A lo largo de más de cuatro décadas, don Gustavo de la Garza Ortega ha reunido una colección que cuenta cómo la humanidad aprendió a comunicarse.
Esa creciente curiosidad dio paso al Museo de Telecomunicaciones (MUTEL), una exhibición virtual que recorre desde las señales de humo y los tambores, hasta la fibra óptica y la inteligencia artificial, revelando cómo la tecnología conecta al mundo.
Cada pieza tiene vida propia. Más de 200 objetos en 3D y cientos de fotografías interactivas exponen la evolución de las telecomunicaciones. Es un recorrido que evidencia cómo detrás de cada innovación hubo mentes inquietas y audaces, como la del propio don Gustavo.

Este museo no solo exhibe objetos: exhibe experiencias y logros humanos. Ahí está el primer radio beeper, que revolucionó la comunicación en México.
Desde cualquier parte del mundo es posible recorrer sus salas virtuales, descubrir la esencia de las ondas hertzianas, aprender los secretos de los primeros telégrafos o entender la evolución que llevó al celular y a la transmisión de eventos en tiempo real.
Solo alguien con la visión de don Gustavo podía transformar una colección en un museo que no solo narra la historia de las telecomunicaciones, sino que también inspira, enseña y conecta generaciones.
Tesoros que comunican
Un castillo francés, un grupo de niños correteando por el patio y un empresario regiomontano que, entre curiosidad y obstinación, ofreció 500 dólares a quien le encontrara un telescopio en algún rincón.
Se trataba de los legendarios telescopios Chappe, que las voces expertas aseguraban que solo existían seis en el mundo. Dispuesto a demostrar lo contrario, don Gustavo de la Garza Ortega lanzó la oferta a los lugareños.
“Con tan buena suerte, antes de terminar mi viaje ya tenía tres telescopios Chappe en el hotel. Los había pagado con 500 dólares y me los traje para México”, recuerda, aún contagiando la chispa que lo llevó a esta aventura.
Don Gustavo contextualiza la magnitud de este hallazgo: a finales del siglo 18, durante la Revolución Francesa, Claude Chappe inventó un sistema de transmisión de mensajes que adelantó su tiempo.

“Creó torres enormes, como los molinos de Holanda, con brazos articulados que podían tomar 92 posiciones distintas y nueve códigos diferentes”, dice.
Cada código estaba destinado a un tipo de mensaje: militar, religioso, transportista o particular. Lo que antes tardaba 10 días en recorrer mil kilómetros, gracias a las torres Chappe llegaba en apenas ocho horas.
“Fue un avance brutal, extraordinario. Tan extraordinario que Napoleón lo utilizó para avisar a sus generales de moverse, retirarse o avanzar según la situación en el campo de batalla”, añade.
La pieza más valiosa del museo
El empresario recorrió Francia y se reunió con expertos en el tema. “Cuando visité al especialista en Chappe, me enseñó los planos, mapas y rutas de las torres. Me dijo que daría la mitad de lo que tenía por tener uno de los telescopios originales. Y pensé: ‘¿por qué no buscarlo?’”, relata.
Estas torres Chappe no son solo objetos; simbolizan la búsqueda constante de la humanidad por superar las barreras del tiempo y la distancia
“Son, sin duda, de las piezas más valiosas del museo, porque representan el ingenio humano y cómo la necesidad de comunicarnos siempre nos ha impulsado a innovar”, concluye.
En el MUTEL, los visitantes pueden explorar réplicas digitales en 3D, girar los brazos y comprender la lógica detrás de cada señal.
“Ver cómo funcionaban, girar los brazos, entender la lógica detrás de cada señal… eso es lo que quiero que la gente experimente”, dice don Gustavo con entusiasmo.
El sentido de un museo único
El MUTEL no es un museo convencional. Nació digital, en 2022, y desde entonces está disponible de manera gratuita en línea, con un acervo que combina 200 piezas en modelos 3D y más de 800 fotos.
La idea surgió de una inquietud que acompañó a don Gustavo siempre: la necesidad de explicar las bases de la comunicación.

