A finales del siglo XX e inicios del XXI empezó a notarse un incremento en la incidencia de enfermedades vinculadas con el estrés. Los médicos lo relacionaban con la carga laboral e incluso problemas familiares. Con el paso del tiempo y algunos estudios realizados se percataron de que la mayoría de los casos tenían su origen en la mala alimentación y el sedentarismo, efectos que se hicieron notar de inmediato en la falta de resultados positivos en las empresas respecto de los objetivos establecidos. Los hallazgos de los análisis concluyeron que las personas con estrés disminuyen su rendimiento laboral hasta en 40%, ocasionando importante pérdidas para las compañías.
Afortunadamente para los trabajadores y empresarios, han crecido las ofertas de programas de entrenamiento que favorecen la disminución de este problema, mejorando considerablemente los resultados personales y empresariales. Muchos de ellos no representan un gasto elevado para los empleados y/o empresarios que quieren mejorar su calidad de vida e ingresos económicos, ya que al decrecer el estrés laboral el individuo gana confianza, agiliza sus sentidos, tiene más capacidad de coordinación y sobre todo, toma mejores decisiones.