María Rodero, enóloga y directora comercial de Bodegas Carmelo Rodero, ubicada en la reconocida denominación de origen Ribera del Duero en España, comparte su historia entre viñedos y el esfuerzo familiar que ha llevado a su bodega a convertirse en un referente del sector.
María, quien creció inmersa en el mundo del vino, recuerda cómo su padre, Carmelo Rodero, fundó la bodega en 1991 con un enfoque en la calidad del vino.
“Hemos visto el esfuerzo que ha habido que dedicar, y cómo la marca ha ido desarrollándose de manera orgánica”, dice con orgullo.
Este compromiso con la excelencia ha permitido a Rodero posicionarse en un mercado altamente competitivo, destacando por su producción limitada y su meticulosa viticultura en 170 hectáreas de viñedos.
Compromiso familiar
Para María, cada botella cuenta una historia.
“Cuando me dicen que han celebrado momentos especiales con nuestros vinos, eso es la mayor satisfacción”, comparte.
Esta conexión emocional con los consumidores es fundamental para la filosofía de Bodegas Carmelo Rodero.
Su dedicación no solo se centra en la calidad de la uva, sino también en el proceso de vinificación. La bodega se rige por una clara filosofía: cada detalle cuenta. Desde la elección de la uva hasta el embotellado, el objetivo es elaborar vinos que reflejen la esencia de la Ribera del Duero.
Elaboración de los vinos
La producción en Bodegas Rodero es un proceso meticuloso y artesanal. Todo comienza en los viñedos, donde se cultivan principalmente variedades de Tempranillo. La bodega realiza una viticultura cuidadosa, garantizando que la uva se coseche en su punto óptimo de maduración.
Este enfoque permite obtener una materia prima de alta calidad, que es esencial para elaborar vinos excepcionales.
Una vez en la bodega, el proceso de vinificación se realiza mediante un sistema de vinificación por gravedad, patentado por la bodega.
Este método minimiza el uso de bombas, lo que ayuda a preservar la integridad de la uva y produce vinos más finos y equilibrados. La uva es transportada a través de la gravedad, lo que evita la oxidación y garantiza que cada gota de vino sea pura y representativa del terruño.
Tras la fermentación, los vinos se maduran en barricas de roble francés de alta calidad. A diferencia de otras bodegas que utilizan barricas más viejas, en Bodegas Rodero se prefiere el uso de barricas nuevas, de no más de dos años, para resaltar la fruta y la frescura del vino.
Afrontar los retos
La enóloga también aborda el desafío que representa el cambio climático.
"Estamos en un ciclo de cambio, y hemos implementado sistemas de riego para enfrentar el estrés hídrico", explica.
La adaptación es crucial, y la bodega ha realizado perforaciones en las viñas para poder proporcionar riego por goteo en caso de sequías extremas. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, su filosofía se mantiene clara:
“La limitación de producción es clave. Nunca producimos más de 3,500 kilos por hectárea. Esto asegura la calidad de la uva y, por ende, del vino”.
Cultura del vino en México
En sus visitas a Monterrey, María ha notado un cambio notable en la apreciación del vino. “La gente tiene mucho más interés en el vino”, dice, destacando la importancia de la educación en la cultura vinícola.
“Hay que facilitar el acceso y crear una experiencia que invite a disfrutar del vino de manera cotidiana”.
María Rodero
María se siente como en casa en Monterrey, donde ha establecido relaciones cercanas con los consumidores y los restaurantes de la región.
"Es un lujo ver cómo el cliente se identifica con la marca, cómo la integra en sus celebraciones", comparte.
Su meta es continuar fortaleciendo esta cultura, colaborando con restaurantes de alto nivel que complementen la experiencia gastronómica con sus vinos.
La historia de Bodegas Rodero es una de perseverancia, calidad y una profunda conexión con la tierra. En cada sorbo, se siente la esencia de la Ribera del Duero y la pasión de una familia que ha hecho del vino su vida.
“Ver a la gente disfrutar de nuestros vinos es lo que nos impulsa a seguir innovando y creando”, concluye María, reafirmando su compromiso con la calidad y la tradición en cada botella que sale de la bodega.