximo fin de semana volverá a batallar para entrar, pero él es así, humilde, sobrio y servicial, eso sí muy exitoso y ganador.
Yo al final de la parranda le digo al buen Guerrero: “¿qué necesidad tienes de sufrir, amigo Guerrero? Cuando puedes decir que eres compísima de América, dueño del antro, que se va de jarra contigo y cuando lo tienes bien borracho ¡hasta le vendes tu vino carísimo! Te bañas, Guerrero, pero todo te sale.
Salud.