Disfruta de la Columna de Luis Lindsey en nuestra edición de noviembre 2024.
Imagina entrar a Luum (www.luumlash.com), un salón de belleza en Oakland, California. Te recibe una especialista en pestañas.
Eliges el tipo que mejor te queda de una bandeja llena de hermosas pestañas, acomodadas una por una y listas para ser aplicadas.
Te recuestas en una mullida silla de alta tecnología, sintiéndote súper cómoda, mientras un brazo robótico, con mucha gracia, coloca extensiones una por una, pegándolas y curándolas individualmente.
Guiado por inteligencia artificial y una infinidad de sensores que garantizan tu seguridad, el robot analiza la forma de tu cráneo, la distancia entre tus ojos y su forma, seleccionando y pegando cuidadosamente cada extensión.
En cuestión de solo 50 minutos y por 170 dólares americanos, tus pestañas se transforman, logrando una apariencia natural e impactante.
En las últimas dos décadas, hemos visto cómo los robots han revolucionado las áreas de la salud. No es novedad escuchar que se realizan cirugías oculares con “bisturí láser”, por ejemplo.
Pero ahora esas tecnologías extienden su influencia al mundo de las mejoras cosméticas, transformando la forma en que se aplican las extensiones de pestañas con precisión.
Lo que antes era un proceso largo y artesanal, hoy tiene el potencial de convertirse en una experiencia relativamente rápida, segura y completamente personalizada. Todo gracias a la inteligencia artificial.
Este avance tecnológico ha sido posible gracias a la visión de ingenieros y especialistas en robótica que han adaptado sus conocimientos para crear valor en el mercado de la estética facial. El robot está inspirado en la precisión de una línea de ensamblaje de alta tecnología.
Realmente utiliza una combinación de sensores y algoritmos para colocar las pestañas con una perfección inigualable, como si se tratara de ensamblar componentes de alta precisión.
Sin embargo, detrás de esta innovación, surge una cuestión fundamental: ¿qué significa para los profesionales de la industria de la belleza? Por un lado, la tecnología abre nuevas puertas; por otro, plantea un desafío para quienes participan en el gremio: adaptarse a un entorno digital. Esto significa que los esteticistas ya no solo deben dominar las técnicas tradicionales, sino que también necesitan adquirir nuevas habilidades relacionadas con la operación y el mantenimiento de esta tecnología de punta.
Esta evolución no se trata solo de reemplazar manos humanas. Veo lejano el día en que un ingeniero mecatrónico aplique pestañas. El estilista que coloca pestañas de manera tradicional seguirá siendo necesario. Hay que elegir la pestaña, aconsejar al cliente, etc.
Sin embargo, el trabajo laborioso y delicado se lo dejamos a las máquinas. Esto permite aumentar la cantidad de tratamientos que se pueden vender por día y también mejora la experiencia, tanto para el cliente como para el profesional.
¿Realmente crees que colocar pestañas una por una es un trabajo relajado? ¡Naturalmente que no! Para el profesional que coloca pestañas es cansado, estresante y, con el tiempo, desgastante. Las máquinas sirven para aliviar nuestra carga.
Los primeros clientes de Luum que han probado esta innovadora técnica, no pueden sino maravillarse ante los resultados:
– “Se siente como un masajito en las pestañas”.- Nicky
– “Me quedé dormida en un sueño profundo”.- Cara
– “Me fui luciendo y sintiéndome increíble”.- Christine
A medida que esta tecnología se expande, es fácil imaginar un futuro donde los rituales de belleza se conviertan en experiencias de alta tecnología, donde la innovación y la belleza convergen para ofrecer resultados que de verdad no te imaginabas.
¿Y tú? ¿Dejarías que este robot te ponga pestañas postizas? ¡Cuéntame! lindseyluis@icloud.com.
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