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julio 3, 2024

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Queremos romper la brecha intergeneracional de la pobreza – Martha Herrera

La brecha intergeneracional de pobreza se refiere a la transmisión de la situación de pobreza de una generación a otra, perpetuando un ciclo de desventaja socioeconómica significativa en los hijos de las familias de los estratos más bajos.

Por

Martha Herrera González
Secretaria de Igualdad e Inclusión y coordinadora del Gabinete de Igualdad para Todas las Personas

En Nuevo León, el 44% de los hijos de padres pertenecientes al 20% de los hogares del grupo más bajo de la escalera social, se quedarán ahí toda su vida. Y esto se complica aún más cuando la movilidad social de este país es la más baja de la región El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) define la movilidad social como “los cambios que experimentan las personas en su condición socioeconómica”.

Es decir, es el ascenso en la escalera social de la posición socioeconómica de las personas respecto a la posición que alcanzaron sus padres. Por otro lado, la brecha intergeneracional de pobreza se refiere a la transmisión de la situación de pobreza de una generación a otra, perpetuando un ciclo de desventaja socioeconómica significativa en los hijos de las familias de los estratos más bajos, quienes tienen mayores probabilidades de encontrarse en una situación de pobreza en comparación con aquellos que provienen de familias con mayores ingresos económicos.

Ambos conceptos plantean cuestiones fundamentales acerca de las circunstancias externas y contextos situacionales de las personas, que están más allá del papel que desempeña el esfuerzo individual en los resultados socioeconómicos y que reconocen que las condiciones iniciales en las que nacen las personas influyen en las oportunidades económicas y sociales a las que pueden acceder.

Considerando que las condiciones estructurales influyen en las oportunidades económicas y sociales de la gente, ¿cómo puede el sector privado en Nuevo León implementar estrategias innovadoras y disruptivas para generar un impacto transformador y catalizador de la movilidad social y la superación de la desventaja socioeconómica en las generaciones futuras? Y ¿de qué manera la iniciativa privada puede asumir un liderazgo efectivo y audaz en los desafíos públicos?

Algunas de estas alternativas de solución radican en la construcción de alianzas estratégicas que permiten a las empresas colaborar con instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil, gobierno y comunidades para desarrollar respuestas integrales que aborden la desigualdad y la pobreza.

Esto se logra a través Columna de la responsabilidad social corporativa con la creación de programas de empleo desde la diversidad y emprendimientos inclusivos, centrando la educación de calidad como pilar fundamental y transversal para el desarrollo de las personas desde etapas tempranas hasta la educación superior, y brindando oportunidades de cuidados y aprendizaje para subir peldaños en la escalera de la movilidad social.

Asimismo, la importancia de la educación como motor de la movilidad social y cómo la transmisión intergeneracional de esta puede impulsar la movilidad ascendente en las siguientes generaciones quedó plasmada en las investigaciones de Lima y Yalonetzky (2015).

Por lo tanto, si queremos romper con la brecha intergeneracional de la pobreza, es importante que sector privado y la academia, desde un rol social, sumado con el rol que cierra las brechas de las carencias en alimentación, salud, educación, ingreso y vivienda, trabajemos en el fortalecimiento de los recursos en materia educativa, lo cual se refleja principalmente en mayor infraestructura, escuelas, transportes, materiales y docentes calificados.

Además, con base en diversos análisis del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (2020), sabemos que la asignación de recursos a la infraestructura educativa tiene un impacto redistributivo positivo al generar ventajas significativas para los segmentos de la población menos privilegiados.

En resumen, invertir en el acceso a una educación de calidad es invertir en la movilidad social de las comunidades en su conjunto, al construir cimientos sólidos para generar entornos inclusivos donde cada persona, sin excepción, tenga el poder de alcanzar su máximo potencial y hacer realidad sus sueños sin que la pobreza sea su impedimento.

No me cabe duda que esta suma de voluntades nos llevará a una eficiente colaboración donde las distancias se harán más cortas para alcanzar esa gran aspiración que tenemos por convertir Nuevo León en el mejor lugar para nacer, crecer, educarse y vivir para todas las personas.

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