Por: Chava Méndez
Estamos en una semana especial. Una semana donde se juega algo que, hace 10 años, ningún aficionado al fútbol hubiera siquiera imaginado. Soñar, quizás, pero sería un sueño que inmediatamente descartaríamos. Después de vivir dos décadas completas en las que un clásico regiomontano sólo representaba el salvar una temporada, ahora se presentan ante nosotros dos clásicos de gloria o muerte deportiva: la gran final del fútbol mexicano.
La afición regia está a punto de vivir el encuentro más importante en la historia de su fútbol profesional. Gracias a dos equipos que se han despegado del resto y han invertido (y creído) en proyectos interesantes y de competencia no sólo nacional, sino internacional, es que hoy podemos decir que el mejor fútbol de México se juega en Nuevo León. En los últimos años, estos encuentros se han tornado épicos, con mucho en juego, donde casi siempre el Monterrey se ha llevado la mejor parte. Pero estos nada de lo vivido se compara a lo que está a punto de ocurrir.
En 1995 se dio un primer clásico que representaba algo nuevo, algo más que “salvar la temporada”: significaba para Tigres salvar la categoría, y para Rayados dar el tiro de gracia a su acérrimo rival. Ocurrió esto último y -con un sonido local surreal- sonaron “Las Golondrinas” en el propio Estadio Universitario. Para la afición Rayada significaba el primer argumento tangible para “tirar carro” a su contraparte felina, y para la afición Tigre el resignarse a aguantar la “carrilla” sin saber cuándo regresaría su equipo a primera división a tomar venganza. Sucedió pronto el regreso, pero no dicha revancha.
Fue hasta el 2003 que el primer guiño a una nueva época se dejó ver. Daniel Passarella en Rayados y Ricardo Ferretti en Tigres demostraban que se podía lograr cosas con estos equipos “malditos”. Este año pasan tres cosas importantes: el primer clásico en liguilla y la eliminación de Tigres en manos de Rayados; el cese del Tuca Ferretti, el único Director Técnico que había hecho soñar a la afición Tigre con un campeonato; y ver a Rayados campeón. Estos tres elementos fueron el parteaguas para que el presente de estos equipos sea dorado y no de bronce o de piedra.
En el 2005 se dio otro encontronazo de clásico en una semifinal y nuevamente los Rayados avanzaron. Dos clásicos importantes en dos años hacían soñar a la afición regia. ¿Era esto una realidad? ¿Por qué de pasar los 80s y 90s entre clásicos mediocres y aquellos premios de compensación llamados “Clásicos del Caramelo”; ahora nos encontrábamos peleando cosas importantes? Eso, en el imaginario colectivo regio, era como un sueño guajiro. Si a ti te dicen ahora que México en 5 años se transformará radicalmente, difícilmente lo creerías. Pasaba lo mismo entre regios, pues eran décadas de vivir en el fracaso y de no esperar absolutamente nada más que ese siguiente juego en casa para apoyar a muerte. Porque eso sí: la afición por mucho tiempo fue ampliamente superior a sus equipos. Era lo único presumible en el fútbol de Nuevo León.
La Historia reciente es impresionante y la afición poco a poco se la cree más:
– Dos títulos en los Apertura 2009 y 2010 para Rayados, empatando así en dos años los campeonatos que tenían en toda su historia.
– Clásico en Cuartos de Final Clausura 2013; Rayados avanza.
– Tricampeonato hegemónico en la Liga de Campeones de la CONCACAF para Rayados del Monterrey. Esto significaría tres participaciones seguidas en el Mundial de Clubes, posicionando a Rayados como el primer equipo regio en hacer eco a nivel mundial.
– Clásico en Cuartos de Final Clausura 2016; Rayados avanza.
– Tres estrellas nuevas para Tigres entre el 2011 y el 2016, superando en 5 años lo hecho en toda su historia. Dos de estas estrellas, conseguidas ante llamados “Grandes del Fútbol Mexicano” (Pumas y América)
– Tigres logra convincente (¿e intimidantemente?) el pase a la final de la Copa Libertadores del 2015 ante el River Plate de Argentina.
– Tigres ha jugado las últimas tres finales al hilo, ganando una, perdiendo otra y esta última está por definirse.
Hace apenas 6 meses Tigres estaba -por fin- eliminando a su acérrimo rival en una liguilla. En cuartos de final del clausura 2017, los Tigres de la mano de Gignac le propinarían un escandaloso 6-1 global a los Rayados, exorcizando así antiguos demonios que los han rondado por lustros. Hoy estamos nuevamente ante un enfrentamiento épico, el más grande de todos.
Hoy estamos en la primer final regiomontana. Una final entre el 1 y el 2 del torneo. Una final entre la élite del fútbol mexicano. Una final histórica. Una final justa porque no hay nadie mejor. La primer final regia de muchas, porque aunque suene insuperable lo logrado, estamos en la antesala de la verdadera época dorada del fútbol regiomontano y lo anterior fue sólo transición. Todo tiempo pasado no fue mejor.
Lo mejor está por venir.