Por años se pensaba que la mejor forma de heredar a nuestros hijos era por medio de dinero, negocios o bienes inmuebles, lo cual posee una buena dosis de lógica, sin embargo, en la actualidad existe una importante distancia respecto de este concepto.
Incontables han sido los ejemplos de casos en los que la herencia fue meramente económica y en poco tiempo desapareció. Otro ejemplo son aquellos afortunados que ganan un premio en la lotería y en un plazo corto el dinero que reciben termina por esfumarse.
En nuestro mundo globalizado ya no basta con tener un título universitario, si no lo cree así, le hago referencia a las estadísticas que demuestran la realidad de muchos jóvenes estudiantes, quienes tratan de encontrar un buen empleo, abriéndose paso en el ámbito empresarial, en bastantes casos, por desgracia, sin conseguirlo.
Hoy la mejor herencia es, sin duda, tener la capacidad de dotar a nuestros hijos de una educación de alto nivel, proporcionarles la base para que estén en posibilidades de luchar por incorporarse al sector de la productividad, resultando lamentable ver la enorme deserción en materia de estudios que existe por causas tan naturales, pero que parecerían totalmente desconocidas para nosotros.
La principal causa para que un estudiante abandone su educación es la falta de planeación de los padres para afrontar el tremendo cambio en costo de colegiatura de la preparatoria a la universidad. Por ejemplo, una preparatoria de reconocido nivel tiene un costo mensual aproximado de entre cuatro mil y seis mil pesos mensuales, mientras que la mensualidad de una institución universitaria está por encima de los 14 mil pesos, y si el estudiante elige prepararse fuera de su localidad, la suma se duplica y ni qué decir si la elección es el extranjero, la cantidad puede alcanzar 35 mil dólares anuales.
En gran medida lo antes mencionado provoca que los estudiantes, al verse limitados para ingresar a la universidad que anhelaban, a la que van sus amigos de generación, entre otros factores objetivos y subjetivos, desistan y prefieran buscar trabajo, abandonando así el sueño de titularse, convirtiéndose en un número más de las estadísticas.
Hay razones aún más críticas, de común presencia en nuestras vidas, las cuales alejan de los estudios: la enfermedad o accidente del padre o madre, hecho que hace perder la capacidad de generar ingresos, y con esto, de inmediato, el nivel económico no permite continuar con los estudios, obligando al joven que vive estas circunstancias a retirarse de las aulas para conseguir un empleo.
Son incontables los problemas que la falta de educación genera y resulta incomprensible que existiendo herramientas de alto alcance, como los fondos de ahorro para este fin, mejor conocidos como becas educacionales, mismos que pueden ser administrados por prestigiadas compañías aseguradoras, no se recurra a ellos por falta de conocimiento.
La mejor herencia es educar a nuestros hijos. Ahora bien, una herencia no es obligatoria, siéntase tranquilo de que no será exigido a otorgar bienes a sus hijos, sin embargo, cuando hablamos de educación, debemos aclarar que ésta no es una herencia, sino que constituye una obligación, o dicho con precisión, un acto de amor.