César Ramones encontró su destino entre micrófonos y sueños

Players of Life - Gravatar
5 Min Lectura

César Ramones descubrió su vocación mucho antes de saber que existía una palabra para describirla. Desde adolescente, el mundo de las caricaturas lo hipnotizaba.

“Yo veía series animadas y empezaba a reconocer las mismas voces en distintos personajes. En ese momento no sabía que eso se llamaba doblaje, pero ya había algo en mí que lo reconocía”, recuerda.

Su historia profesional comienza en Saltillo, donde estudió Ciencias de la Comunicación, carrera que —aunque no fue elegida pensando en el doblaje— lo acercó al universo del sonido, la actuación y la expresión. “Era la opción más cercana a lo que me gustaba. Las demás carreras me parecían polos opuestos”, dice.

Durante esos años formativos, la idea del doblaje permaneció como una chispa constante. Ramones veía entrevistas de voces icónicas como Mario Castañeda o René García, tratando de entender cómo se llegaba a ese mundo invisible pero poderoso. “Verlos hablar de su trabajo me alimentaba la curiosidad. Empecé a entender que detrás de cada voz había un actor, una historia, una técnica”, cuenta.

El salto: de la publicidad al doblaje

En 2015, tras terminar la universidad, Ramones decidió seguir esa corazonada y mudarse a la Ciudad de México. “Llegué con la intención de estudiar doblaje, pero las cosas no se dieron como esperaba. Se pospuso el curso y, por no quedarme sin hacer nada, me metí a trabajar en una casa productora. Fue mi primer contacto con la industria”, explica.

Ese giro lo llevó a moverse entre sets y castings, participando como extra y trabajando en comerciales. “Empecé desde abajo, en producciones pequeñas. Con el tiempo fui conectando con agencias y castineras, y eso me fue acercando poco a poco al medio.”

No todo fue sencillo. Los primeros intentos por estudiar doblaje se complicaron por imprevistos, horarios y hasta presupuestos.

“Más de una vez sentí que se me escapaba la oportunidad. Me pasó con el curso de Alfonso Obregón: por miedo a faltar, no entré. Y al final, el proyecto paralelo que tenía tampoco se concretó”, recuerda con una sonrisa resignada.

Fue hasta 2019 cuando finalmente decidió no postergar más su sueño. “Me dije a mí mismo: ya se te están pasando los años. Lo que viniste a hacer, hazlo. Si va a salir bien o mal, que sea ahora.” Ese mismo año estudió con Alfonso Obregón —voz de Shrek y Kakashi— y completó un taller intensivo con Lalo Garza.

Pandemia, pausa y persistencia

Su carrera parecía tomar velocidad, pero el 2020 trajo un freno abrupto. “La pandemia nos cambió el panorama. Los estudios comenzaron a grabar de forma remota y yo no tenía un home studio. Tenía el dinero, pero no el espacio para construirlo.”

Mientras muchos proyectos se detenían, Ramones se mantuvo activo en publicidad y grabaciones comerciales.

“Fue una época rara. Viajaba constantemente, hacía self-tapes, callbacks por Zoom… me mantenía en movimiento, pero no estaba haciendo doblaje.”

En 2021, con los estudios reabriendo, retomó su meta con fuerza. “Dije: ya. Es momento de hacerlo en serio.” Desde entonces, ha trabajado activamente en doblaje profesional, combinando su formación actoral con una voz que ahora da vida a múltiples personajes.

Una voz con propósito

Hoy, César Ramones entiende que su camino fue tan importante como el destino. “A veces pienso qué habría pasado si hubiera empezado antes, pero las cosas llegaron cuando debían. Cada experiencia me preparó para estar aquí.”

Su historia es la de alguien que escuchó su voz interior antes de que nadie más la oyera. Y en esa búsqueda —entre micrófonos, pausas y segundos intentos— encontró su lugar en el mundo del doblaje: un oficio que, como él mismo dice, “te enseña que la voz puede ser muchas cosas… pero cuando es auténtica, siempre se reconoce”.

Comparte este artículo