En el universo del arte, donde cada pincelada y cada escultura cuenta una historia, destaca la voz de María Gabriela Cárdenas.
A sus 23 años, esta joven curadora ha encontrado su lugar en el mundo, guiada por su pasión por el arte y un profundo deseo de conectar a las personas con las obras que admira.
“Desde pequeña, el arte ha sido una parte importante de mi vida.
Siempre lo he admirado y me ha despertado una gran curiosidad”, confiesa María Gabriela, cuyo amor por el arte la llevó a explorar sus distintas vertientes: desde estudiar técnicas y la historia del arte hasta trabajar directamente con artistas.
María Gabriela Cárdenas entrelazando a Carrington y Friedeberg con Saltillo
La inspiración de María Gabriela para adentrarse en el mundo de la curaduría surgió de su profunda admiración por el Maestro Pedro Friedeberg.
“Quise que más personas conocieran su increíble trabajo y se conectaran con su fascinante visión artística”, explica.
Fue así como, con el apoyo de un amigo galerista y de su padre, logró realizar la primera exposición de Friedeberg en Don Artemio, marcando un hito en su carrera.
Durante este año, la curadora también logró traer a Don Artemio una exposición muy exclusiva sobre la pintora surrealista Leonora Carrington.
Para María Gabriela, la curaduría es un viaje de descubrimiento constante. “Lo que más disfruto es conocer a artistas talentosos, aprender sobre sus técnicas y las historias detrás de sus obras.
Luego, compartir todo eso con otras personas, especialmente con quienes podrían convertirse en nuevos coleccionistas o admiradores”. Este proceso la llena de entusiasmo y le permite tejer puentes entre los artistas y el público.
El proceso de selección de obras para una exposición, detalla María Gabriela, comienza definiendo el tema o concepto. “Me pregunto qué quiero compartir, inspirar o transmitir con los observadores y asistentes”. A partir de ahí, elige un artista cuyas piezas reflejen esa visión.
“Seleccionamos obras que, en conjunto, representen una gran parte de lo que el artista ofrece, buscando variedad en técnicas y formatos para que cada pieza aporte algo único”.
Sin embargo, este trabajo no está exento de desafíos. El montaje de las piezas es, según María Gabriela, uno de los retos más grandes.
“Si las obras no se manejan correctamente, pueden dañarse, especialmente en áreas delicadas como las esquinas de los cuadros. Este proceso requiere el mayor cuidado y atención”, afirma, subrayando la importancia de la precisión en cada detalle.
Saltillo y el arte
El impacto de traer obras importantes a la ciudad de Saltillo ha sido notable.
“Cuando comencé, nunca imaginé que recibiríamos tanta aceptación ni que habría tanto interés. Estas exposiciones han permitido que las personas descubran y aprecien a los artistas y sus historias”, comparte con entusiasmo.
Más allá de ser eventos culturales, estas muestras han generado conversaciones y fomentado un mayor interés por el arte en la comunidad local.
De cara al futuro, María Gabriela ve un horizonte prometedor para el arte en Saltillo y en México.
“Saltillo siempre ha sido una ciudad llena de cultura, y creo que habrá una tendencia hacia la creación de espacios que impulsen a nuevos artistas y les permitan mostrar su trabajo”.
Esta visión optimista refleja su compromiso con el desarrollo cultural de su ciudad y su país.
María Gabriela Cárdenas es un ejemplo de cómo la pasión y la dedicación pueden transformar la vida de una persona y, al mismo tiempo, enriquecer la experiencia cultural de una comunidad.
Con cada exposición, ella invita al público a sumergirse en el mundo del arte, demostrando que este no solo es un reflejo de la belleza, sino también un puente hacia la comprensión y la inspiración.