Por Edgardo López Huerta, socio MISHTECH Creative Business Agency
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Ig: edgardolh
Bueno, aquí estamos escribiendo en un vuelo con rumbo a la Ciudad de México. Es interesante escribir entre la espera, el ruido y el trajín de un avión, sobre todo entre el acomodo de pasajeros que, desesperados, buscan hacer magia para hacer que sus “pequeñas” maletas quepan en el compartimiento superior.
Y vaya que encontrar espacios hoy en día resulta un juego de tetris nivel diez. Las manchas urbanas se expanden cada vez más y requieren una oferta de servicios, vías de acceso y facilidades para poder crear entornos de vida.
Pero la cosa no queda aquí, porque tras las incómodas relaciones entre China y Estados Unidos, México queda en una posición privilegiada para recibir la producción que va y viene del país vecino. Es así que, con el reflector puesto en el flamante nearshoring del que todos hablan, será necesario abrirle espacio en nuestro juego de tetris a espacios que den soluciones logísticas para la producción tercerizada de bienes.
Esto me hace pensar en la fiebre del oro, la que se vivió en California, Estados Unidos, por ahí de 1850. El deseo acalorado de encontrar pepitas de oro volcó los sueños y esperanzas de personas ávidas de hacerse millonarios, pero, ¿quién fue el ganón de esto? ¿Quién resultó ganador durante la famosa fiebre del oro? Pues resulta que los amigos que pusieron el foco en vender picos y palas.
Sí, así como lo escucha. El incremento en la venta de estas herramientas para cavar el sueño de salir de pobre era inminente, uno de cien encontró su pepita, pero los 100 de 100 necesitaron y utilizaron palas y picos.
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La moraleja, cuando vemos que surge una industria o categoría, es que lo que siempre tendremos que ver con interés son las subindustrias que dan servicio a la macroindustria compuesta.
El concepto de movilidad está creciendo, incluso más rápido que su propia planeación. El cambio en los hábitos del consumidor, donde todo puede comprar a un click y ser entregado en la puerta de su casa en el menor tiempo posible, genera una movilidad desmedida.
De aquí surge una reflexión importante sobre cómo será movernos a un concepto de smart cities, que engloban diferentes soluciones tecnológicas para ayudar a replantear la vida en las ciudades.
Desde ideas para mejorar la calidad del aire, hasta semáforos con sensores que operan según la relación de autos/peatones a lo largo del día, el propósito de estas ciudades es volverse dinámicas y evolucionar constantemente con un objetivo al centro: ofrecer una mejor calidad de vida a sus ciudadanos, con servicios de alta calidad y sistemas eficientes y, al mismo tiempo, procurar la sostenibilidad hacia el futuro.
Las ciudades se hacen complejas y empezarán a requerir núcleos operativos que deben saber integrar de forma amónica interacciones entre habitantes y sus necesidades. Tal es el caso de los llamados parques industriales, estos complejos empresariales que por lo general están a las afueras de las grandes ciudades; pues sí, hoy los parques industriales son un producto caliente.
La demanda de centros logísticos y operativos que requieren compañías de la talla de Amazon en México, prácticamente no se cubren en ningún sentido. Son mínimos los complejos que están preparados como se debe, es así que para crecer aún existe mucha oportunidad.
Los parques industriales cada vez toman mayor relevancia, se vuelven también una apuesta visionaria de emprendedores que buscan encontrar nuevas formas de maximizar sus inversiones.
Estas grandes extensiones de tierra rentabilizan el espacio y permiten poner a trabajar el dinero de una forma segura, y lo mejor es que modelos, como el pull de inversionistas, muestran una vía interesante para capitalizar rendimientos, claro, siempre y cuando tengamos clara la reputación del desarrollador, como decía aquella campaña de publicidad: “ojo, mucho ojo” porque los “vendehumos” están a la orden del día.
¿Cuáles son las palas y picos de esta historia? Pues la creatividad es el límite mi querido lector, esto va desde pensar en tecnología, que es la columna vertebral de las smart cities, o los datos, que son el cerebro, donde saber recabarlos y explotarlos es pieza clave.
O podemos pensar soluciones más simplistas, pero no por eso menos importantes, como pensar en el ecosistema de servicios que requieren estos parques donde la gente que trabaja ahí quiere echarse una hamburguesa, una cerveza, o los más fitness que buscan un lugar donde entrenarse. Oportunidades, hay muchas, solo observe todo el movimiento que hay alrededor.
El marketing se trata de conexiones: encontrar y conectar las cosas, sus productos, con las necesidades de los clientes. Abrir los ojos, tener curiosidad y moverse decididamente puede ser esa pepita de oro.
Mientras tanto, ¡salud! (tengo que despegar).