Lo más divertido de hablar con Mariana González es que pareciera que se podría seguir platicando por horas. Su personalidad, ligera y a la vez entera, se desborda al hablar de lo que más le apasiona: potencializar a los otros mediante el coaching integral y su filosofía de vida, la cual se basa en la autenticidad.
Nació el primer día de 1977 en Torreón pero ha vivido toda su vida en Saltillo.
“Tuve una niñez muy bonita, llena de recuerdos espectaculares”, compartió la mayor de cinco hermanos.
“Mi papá me contaba cuentos todas las noches, casi siempre de caballos porque él es charro”, mencionó con cariño.
Al recordar sus raíces, también destacó las influencias de su mamá Gloría García, empresaria con más de 40 años de trayectoria, y de su abuela Odis, como la llama Mariana.
“Ella me enseñó a buscar siempre el vaso medio lleno, a encontrar lo positivo en la vida. Su ejemplo de resiliencia y alegría ha sido una brújula en mi camino”, recordó.
La conexión con su familia y sus valores fomentaron su relación con la espiritualidad.
“Estudié en una escuela católica y desde muy chica sentí que había algo más allá. Eso despertó en mí una búsqueda constante por entender y mejorar”, señaló.
Mariana González: Poco convencional
Mariana cuenta que desde pequeña, mostró una inclinación natural por liderar y ayudar.
“Si había un concurso de baile en la escuela, yo organizaba y daba las clases. Incluso fui presidenta de la Sociedad de Alumnos en el Tec de Monterrey”, comentó con entusiasmo.
A pesar de su energía y creatividad, señaló que las expectativas sociales de la época limitaron su camino inicial.
“Quería estudiar Diseño de Interiores, pero me dijeron que no era una carrera ‘seria’. Terminé en Mercadotecnia, aunque mi corazón estaba en el diseño”, reflexionó.
Esta dualidad entre las expectativas externas y su propia autenticidad marcó un punto de inflexión en su vida. “Hoy entiendo que conectar con nuestro propósito no es algo que venga impuesto. Es una fórmula personal”, afirmó.
Balanza y congruencia
Profundizando sobre su andar en el mundo del coaching, Mariana comparte que ha llegado a una conclusión: lo que más trabajamos en nosotros mismos es, a menudo, lo que mejor podemos enseñar.
“Mi proceso ha sido sobre encontrarme, reconstruirme y reconocer mi propio valor. A partir de esta búsqueda, pude experimentar periodos más largos de bienestar y equilibrio, y esto me permitió sentirme lista para compartir mi aprendizaje con los demás. No fue algo inmediato; necesitaba ser congruente y vivir primero mi plenitud antes de transmitirla”, aseguró.
Mariana concluye que, al mirar a una persona, su enfoque no está en sus fallas, sino en su potencial.
“Es emocionante verlos florecer, como mi amiga pastelera que está a punto de abrir su propia pastelería después de identificar su pasión. Este tipo de experiencias me inspiran profundamente”, declaró.
Como madre de tres hijos, enfatizó que su mayor motivación es dejarles un legado de valores y autenticidad.
“Mi familia es mi pilar más importante. Mi esposo, José Antonio, y mis hijos, me inspiran a ser mejor persona y trabajar constantemente en mí misma”, concluyó.
“Me encanta impulsar a otros, ayudándolos a ver lo que quizá ellos mismos no reconocen. Es un gusto sentirme como un espejo que les devuelve su propia luz”
PLAYERS MUST
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