Martha Herrera
Secretaria de Igualdad e Inclusión Social y coordinadora del Gabinete de igualdad para todas las personas, Gobierno de Nuevo León
La nueva normalidad requiere modelos de gobernanza que mitiguen el riesgo y respondan a los desafíos en evolución. Como bien indica la ONU, una ciudad resiliente implica la capacidad que tiene el sistema urbano de mantener continuidad después de impactos o de catástrofes, mientras contribuye positivamente a la adaptación y la transformación. Los habitantes de todas las grandes ciudades del mundo se enfrentan a mayor cantidad de riesgos debido a que el grado de exposición de las personas y bienes ha aumentado más rápido que la disminución de la vulnerabilidad.
En Nuevo León 5,553,064 personas (96% de la población total) viven en el Área Metropolitana de Monterrey. Por ello, en Nuevo León estamos construyendo desde la inclusión, la resiliencia, la sostenibilidad y la gestión integral de riesgos con visión de futuro. Queremos atender de manera integral los altos niveles de riesgo, peligros y vulnerabilidades, exacerbados por la pobreza y el cambio climático. En mis primeros recorridos por La Nueva Ruta, identifiqué cómo los riesgos y las crisis que nos afectan son muy intensos.
En nuestro estado, 2.5 millones de personas viven en alto riesgo; 1.4 millones de ellas viven en vulnerabilidad por carencias sociales. Para que Nuevo León pueda ser el mejor lugar para nacer, crecer, educarse y vivir, es necesario encaminar la Zona Metropolitana de Monterrey por la ruta de la sostenibilidad y la resiliencia en sus tres dimensiones: social, económica y ambiental, buscando eliminar las vulnerabilidades y desarrollar las capacidades de todas las personas.
Desde hace algunos años fui nombrada integrante del Consejo Global de la Red de Ciudades Resilientes, una alianza mundial que se esfuerza por garantizar que las ciudades sean resilientes y sostenibles. Como parte de la Red, me convencí de que era necesario impulsar políticas públicas transversales para potenciar la resiliencia entre las ciudades y sus territorios, en especial aquellos con mayor vulnerabilidad. Una ciudad resiliente promueve infraestructura que genera resiliencia: escuelas, hospitales, centros de salud.
Asimismo, se requiere que estos sean espacios seguros para mujeres, infancias, personas con discapacidad y personas mayores, y que tengan como base los principios de la resiliencia: ser inclusiva e integrada, que se construya sobre esfuerzos continuos y complementarios; así como ser robusta, ingeniosa, refl exiva, redundante y fl exible. En este sentido, como Secretaria de Igualdad e Inclusión, me he dado a la tarea de impulsar la resiliencia de una manera integral.
La Nueva Ruta es la estrategia del Gobierno de Nuevo León transversal, sistémica y coordinada para reducir las carencias, mejorar las condiciones de vida de las personas y construir igualdad sustantiva para garantizar un desarrollo sostenible. Poniendo énfasis, sobre todo, en que no tengamos pérdidas humanas ante cualquier eventualidad.
Desde La Nueva Ruta, comprometida con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11, promovemos e implementamos un conjunto de acciones de infraestructura, protección social, desarrollo comunitario y prevención social para lograr que la metrópolis y, en particular los asentamientos más marginados, sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, y muy especialmente que las personas que habitan en estos territorios puedan desarrollar capacidades de resiliencia.
Estamos articulando un Sistema de Protección Social que dote de un piso parejo a todas las personas para que tengamos las mismas oportunidades. Hemos potencializado y desarrollado programas como Hambre Cero, Impulso a Cuidadoras, Personas con Discapacidad y Jefas de Familia. Mediante modelos de acompañamiento familiar y comunitario estamos potenciando las capacidades de resiliencia en las comunidades y las personas que nos acompañan y acompañamos en esta Nueva Ruta.
Así, cuando una familia enfrente desastres o crisis que afecten severamente la vida, la salud, las relaciones o el patrimonio de sus integrantes, estén en condiciones de responder rápidamente y de fortalecerlas para que se recuperen mejor y de manera sostenida. Las dificultades en las comunidades son muchas, pero creo que si todos los actores —gobierno, iniciativa privada, academia y sociedad civil— nos hacemos conscientes de que debemos sumarnos a estrategias resilientes, nuestras ciudades y comunidades podrán gestionar mejor los impactos y las tensiones de la vida diaria y emergerán más fuertes después de las crisis agudas que experimentemos, para seguir desarrollándose integralmente en las épocas de crecimiento