Lee la columna más reciente de Josue Lavandeira en nuestra edición de septiembre 2024.
Una tendencia en la planeación urbana es considerar su impacto en la educación de las comunidades para las que se planea dicho desarrollo. Además, recientemente se ha comenzado a pensar que, dependiendo de este diseño, el impacto en resultados educativos positivos puede ser mayor.
Por lo tanto, una adecuada planeación de desarrollo urbano con la educación al centro del diseño se convierte en una útil herramienta para la promoción de una educación de alta calidad.
Estos enfoques usualmente incluyen soluciones que ayudan a construir vecindarios vibrantes y diversos, a reducir el flujo vehicular y los impactos ambientales del desarrollo urbano, y a incrementar la accesibilidad y conveniencia de espacios de educación para estudiantes y docentes.
Existen diseños urbanos que integran escuelas con bibliotecas públicas, centros comunitarios o clínicas de salud, incrementando la provisión de servicios públicos al mismo tiempo que se vinculan las capacidades de estas entidades, resultando en mayores beneficios para las personas que estudian allí y sus familias.
Otros desarrollos incluyen usos mixtos que fomentan el acceso a viviendas asequibles, oportunidades de empleo y amenidades sociales para comunidades marginadas de bajos ingresos, integradas con centros escolares como foco del desarrollo.
Un elemento a considerar es el diseño de espacios flexibles y adaptables que puedan facilitar el aprendizaje mediante distintos estilos, necesidades y actividades. Los espacios de aprendizaje en sí mismos deben ser considerados como configuraciones que representen las necesidades de las comunidades en las que se desarrollan.
De este modo, se convierten en un elemento viviente de ellas y fomentan la integración comunitaria, al mismo tiempo que atienden a las necesidades de sus constituyentes. En este sentido, también deberían ser espacios que puedan responder a necesidades específicas de sus estudiantes, integrando elementos de aprendizaje individualizado según las necesidades de las personas.
Muchos planteles escolares ya cuentan en su diseño con aulas modulares que pueden ser reacomodadas según el tamaño y la composición de los grupos de estudiantes, o áreas multipropósito que sirven como laboratorios, estudios o áreas de desempeño para actividades grupales de aprendizaje.
Algunas escuelas modernas tienen techos con jardines, huertos y espacios que pueden ser usados para aprendizajes que tienen que ver con el ambiente, sostenibilidad, captación de agua pluvial, etc., o como canchas deportivas, o extensiones de los espacios interiores de aprendizaje.
Un último elemento relevante en el diseño urbano centrado en la educación es la inclusión de componentes tecnológicos y de innovación. La tecnología puede mejorar las experiencias de aprendizaje y sus resultados al proveer acceso a información, comunicación, retroalimentación y habilitar nuevas formas de interacción, discusión, participación y evaluación.
La nueva normalidad escolar se compone de aulas inteligentes con pizarrones interactivos, dispositivos y sensores digitales que facilitan actividades de aprendizaje, ayudan a monitorear el progreso y a ajustar los ambientes de aprendizaje, así como herramientas tecnológicas que los estudiantes pueden usar para solucionar problemas complejos.
Finalmente, estos desarrollos deberán ser inclusivos y sostenibles. Al asegurar que todas las personas de la comunidad tengan un espacio que sientan suyo y al mismo tiempo procurar la reducción del impacto ambiental de dicho espacio y maximizar la eficiencia en el uso de recursos, el espacio en sí mismo se convierte en ejemplo de enseñanza para las personas de la comunidad y fomenta que elementos de inclusión y sostenibilidad sean normalizados para el desarrollo de cualquier proyecto urbano.