¿Alguna vez te has detenido a calcular cuánta comida has consumido en tu vida? Si hacemos un simple cálculo, considerando que comemos alrededor de tres veces al día, llegaríamos a aproximadamente 1000 comidas al año.
Si multiplicamos esto por nuestra edad, en mi caso, 42 años, obtendremos un total de 42,000 comidas a lo largo de la vida. Sorprendente, ¿verdad?.
La mayoría de estas comidas comparten características comunes: estuvieron al alcance de nuestras manos, tanto en términos económicos como geográficos, nos gustaron, nos llenaron y las disfrutamos en compañía. Ahora comprendemos porque los programas intensivos de dieta de cuatro semanas suelen fracasar.
Cuatro semanas equivalen a 80 comidas, o en mi caso, apenas el 0.2% de todas las comidas de mi vida. Cambiar nuestros hábitos alimenticios requiere tiempo y paciencia, junto con la educación que típicamente no recibimos ni en casa ni en la escuela y menos con la abuela. Además, es crucial complementarlo con ejercicio, conciencia y un compromiso continuo.
No soy nutricionista ni pretendo ofrecer consejos específicos, pero me gustaría compartir tres estrategias que han sido efectivas para mejorar mi bienestar físico y que podrían ayudarte también:
1. Reducir el horario de comidas
Descubrí que no es necesario comer cada tres horas ni tener cinco comidas al día. Optar por dos comidas principales y un snack saludable es más que suficiente. Idealmente, trata de concentrar estas comidas en un período de ocho a diez horas, lo que te permitirá un período de ayuno intermitente de 14 a 16 horas. Este enfoque puede ayudar a controlar la ingesta de calorías y mejorar la eficiencia de tu metabolismo.
2. Bebidas sin azúcar
El cambio hacia bebidas sugar free puede ser un desafío, especialmente en México, donde las bebidas azucaradas son populares. Sin embargo, los beneficios de este cambio son enormes. Optar por café negro, agua y una variedad de tés puede ayudarte a controlar las calorías que consumes. Aunque los primeros meses son difíciles, con el tiempo, te acostumbrarás a estas alternativas y notarás una mejora en tu salud general.
3. Siempre ten opciones
En ocasiones, como viajes de negocios o personales, no tienes control total sobre las comidas que se sirven. En estos casos, la planificación previa es clave. Siempre lleva contigo opciones saludables para evitar caer en tus hábitos alimenticios anteriores.
Esto te permitirá mantener tu compromiso con una alimentación más equilibrada, incluso en situaciones desafiantes.
Hoy en día, se observa un creciente interés en la alimentación consciente, ya que se reconoce cada vez más como uno de los principales impulsores de la energía y la salud. Una analogía adecuada es pensar en nuestro cuerpo como una máquina o un motor de combustión.
El combustible que le proporcionamos tiene un impacto directo en su rendimiento y durabilidad. De manera similar, lo que comemos y bebemos influye significativamente en nuestra salud y bienestar a largo plazo.
Recuerda que cada elección alimentaria cuenta y puede marcar la diferencia en tu bienestar general.