Fotos por Alejandro Almaraz |
Todo comienza con una reservación por Instagram, la única vía para acceder. Una vez confirmada, recibes una palabra clave que debes decir en el desk principal; ahí te entregan una clave de acceso que abre la puerta —que parece un refrigerador a primera vista— hacia otro mundo.

Dentro, papel tapiz con tigres y figuras romanas enmarcan una barra elegante al fondo del salón, donde el DJ comparte protagonismo con los destilados premium.

Spiky es pequeño, apenas 25 personas, pero su concepto es grande: un homenaje al origen de los speakeasy, cuando el contrabando de alcohol viajaba oculto en latas de mejillones o sardinas. Aquí, esa historia se honra con latería gourmet, charcutería artesanal y bites tan sofisticados como el Old Fashioned de trufa, un trago de alto perfil que deja trazo en el paladar.

En esta aventura del maridaje nos acompañó Nacho Aceves, chef ejecutivo de Brava y también mixólogo, creador del icónico Seven, un drink con vermut antigua fórmula, laurel y aceite de oliva: profundo, elegante y con alma de ritual.
Entre los imperdibles, Awa, con Patrón Cristalino, Kalani Coco, lemongrass y foam de mango con cardamomo, seduce con su carácter tropical; mientras que el Madame Bombay, con gin Bombay Sapphire, butterfly pea, Licor 43, jugo de piña y aquafaba, resulta dulce, amable y de silueta degustativa.

El sommelier Julio Grinberg y el equipo de Brava participaron en el desarrollo del menú, creando tragos exclusivos que solo pueden disfrutarse dentro de Spiky, pues el concepto y la experiencia difieren por completo del comedor principal.

Spiky es un refugio para quienes disfrutan conversar bajito, brindar con intención y cerrar la noche con estilo.
Editor’s tip: Los mejillones con galletas saladas. Imperdibles.