“Yo creo que la razón principal por la cual fundé el museo es porque estoy convencido que la gente no entiende todavía lo que son las telecomunicaciones”, cuestiona.
Más que un acervo, MUTEL es un recorrido didáctico: desde las señales de humo binarias de las tribus hasta la inteligencia artificial. Una experiencia que combina historia, pedagogía y tecnología inmersiva, con la visión de que cualquiera pueda entender —y disfrutar— cómo la humanidad aprendió a comunicarse.
Don Gustavo como parte de la historia
Lo extraordinario del MUTEL es que no solo muestra piezas antiguas: también incluye la propia innovación de su creador. Don Gustavo fue pionero de las telecomunicaciones en México: creó Radio Beep para impulsar este medio de comunicación, y más tarde fundó Marcatel, empresa clave en la apertura de las telecomunicaciones en el País.
“Me llena de orgullo ser parte de esa cadena evolutiva. Tener un escalón en medio de esos personajes que transformaron las telecomunicaciones es algo que me emociona mucho”, reconoce.
El camino no estuvo exento de dudas. En los años 60, cuando viajaba semanalmente a la Ciudad de México en busca de concesiones para el radio beeper, su propio padre le pidió en tono severo que se enfocara en algo serio, porque ya era un padre de familia.
“Me sacó a la banqueta y me dijo: ‘déjate de sueños guajiros y ponte a trabajar’. Me quedé muy pensativo, pero entendí que solo yo sabía lo que estaba construyendo. Decidí seguir adelante”, relata.
El tiempo le dio la razón. Años más tarde, su padre escribió en su libro de visitantes distinguidos: ‘Gustavo, has superado con creces lo que siempre esperé de ti. Padre orgulloso’.
El empresario se emociona hasta las lágrimas al recordar ese capítulo.
Nada es para siempre
En el año 2000, durante una cena, don Gustavo tuvo un encuentro que lo marcó: conversó con Bill Gates, quien le dijo: “El cambio que va a haber en las telecomunicaciones en los próximos 20 años va a ser mayor que el que ya hubo hasta nuestros días”.
Esa afirmación lo hizo reflexionar sobre la rapidez con la que la tecnología transforma la comunicación y la necesidad de no quedarse dormido en sus laureles.
Su Radio Beep había sido un éxito rotundo en México, el primer sistema de beepers que permitió mensajes instantáneos en todo el País.
“Competía contra el silencio, contra la distancia, contra la incertidumbre. Fue una luz que iluminó el horizonte”, recuerda don Gustavo.

Cada mensaje enviado representaba una pequeña revolución en la manera de comunicarse, favoreciendo negocios, recordatorios y la vida cotidiana de miles de personas.
Pero el tiempo y la innovación no se detienen. La llegada del celular y los SMS desplazó su creación. “El celular vino y opacó esa luz, pero eso no disminuye el valor de lo que hicimos.
Parte de la historia que hoy exhibimos en el museo es justamente cómo un invento puede transformar la vida y luego ceder el lugar a otra tecnología”, dice.
Documentar la historia de las telecomunicaciones
Lejos de desanimarse, don Gustavo vio la oportunidad de documentar esa evolución. Su mirada se centró en las telecomunicaciones modernas: redes de fibra óptica que conectan estadios, televisoras y permiten transmitir eventos en tiempo real a millones de personas.
Al frente de Vívaro, su empresa, construyó una red de 276 mil kilómetros de fibra óptica, que ha transmitido Juegos Olímpicos, Mundiales de futbol y hasta el histórico rescate de los mineros de Chile, en 2010.
Con orgullo recuerda que esa transmisión fue vista por más de 3 mil millones de personas, “el programa más visto en la historia de la humanidad”, de acuerdo con las cifras de don Gustavo.
Para él, registrar este recorrido en el MUTEL no es solo una cuestión de nostalgia: es un legado educativo. Cada visitante puede comprender la magnitud de los avances, cómo la curiosidad y la innovación humana han impulsado la comunicación y cómo cada generación deja su huella, desde el primer Radio Beep hasta la inteligencia artificial.
Don Gustavo no solo transformó la comunicación en Monterrey; también contribuyó a democratizar la telefonía en México y fue clave en la eliminación de la tarifa de interconexión que encarecía las llamadas de larga distancia.
“Creo que debería haber en cada plaza del País una escultura a mi nombre por haberles salvado de pagar la larga distancia por el resto de sus vidas”, dice entre carcajadas.
Tesoros a la vista
Hoy, a sus 88 años, don Gustavo abre al mundo su colección, con piezas que ha comprado en sus viajes por todo el mundo.
El MUTEL se puede “visitar” desde una computadora o dispositivo móvil, en un recorrido interactivo donde las piezas se pueden girar y explorar, hasta leer sus etiquetas originales.
“He revisado cada línea para que no se aparten de la verdad técnica. El museo tiene dos versiones: una básica y otra especializada para universitarios. La idea es que cualquiera pueda entenderlo”, explica.
Entre sus tesoros se encuentran el primer telégrafo, el primer fax, teletipos que acompañaron el nacimiento de los ferrocarriles y, por supuesto, los telescopios Chappe. Todo en orden cronológico, para mostrar cómo cada innovación desplazó a la anterior.
Don Gustavo busca un espacio físico para MUTEL
Aunque nació virtual, el MUTEL tiene un sueño pendiente: abrir sus puertas en un espacio físico de al menos 3 mil metros cuadrados.
Don Gustavo lo imagina como un recorrido educativo donde el visitante entre por una puerta sin conocimiento del tema y salga con pleno entendimiento de las telecomunicaciones.
“Ese es mi sueño ahora. Ojalá no se me acabe la vida antes de lograrlo”, confiesa.
Mientras llega ese día, su legado sigue en línea, al alcance de todos. “Visitar el MUTEL es divertido y es cultural. No solo sales más preparado, también sales más divertido”, resume.
Con la serenidad de quien ha marcado épocas, don Gustavo se despide con una petición simple: un espacio digno para albergar su acervo. Que surja algún valiente que facilite un espacio, ¿por qué no?
Esta historia, parece decirnos, sí que merece un hogar.

