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noviembre 24, 2024

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Rosa María Cárdenas Benítez: Un showroom propio

Rosa María Cárdenas Benítez es una mujer que rompe paradigmas como arquitecta, ama de casa, empresaria, madre de familia, y esposa.

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Como dijo George Steiner, “Lo que no se nombra no existe”. Antes, en los títulos universitarios se leía ‘arquitecto’ antes de un nombre femenino; en los 70’s, Rosa María Cárdenas Benítez fue parte de la primera generación del Tecnológico de Monterrey en la que el título indicaba lo que era: arquitecta.

Durante 30 años, ha luchado por un espacio en el mundo de la arquitectura y hoy forma parte de la élite del diseño internacional con las mejores marcas de mobiliario y accesorios para el interiorismo en Monterrey. Experiencia, comprensión, tenacidad y dedicación son los pilares con los que construyó BAO, su showroom de interiorismo.

¿QUÉ TE INSPIRÓ PARA SER ARQUITECTA?

Soy una persona muy estructurada, me gusta el orden y las proporciones. Desde pequeña desarrollé la sensibilidad y el buen gusto, lo aprendí de mi papá cuando lo ayudaba a preparar los dibujos para sus conferencias; él estudiaba los números y su origen, aprendía de las antiguas civilizaciones y las edificaciones en donde se dejó plasmado el inició de las matemáticas. En arquitectura, la geometría es básica para la lograr un espacio armonioso; la arquitectura es un arte, y el arte una manifestación de la cultura. Todo esto me marcó y nunca dudé: siempre quise ser arquitecta y soy apasionada de mi trabajo.

¿CÓMO FUE ESTUDIAR EN ESA ÉPOCA?

Tuve muchas oportunidades y la bendición de que mis padres fueran muy actuales y evolucionaran: me dejaron viajar y estudiar todo lo que quería, incluso cuando no era lo común en los 70’s. Después de un año de estudiar idiomas en Europa, comencé la carrera de Arquitectura en el Tecnológico de Monterrey, en 1975.

Era más común que las mujeres que estudiaban en la universidad cursaran carreras humanísticas, pero sin ejercerlas. Mi carrera era parte de ingeniería, por lo que éramos pocas mujeres en ese entonces. Hoy en día podemos decir que la mitad de los estudiantes son mujeres y que la mayoría ejerce su profesión.

Me gradué a finales de 1979, pero comencé a trabajar desde cuarto semestre, diseñé y construí la casa de mis papás y algunas otras residencias; y después de trabajar un tiempo como proyectista, rompiendo paradigmas, decidí irme a estudiar una Maestría a Estados Unidos, ¿con quién? puros hombres. No había mujeres. Mis estudios en Estados Unidos me marcaron mucho.

¿QUÉ PASÓ CUANDO REGRESASTE?

Regresando a Monterrey, en 1982, me casé. Un día antes de que me fuera a hacer mi maestría conocí a mi esposo. Me iba a ver, y en diciembre nos comprometimos, casi con dos semanas de novios que estuve aquí. Seguí trabajando en proyectos de diseño, hasta la fecha, con el apoyo incondicional de Salvador, mi marido. En 1984 nacieron mis primeros dos hijos que son gemelos, otra gran bendición y otra gran aventura. Mi familia se completó con dos hijos más, otro hombre y después la niña. Actualmente ella también es arquitecta y trabaja conmigo, hombro con hombro, en la empresa. Este año, Salvador y yo cumplimos 40 años de casados, ambos muy orgullosos de nuestra trayectoria y de nuestros cuatro maravillosos hijos.

¿CÓMO CREASTE BAO?

Mientras daba clases en el Tec abrí un pequeño estudio que se llamó Arquitectura e Interiores; yo viajaba fuera de México a traer piezas para mis clientes, hasta que llegó un momento en el que me di cuenta de que podía traerme las cosas. Ahí fue donde decidimos crear BAO, para traer a Monterrey lo que otra gente busca fuera. Poco a poco nos hemos dado a conocer, y nos ha respondido tanto el cliente directo como los arquitectos. Hoy “BAO” Architecture & Design incluye Studio BAO, enfocado a proyectos de diseño interior y de arquitectura, y BAO Showroom, dedicado a la asesoría, importación y venta de mobiliario. A partir de un despacho, me convertí no solo en arquitecta sino en empresaria.

¿CUÁL HA SIDO TU MAYO RETO?

En lo personal, el principal fue el equilibrio en la familia. Todo es parte de crear un balance con esta gran responsabilidad. En lo profesional, fue entrar a proyectos más grandes: diseñé todo el interior del Swiss Hospital, participé en el proyecto de las torres Saqqara, entre otros. En general, cada proyecto tiene sus puntos; además, sigo trabajando entre muchos hombres y, a veces, me tengo que poner las botas y el casco, subir unas escaleras, un montacargas… Cuando me preguntas esto, reflexiono y llego a la conclusión de que la vida está llena de retos. La vida nos lleva a superar uno a la vez y Dios es muy grande, nunca son más grandes que los dones y bendiciones que recibimos. Como mujeres esos retos son más difíciles, aún en estos tiempos y, en ocasiones, cuesta el doble de trabajo abrirnos camino.

¿QUÉ LEGADO QUIERES DEJAR?

Quiero transmitir a mi hija y a las jóvenes profesionistas que todo lo que deseen en la vida se puede lograr, siempre con pasión y dedicación, con metas definidas y un proyecto de vida. No es fácil: tenemos que ser expertas en diferentes facetas, podemos ser profesionistas y realizarnos como tales y al mismo tiempo podemos ser esposas y madres; somos libres para elegir y para actuar. En la vida van cambiando las prioridades y necesidades y la adaptación a estos cambios nos define como personas para ser felices y trascender, cada quién a su manera.

 

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