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julio 23, 2024

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Por una industria que acredite al artesano

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Por: Adriana Castillo Cota

Directora General de LUO

@luo_mexico

Cuando se me presentó la oportunidad de estudiar un intercambio en ÉCAL, en Lausanne, Suiza, mi enfoque hacia el diseño era totalmente distinto. Me interesaban los aspectos técnicos de los procesos de fabricación y la parte conceptual de la generación de nuevas ideas.

Sin embargo, cuando conocí lo que englobaba la disciplina de diseño de lujo y artesanía se abrió ante mí, como una caja de pandora, un interés que iba más allá de conocer los procesos y que involucraba hacerme parte de la gran cadena del mundo del lujo.

Estudié el máster Luxury Design and Traditional Craftsmanship en esa misma universidad, no sin antes haber realizado una investigación profunda de la historia de las marcas de lujo y haber tomado incluso un diplomado en el Instituto Marangoni de Milán acerca del negocio de las marcas, en particular de marcas de moda.

Aprendí entonces la importancia de los procesos manuales y técnicas artesanales para las marcas de lujo. Estando lejos, era imposible no pensar en la gran riqueza artesanal con la que contamos en México y me convertí en embajadora de mi rica herencia cultural.

Cuando platicaba a mis colegas sobre los procesos con los que contamos o explicaba las técnicas artesanales, me hacía la misma pregunta: ¿qué es lo que hace que en otros países con menor cantidad de técnicas artesanales, el diseño haya evolucionado a tal manera? ¿es acaso la amplia cantidad de técnicas artesanales lo que nos impide enfocarnos y especializarnos en una sola para explotarla hasta adueñárnosla?

A mi regreso a México pude explorar de una manera más organizada y fundamentada por qué no logramos como país potenciar a los grandes maestros artesanos mientras que otros países los alaban y cuidan como un verdadero tesoro en sus sociedades. Las marcas de lujo más reconocidas del planeta se encargan de enaltecer sus técnicas y la habilidad de sus manos, cuando los diseñadores emergentes sueñan con elaborar prototipos con ellos.

Si nos vamos al trasfondo del problema, la realidad es que las técnicas desaparecen precisamente porque no se paga lo justo. Para ellos es más rentable dedicarse a otra cosa que a la artesanía y así una técnica que fue transmitida de abuelo a padre, y de padre a hijo, se pierde.

Otra de las realidades es que nuestros artesanos no tuvieron la oportunidad de estudiar a veces ni secundaria, mientras que en otros países se ofrecen carreras técnicas para el aprendizaje de disciplinas tales como carpintería, vidrio soplado e incluso tejido. Es esto lo que, además de mejorar sus técnicas, les enseña un programa de orden e incluso hasta llevan materias de costos y finanzas.

Nuestros artesanos, a pesar de todo, trascienden y la mayoría busca superarse. Es ahí que entra el verdadero trabajo del diseñador: solucionar problemas a través del diseño es lo más satisfactorio en esta profesión.

Mi socia y yo, al ver esta gran área de oportunidad, decidimos no solo diseñar productos, sino crear herramientas para la mejora de sus talleres, de sus técnicas y de su calidad de vida y, por lo tanto, obtener productos de mayor calidad.

Mariana, mi hermana y socia, se encuentra en estos momentos en Japón, apoyada por el gobierno japonés y mexicano cursando un diplomado para el aumento de la productividad y el control de calidad en todos los ámbitos empresariales.

Considero que esto potenciará aún más nuestro alcance para con nuevas herramientas de trabajo, para impactar a más familias de artesanos y, a su vez, para acercar a nuestros consumidores técnicas artesanales y, sobre todo, productos que, además de vestir espacios, dejen una huella social y habiliten nuevas oportunidades para quienes hasta ahora han sido apartados en el diseño, pero que en realidad deberían ser la joya de la corona.

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