Por Carlos Esparza
Edwin Valero, originario de Mérida, Venezuela, nace en 1981. Su vida estuvo marcada por la pobreza y desintegración familiar y trabajó desde muy pequeño. A los 12 años comienza a practicar box para tratar de canalizar su agresividad, enamorándose del deporte. Posteriormente, su fiereza en el ring lo llevó a ser un destacado pugilista amateur, logrando ser campeón de peso pluma por tres años consecutivos, ostentando un récord de 86 peleas ganadas y solo seis derrotas. A los 20 años da el salto al profesionalismo, imponiendo un récord mundial al noquear a sus primeros 18 oponentes en el primer round.
Luego de un estupendo inició en el pugilismo de paga, su problema de adicción que arrastraba desde la infancia aumentó. Varias veces, cuando estaba borracho y/o drogado, golpeaba a su esposa Jennifer Viera. La fama llegó pronto, era un deportista importante en Venezuela y se codeaba con grandes personalidades de ese país, como el entonces presidente Hugo Chávez, del cual era ferviente admirador, incluso traía su rostro tatuado en el pecho. Pero Edwin comenzó a ser víctima de un grave trastorno que le ocurre a varias personas cuando el éxito les sonríe: el mal del todopoderoso.
Después de cuatro exitosas defensas asciendió a peso ligero. En 2009 es campeón mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) derrotando al colombiano mexicano, Antonio Pitalua. En 2010, luego de alcanzar su victoria profesional numero 27 por nocaut, Freddy Roach, entrenador de Manny Pacquiao, aseguró que la siguiente pelea de su pupilo sería contra Valero, pero jamás se realizaría.
El terrible mal del todopoderoso puede destruir a quien lo padece y a su familia. Ese 2010, Edwin le dio una paliza a su esposa a quien le quebró una costilla y perforó un pulmón; ella mintió diciendo que había caído por las escaleras. Tres semanas después de ese incidente ambos llegaron a un lujoso hotel de Tacarigua, Venezuela y al día siguiente, muy temprano, Edwin llegó nervioso a la recepción del hotel y de manera sorpresiva confesó a los empleados que había asesinado a su mujer de tres puñaladas. Inmediatamente avisaron a las autoridades y fue encarcelado.
Durante su primera declaración dijo haber consumido 50 gramos de cocaína antes del asesinato. Dicha droga le ocasionaba alucinaciones y delirio de persecución. Dos días después de su detención, en una celda solitaria, Edwin Valero de solo 28 años se quitó sus pantalones, los ató al cuello, ubicó el barrote más alto y sin dudar se colgó; se dice que al descolgarlo los forenses observaron que dentro de su boca traía un papel, era una fotografía de él, con sus dos hijos.
El récord de Edwin en el boxeo profesional fue impresionante, ganó sus 27 peleas por nocaut. Pero abajo del ring no fue todopoderoso, drogas y alcohol le propinaron la peor derrota de su corta existencia.