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noviembre 25, 2024

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Economía del cuidado, un tema pendiente – Sonia Garza González

Aunque el concepto de economía del cuidado se debate desde hace algunas décadas, en muchos países del mundo, y en particular en México, la articulación de un Sistema Nacional de Cuidados es una agenda pendiente que urge tomar en serio.

Por

Sonia Garza González
Presidenta Nacional de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE), Consejera Nacional de COPARMEX, de COPARMEX NL y de CAINTRA NL

Hay muchas actividades que se realizan dentro del hogar o la comunidad que son de vital importancia para el funcionamiento del sistema económico y social. Aunque el concepto de economía del cuidado se debate desde hace algunas décadas, en muchos países del mundo, y en particular en México, la articulación de un Sistema Nacional de Cuidados es una agenda pendiente que urge tomar en serio.

Me interesa abordar dos dimensiones de este tema: el sistema patriarcal ha impuesto la creencia generalizada que sostiene que las mujeres están “naturalmente mejor dotadas” para tener en sus manos el cuidado de los niños y niñas y, por extensión, esto les otorga una ventaja comparativa frente a los hombres para proveer cuidado a otras personas sin recibir ninguna percepción económica, incluyendo a los mayores y enfermos y, de paso, al resto de los adultos de los hogares.

Tal imposición ha propiciado la consecuente segregación y exclusión de las mujeres en el mercado productivo. Más crudo aún es que en esta asimetría es poco o nulo el reconocimiento a servicios que requieren/consumen mucho tiempo, salud y vida de las mujeres.

No olvidemos que, con la pandemia, muchos especialistas llegaron a considerar impactos de grandes pérdidas para las mujeres, ya que la carga de trabajo en el espacio privado se incrementó para ellas, causando que muchas incluso renunciasen a sus trabajos remunerados para poder ocuparse de estas responsabilidades socialmente asignadas y asumidas, obligándose a recurrir a la informalidad y, en casos extremos, a vivir en condición de dependencia económica al dedicarse de lleno al cuidado familiar. El panorama estadístico es abrumador.

Según el estudio “Trabajo de cuidado no remunerado y propuestas legislativas sobre el derecho al cuidado digno”, realizado por Irma Kánter Coronel, en México, a mediados del 2020, había alrededor de 43 millones de personas que requerían de algún tipo de servicio de cuidado. De esa cifra, 33 millones son menores de 15 años y 10 millones mayores de 65 años, pronosticando incluso que, para 2025, esta población aumentará a 44 millones y, para 2030, a 45.3 millones, y a cerca de 52 millones en 2050.

Otro documento revelador es “Valor del trabajo no remunerado en los hogares (TNRH), una vía para impulsar el desarrollo y el sistema fiscal”, publicado por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), el cual hace referencia a que, durante 2020, los hogares mexicanos dedicaron en promedio 2,875 millones de horas al TNRH; de este total, las mujeres dedicaron 2,139 millones de horas, 49 millones de horas más que en 2019, en contraste con los hombres, quienes dedicaron 735 millones de horas, 31 millones de horas más que en 2019, acentuando obviamente las brechas de género que existían antes de la pandemia.

Si bien es cierto que, a finales de 2020, la Cámara de Diputados aprobó, entre otros puntos, elevar a rango constitucional el derecho al cuidado, la obligación del Estado de promover la corresponsabilidad entre mujeres y hombres en los cuidados y la creación del Sistema Nacional de Cuidado, la realidad es que se trata de un proyecto lastimosamente olvidado que urge desempolvar.

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