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noviembre 24, 2024

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Nuevas y viejas globalizaciones – Arturo González González

La globalización no es exclusiva de nuestro tiempo, ha habido otras globalizaciones en el pasado, y estos procesos han sufrido retrocesos para, a la postre, engendrar nuevas dinámicas globalizadoras.

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Es común que creamos que la globalización es un fenómeno propio de nuestra época, progresivo e irreversible. Pero no es así. La globalización no es exclusiva de nuestro tiempo, ha habido otras globalizaciones en el pasado, y estos procesos han sufrido retrocesos para, a la postre, engendrar nuevas dinámicas globalizadoras.

Cada una de ellas ha sido liderada por agentes estatales y privados que cuentan con suficientes recursos para organizar el sistema internacional durante algún tiempo. La comunicación, el transporte, la cultura y el comercio son las actividades que más evidencian la integración mundial. Un antecedente de las globalizaciones modernas es la mundialización del siglo II de nuestra era.

El mundo conocido, que entonces abarcaba la franja media de Eurafrasia, la “isla mundial”, se conectó en un entramado de contactos directos e indirectos que hizo cobrar conciencia a sus habitantes de realidades antes desconocidas.

De China a Roma, con escala en India y Persia, una red de caravanas dio forma a la Ruta de la Seda que permitió el comercio entre Oriente y Occidente de productos como la famosa fibra de gusano, el jade, vidrio, diamantes, cornalinas, coral rojo, tinturas, incienso… y el oro en numerario para pagarlas.

Era un comercio que se daba a paso de caballo y camello o, en menor medida, a impulso de remo. Si bien la producción de libros –en realidad pliegos, papiros y pergaminos– contribuía a la difusión de las ideas, éstas circulaban por las rutas principalmente en voz de comerciantes, filósofos y místicos.

La oralidad dominaba la comunicación y así se propagaron las corrientes filosóficas y religiosas nacidas en la Era Axial, cuando la humanidad alcanzó su madurez intelectual.

Tuvieron que pasar catorce siglos para ver un salto cualitativo en las mundializaciones. Con la conquista de América por parte de las monarquías ibéricas, el siglo XVI vio nacer la primera globalización de la historia. Por primera vez los contactos internacionales alcanzaron los cinco continentes.

El galeón se convirtió en el medio de transporte característico del comercio mundial, que cargaba en sus bodegas principalmente plata y oro de América, especias de las Molucas, porcelana de China, marfil y telas lujosas.

Tras la imprenta de Gutenberg, el libro impreso cobró protagonismo como el gran difusor de las ideas religiosas y políticas que adquirieron una firmeza y trascendencia sin precedentes al ser plasmadas con precisión y reproducidas masivamente.

La lectura dejó de ser privilegio de sacerdotes y nobles para alcanzar a las capas burguesas y populares de la población que comenzaron a hacer sus propias interpretaciones de las ideas y a crear y difundir las suyas.

El siglo XIX fue el siglo de la globalización británica. El Reino Unido se puso a la cabeza del mayor imperio colonial de la historia, con territorios en cada continente. Con la marina de guerra más potente y un inusitado poder económico basado en la revolucionaria industria, modeló un mundo que se movía por mar en barco de vapor y por tierra en ferrocarril.

El carbón, el acero y el algodón se convirtieron en los insumos emblemáticos de la época, mientras que la fábrica sustituyó al taller como unidad productiva dominante. La impresión se sofisticó para permitir la producción masiva de publicaciones periódicas de consumo efímero.

El siglo XIX es también el siglo de la prensa, la cual permitió conocer con detalle y prontitud el acontecer social de diversas latitudes. Un gran apoyo para los periódicos, pero sobre todo para las finanzas que se diversificaron y aumentaron su peso en la economía, fue el telégrafo.

Como hoy la fibra óptica submarina del internet, los cables telegráficos intercontinentales conectaban al mundo al instante. Las guerras mundiales acabaron con la globalización británica.

La Guerra Fría dividió al mundo en dos… hasta los años 80, cuando surgió la hiperglobalización liderada por Estados Unidos. Sus rasgos nos son familiares: movilidad y producción basadas en hidrocarburos; el plástico como símbolo del consumismo; una civilización de autos y aviones marcada en la cultura por el espectáculo de masas con el cine, la televisión e internet como protagonistas.

Nunca antes habíamos estado tan integrados y conectados. Pero la hiperglobalización ha retrocedido a punta de crisis económicas, ambientales, nuevas guerras expansionistas, una pandemia y crecientes tensiones geopolíticas. De los restos de la vieja globalización nace una nueva era global.

¿Cuáles son sus rasgos? De lo que se alcanza a ver: multipolaridad, integración económica regional, mayor impulso a las energías renovables, semiconductores como insumo clave del aparato tecnoindustrial y movilidad autónoma como nuevo paradigma.

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