1821-1882
Por Laura Hernández Muñoz
Autora de: Personajes de Guadalajara de todos los tiempos.
Nació en Guadalajara el 25 de julio de 1821. Desde niño mostró talento para el dibujo; a él le gustaba diseñar edificios y pintar. Hizo estudios de escultura, pintura, geometría y arquitectura en el Instituto del Estado, que era una especie de Bellas Artes. Por necesidades económicas de su familia, Jacobo dejó los estudios y entró a trabajar a la mercería Mínguez.
Mientras tanto, el Instituto fue suprimido por el gobernador José Antonio Romero, a cambio restauró la Universidad con un departamento dedicado a la Academia de las Nobles Artes; para dirigirlo trajo de la ciudad de México a don José Castro quien al ver los dibujos de Gálvez, se interesó en su obra; lo buscó en la mercería, motivándolo a proseguir su carrera de artista, con sus consejos sobre dibujo y pintura en poco tiempo cobró fama como retratista, y comenzó a recibir encargos de obras importantes por parte de sacerdotes y empresarios.
En 1851 viajó a Europa donde admiró el arte en todas sus expresiones; conoció un aparato llamado «cámara obscura» que tomaba fotografías y se imprimían en papel, no eran como las anteriores llamadas daguerrotipos; estas imágenes salían iguales a los modelos que posaban, le gustó tanto que trajo, en 1853, una a Guadalajara; era la primera de este tipo que llegaba a la ciudad, todo mundo quería fotografiarse. A Jacobo Gálvez se le debe la imagen que tomó de la entrada de las tropas francesas a Guadalajara, la mañana del 6 de enero de 1864, desde la azotea de los portales para abarcar las calles de Loreto y San Francisco (hoy Pedro Moreno y 16 de septiembre); es la primera fotografía histórica que se haya tomado.
El 12 de septiembre de 1855, el gobernador Santos Degollado convocó a los arquitectos y artistas de México a concursar con un proyecto para construir un teatro en honor de Juan Ruiz de Alarcón, dramaturgo mexicano del Siglo de Oro.
Jacobo se entusiasmó en participar, e inspirándose en la arquitectura griega del Partenón, diseñó un pórtico con columnas y frontispicio para los exteriores, y para el interior, se basó en las medidas del teatro de la Escala de Milán. Su proyecto fue el que más gustó. Las obras iniciaron en 1856. Con la colaboración de Gerardo Suárez, decoró la bóveda con escenas inspiradas en el Canto IV de la Divina Comedia. En 1861 el gobernador Pedro Ogazón le cambió el nombre al teatro, de «Alarcón», por «Degollado», en honor al general Santos Degollado, muerto en batalla.
«El teatro Degollado» se inauguró (sin terminar) el 13 de septiembre de 1866, actuó la compañía de ópera de Annibale Bianchi, y la mejor soprano de México, Ángela Peralta cantó Lucía de Lammermoor, de Donizetti.
Con el éxito de la obra del teatro, mucha gente de las mejores familias de Guadalajara le solicitó la construcción de mausoleos en el panteón de Belén. Realizó los retratos al óleo de los obispos Pedro Espinosa e Ignacio Mateo Guerra, que se conservan en la catedral, y la gran pintura del Santo Cristo en la Capilla de la Fábrica Textil de Atemajac.
Jacobo Gálvez, alcanzó a ver terminado el teatro Degollado en 1880. Dos años después, una pulmonía fulminante segó su vida el 29 de junio. Como sucede con los grandes genios del arte, murió en la pobreza.