Por: Gonzalo Oliveros
Enrique Alfaro puede estar tranquilo, lejos del bullicio y turbulencia de la campaña de Ricardo Anaya, de los tropiezos de López Obrador (mínimos aun dentro de su tercer intento para ser presidente) y el declive del PRI y su candidato presidencial, el verdadero general de Movimiento Ciudadano sigue con paso seguro hacia Casa Jalisco.
Mucho de ello se debe a los talentos que tiene el exalcalde de Tlajomulco y Guadalajara; pero si hablamos de honestidad, el terrible sexenio del PRI a nivel federal intoxicó toda posibilidad para el Revolucionario Institucional de ganar Jalisco una vez más.
Miguel Castro es un buen candidato. Honesto, cercano a la gente, con idea y frescura, Castro podía ser tan distinto a lo que es tradicionalmente priísta que tendría grandes posibilidades en una sociedad donde las siglas PRI no mancharan todo lo que tocan. No es este el caso, Castro está más cerca de la pérdida que del triunfo no por él, sino por la tropezada relación actual de su partido con la sociedad.
A ello, agreguen la cantidad de notas y periodistas vendidos o aniquilosados que le pintan un futuro prometedor en espera que no los saquen de la nómina de publicidad oficial. Ustedes saben quiénes son, no tienen pudor por encubrir en sus programas de radio y televisión o en sus columnas de prensa quién les pagó el yate donde pasaron sus vacaciones en Vallarta.
Carlos Lomelí no tendría posibilidad alguna de no tener a su lado a Alberto Uribe. Astuto y habilidoso como Alfaro, Uribe hará todo por ganar la plaza no para el candidato de MORENA al gobierno local, sino para dar a López Obrador el oxígeno necesario en occidente no solo para ganar la presidencia, sino para poder presionar al gobierno alfarista.
El PAN de Jalisco vaticina lo que sucederá si Anaya pierde ante López Obrador. Fuera de rumbo y tiempo, su candidato no pinta y recoge los trozos que, durante un sexenio, no lograron pegar para tener una propuesta coherente hacia el electorado.
Nada que sorprenda, es la constante de un partido cuya cabeza dejó la silla pero no el poder. Su nombre, Juan Sandoval.
Al final, si el pronóstico de encuestas y sondeos se solidifica, Alfaro podría convertirse en el primer gobierno de Movimiento Ciudadano a nivel estatal, listo para confrontarse con López Obrador y Kumamoto, en trampolín para 2024. Eso, si la marea no hace fraguar el proyecto… o al país.