¿Alguna vez has pensado cómo las filosofías antiguas y las prácticas modernas de fabricación pueden cruzar sus caminos? Hoy, quisiera unir los conceptos de la filosofía taoísta con la estandarización en nuestras industrias.
Comenzaremos con una breve visita a la antigua Grecia, hogar del famoso Sísifo. Según la mitología griega, Sísifo fue condenado a empujar, durante todo el día, una enorme roca cuesta arriba, solo para verla rodar de nuevo a la base al ocultarse el sol. Así por toda la eternidad. La condena de Sísifo es trabajar sin sentido ni propósito eternamente. ¿Te parece familiar?
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En las fábricas, luchamos fuertemente por la estandarización. Normas, procedimientos y certificaciones se establecen para mantener la variabilidad al mínimo y garantizar la calidad de cada pieza producida. Sin embargo, hay un riesgo. Cuando se siguen ciegamente, estas prácticas pueden convertirnos en un Sísifo moderno, empujando rocas industriales sin sentido ni propósito, haciendo las cosas por hacer.
Ahora, permíteme llevarte a la China antigua, hogar del taoísmo. Este sistema filosófico nos enseña que perder el propósito, el Tao, nos lleva a una rutina ciega, que nos conduce al caos. Las normas y procedimientos, es decir, los rituales de nuestra fábrica, son solo la cáscara de nuestra fe auténtica en el camino de la eficiencia y efectividad.
Entonces, ¿qué tiene que ver el Tao en nuestras industrias occidentales?
Sísifo, está fuera del Tao: trabaja por trabajar. ¿Cómo seguir el Tao nos evita convertirnos en Sísifos? La respuesta radica en comprender y mantener nuestro propósito. Las normas y procedimientos no son más que herramientas para lograr nuestros objetivos. No son el camino, no son nuestro Tao.
Debemos entender el porqué de nuestras acciones. Cuando llevemos a cabo una auditoría o califiquemos la pieza número 1,001, debemos preguntarnos: ¿cómo contribuye esto a nuestro objetivo final? ¿Por qué es importante medir esta pieza y hacer algo con la información que genera? ¿Cuál es el camino del Tao de mi trabajo?
La verdadera calidad, eficiencia y efectividad surgen cuando entendemos el propósito detrás de nuestras acciones. Solo entonces, evitaremos convertirnos en Sísifos industriales. Solo entonces, seguiremos nuestro Tao industrial. Es importante no perder nuestro propósito y transformar nuestras fábricas en lugares llenos de significado, no en un eterno rodar de rocas cuesta arriba, siguiendo procedimientos y llenando formatos.
Entonces, el resultado de tu trabajo, ¿se usa para algo o solo cumple una norma?