En verdad creí que como sociedad ya estábamos un poco mas abiertos al respeto al derecho ajeno y todas las cosas que predicamos día a día sobre la libertad en cualquiera de sus modalidades, pero de pronto, todos sacaron al conservador que llevan dentro.
En días pasados, la Diputada local priista, Erika Arroyo Bello, propuso la iniciativa de ley de sociedades de convivencia, que a grandísimos rasgos les brindará certeza jurídica a las parejas que vivan en unión libre, sean homosexuales o no, protegiendo lo que sucederá con su patrimonio, y otorgando el derecho a los servicios públicos de salud, entre otros.
En fin, aun hay mucho que detallar de esta iniciativa, lo que les expongo solo es a burdos rasgos, pero lo que me llamó la atención, es que en Guanajuato, hasta el mas perredista está en contra de la unión homosexual.
Este si fue un caso de pena ajena y discusión en redes sociales, pues la Diputada por el sol azteca, Guadalupe Torres Rea, se levantó en contra de la iniciativa mencionando que desconocía la unión entre parejas del mismo sexo ¡vaya confusión!
Quizá la Diputada Torres Rea no está enterada, que en el DF (donde gobierna su partido) ya es legal la unión homosexual, que entre sus compañeras de partido hay transexuales abiertamente identificados y que el suyo es el partido que más ha apoyado temas como la discriminación hacia los homosexuales.
Otro efecto secundario de la iniciativa fue la exhumación de aquellos miembros de la ultra derecha que gritaron a pulmón abierto que el matrimonio solo era reconocido entre mujeres y hombres, y no entre personas del mismo sexo.
Pero lo mejor fue que Malú Mícher, la única perredista guanajuatense que figura a nivel nacional y que no tiene reparo en decir lo que piensa, les recordó a los azules que entre sus líderes y militantes hay homosexuales y que con el voto en contra, los vuelven a “meter en el clóset”.
La iniciativa de la Diputada Arroyo desenterró a ultraderechistas que ya ni recordábamos, también en estas exhumaciones aparecieron las organizaciones que defienden a la familia encabezada por Papá y Mamá y por supuesto, a la Iglesia. Tal parece que nadie recuerda ni su historia ni sus problemas internos.
Veamos, los ultraderechistas, identificados por colores como blanquiazules, son protagonistas de las leyendas urbanas de doble moral. Aquellas historias de tener dos familias o de pasear por la explanada de la Calzada de los Héroes a altas horas de la noche para buscar a algún muchachito que se dedique al sexo servicio; hay otras de personalidades de alto poder adquisitivo con una esposa pero muchas (o muchos) amantes ,y otras que no diremos porque en los detalles se asoman los nombres.
De las organizaciones que defienden a las familias “bien formadas”, me gustaría saber cuántas parejas reciben para darle apoyo o disuadirlas de que no se divorcien, que no les peguen a sus hijos o a su cónyuges, además de recordarles los valores esenciales como el respeto; tan solo con esos datos, podrían saciar mi curiosidad.
Como me lo contó el Diputado panista, Alfonso Ruiz Chico, “hay otras prioridades a beneficio de la sociedad”, pero el punto aquí tocado no es la urgencia o no de la ley, sino ¿cómo te atreves a lanzar la primera piedra?
Al final, como dice un texto muy rotado por redes sociales: Si no le gusta el matrimonio entre homosexuales, pues ¡No se case con homosexuales y ya!