El cine musical es uno de los géneros más clásicos de Hollywood, ya en los años treinta comenzó el auge de este género cuando inició el cine sonoro, El Cantante de Jazz (Alan Crosland, 1927) fue la precursora no solo del cine con sonido, sino también de los musicales, y sin duda le dieron un nuevo brío a la industria por aquellos años.
A lo largo de las décadas este tipo de películas han ido y venido, los musicales han tenido varios resurgimientos y siempre han logrado mantenerse vigentes a pesar de que en muchas ocasiones parecería que estaban muertos, varias de estas cintas han ganado premios y reconocimiento del público, y al igual que con cualquier género se ha ido reinventando según los tiempos.
Hoy ya los musicales aspiran a otro público y visualmente son más complejos que los grandes clásicos de antaño, aún así de vez en cuando aparecen musicales más tradicionales como Sweeney Todd (Tim Burton, 2007), Los Miserables (Tom Hooper, 2012) o En el Bosque (Rob Marshall, 2014), pero cada vez es más común ver musicales con más dinamismo, música famosa y ritmos pegajosos, algunas veces son claros homenajes a ese cine de antes, caso específico de la increíble La La Land (Damien Chazelle, 2016), por la cual armamos este top de musicales modernos en los cuales la música y sus imágenes guardan varios puntos en común, aunque la época en la que se desarrollan sea diferente.
Sin orden en particular aquí van.
7. Moulin Rouge, de Baz Luhrmann (2001)
La mejor cinta de Baz Luhrmann a la fecha, no solo significó uno de los grandes éxitos del 2001, sino que fue la responsable del resurgimiento de los musicales en el nuevo milenio, fue gracias a ésta que el público volvió a acercarse con gusto al género, además siendo una obra original en un terreno en donde en general los filmes se basan en éxitos de Broadway, supuso un paso adelante para este tipo de cine. La pareja Nicole Kidman – Ewan McGregor no solo derrocho química en su momento, sino que ambos lograron salir avantes en el plano vocal. Sin duda es un espectáculo fascinante lleno de color, pasión y sobre todo, entretenimiento. Me atrevo a decir que al día de hoy ya es un clásico.
6. Chicago, de Rob Marshall (2002)
Después del éxito de Moulin Rouge, Rob Marshall consiguió lo único que la otra no logró; ganar el Oscar a Mejor Película. A la fecha sigue siendo un premio muy discutido, pero lo que no se puede poner en tela de juicio es la estupenda manufactura de la cinta, llena de energía y con actuaciones dignas para el recuerdo como la de Catherine Zeta Jones y John C. Reilly. Basada en la exitosa obra de Broadway, esta adaptación supo trasladar a la perfección la historia de ascenso y descenso de la fama que nos presenta esta historia. Tiene la virtud de que el grandioso espectáculo que representa hace que a casi cualquier espectador le agrade, sea fan o no de los musicales.
5. Dreamgirls, de Bill Condon (2006)
Nunca he visto el musical de Broadway en que se basa esta película, pero quienes lo han visto aseguran que la cinta es mucho mejor, lo cual ya es mucho decir. Al igual que Chicago, este es un film que habla de un periodo musical en específico, en este caso los años 60 y 70 con los grupos vocales de mujeres de color, el director Bill Condon supo sacar lo mejor de cada uno de sus interpretes, sobre todo de la que fue en su momento la gran revelación; Jennifer Hudson (la cual después de esto, jamás volvió a brillar, a pesar de que ganó el Oscar a Mejor Actriz de reparto) y un inspirado Eddie Murphy al que sin duda le robaron el Óscar ese año. La trama, la música y las actuaciones son contagiosas en este gran espectáculo que sin duda trasciende en su cometido de divertir.
4. Hairspray, de Adam Shankman (2007)
Remake de una cinta del polémico John Waters de 1988, ambas son una atinada crítica social ambientada en los sesenta y que se desarrolla en el ambiente de los programas de concursos de la televisión de aquella época. En esta en particular brilla Michelle Pfeiffer que se divierte de lo lindo interpretando a la villana de la historia y John Travolta que se burla de si mismo interpretando a la mama de la protagonista. Los números musicales que son lo más importante aquí están llenos de dinamismo y energía que contagian al espectador a bailar. Al final resulta ser un placer culpable lo queramos o no.
3. A través del universo, de Julie Taymor (2008)
The Beatles es probablemente el grupo musical más famoso del mundo, a pesar de que hace muchísimos años dejaron de existir, esto lo sabe a la perfección la directora Julie Taymor quien retoma sus más sonados éxitos para crear este moderno musical que es una delicia para los sentidos; visualmente y obvio en el plano musical es sumamente bello, tal vez le pese un poco cierto aire artístico que sin duda le imprime Taymor, pero pasando esto de lado es un excelente ejemplo de lo que significa el género musical en el séptimo arte. La historia romántica de fondo es una gran radiografía de los turbulentos años sesenta, con todos sus pros y sus contras.
2. La era del Rock, de Adam Shankman (2012)
Una adaptación más de un éxito de Broadway, en este caso el resultado no logró cautivar tanto al público y mucho menos a la crítica, pero en lo personal la considero una curiosa postal de lo que fue la gran década de los 80. Si ya otras cintas se centraban en décadas como la de los 40, 60 y 70, era obvio que los ochenta hicieran también su aparición en algún proyecto de estas características. Se ve que el elenco se lo paso de lo mejor filmándola y actores como Tom Cruise y Alec Baldwin entregan interpretaciones dignas del recuerdo para su basta y competente filmografía y los números musicales que son lo que más importa son ingeniosos y espectaculares, además de que los acompañan rolas muy conocidas de esa década lo que a los fans del rock ochentero les encantará. Para mí vale la pena darle una oportunidad.
1. La La Land, de Damien Chazelle (2016)
El máximo fenómeno cinematográfico de los últimos meses, un musical que no teme ser una carta de amor a la ciudad de Los Ángeles y sobre todo, a esa gente que tiene sueños y sus metas se enfocan en el medio artístico. Después de la excelente Whiplash (2014), Damien Chazelle se embarcó en este proyecto en el que decidió volver a juntar a la exitosa pareja de Ryan Gosling y Emma Stone, ésta última decisión marcaría por completo el proyecto, pues ambos actores desprenden una química difícilmente igualada por otra pareja en la actualidad en Hollywood. El resultado final es una cinta hermosa; una montaña rusa de emociones que no sigue una época específica, pero que sin duda remite a grandes clásicos como Los Paraguas de Cherburgo (Jaques Demy, 1964), con la cual guarda muchas similitudes no solo estilísticas, lo mismo pone una sonrisa en el rostro que arranca algunas lágrimas. No solo el éxito económico la acompañó, sino que también el artístico, pues tiene 14 nominaciones a los Óscares de este año y se perfila a arrasar en la próxima entrega. Algunos la han tachado ya de ser un filme sobrevalorado, en lo personal la considero un clásico de culto instantáneo, una película que perdura en la mente, sobre todo para aquellas personas que aún creen en cumplir sus sueños a costa de lo que sea.