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agosto 25, 2024

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Blade Runner 2049

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Si una película ha sido referente de la ciencia ficción y del llamado estilo ciberpunk en el cine, esa es Blade Runner (Ridley Scott, 1982) un filme que fracasó en su época pero que los años la pusieron como una de las mejores cintas de este género y de la historia, además de ser uno de los principales moldes a seguir aún hoy en día. Solo basta ver cuántas cintas han copiado u homenajeado su estilo, El Quinto Elemento(Luc Besson, 1997) es una de las más claras. Gracias a ésta, el animé japonés comenzó también a construir algunos de sus trabajos más representativos basándose en su diseño de arte, Ghost in the Shell y Akira, por nombrar los más reconocidos.
   El fracaso de Blade Runner en 1982 se debió a dos aspectos muy claros: el primero de ellos fue la mutilación que le hicieron sus productores en aquella época, imponiéndole una espantosa voz en off y cortes para, según ellos, hacerla más dinámica y comprensible; todo porque nunca confiaron en la película, la veían demasiado cerebral y poco comercial, por lo que decidieron editarla a su gusto para hacerla más accesible al gran público, una artimaña cada vez más usada hoy en día por los estudios de Hollywood. El segundo aspecto fue que el público de aquella época en realidad no entendió ni supo apreciar la obra, tal vez esperando una aventura con mayor ritmo, más acción y no tanta introspección y mucho menos un tono ambiguo de film noir mezclado con un estilo ciberpunk que para aquella época no era tan bien visto como en nuestros días.
   Debido a esto no es de extrañar que existan varias versiones de la cinta, una de 1992, otra de 2007 y, en realidad, todo un aire mítico a su alrededor, no solo porque es un film que los años colocaron en lo más alto de las cintas de culto y de la ciencia ficción, sino también porque alrededor de su filmación hay miles de historias que darían para una sola película. Afortunadamente, en la edición definitiva de la película (la del 2007) existe un documental llamado Dangerous Days: Making Blade Runner donde se pueden apreciar los pleitos entre Ridley Scott y sus financieros, Harrison Ford contra Ridley Scott, el crew que odiaba a su director y en general toda la tormentosa filmación de este clásico de culto.
   Por todo lo anterior, cuando se anunció hace unos años que Ridley Scott tenía planes de realizar una tardía secuela de esta magna obra de la ciencia ficción, los focos rojos se prendieron en todos los fans alrededor del mundo, pero para bien o para mal, Scott solo participaría aquí como productor, dejando los mandos de la dirección a Denis Villeneuve, decisión que hoy ya puede considerarse como una de las más acertadas en el mundo del cine en los últimos años.
Treinta años después de los eventos del primer film, un nuevo Blade Runner llamado K (Ryan Gosling), descubre un secreto que lleva décadas escondido y que podría acabar con el caos que impera en la sociedad del año 2049. El descubrimiento de K le lleva a iniciar la búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), un Blade Runner al que se le perdió la pista años atrás y que es una pieza clave en esta nueva investigación.
Villeneuve es uno de los mejores directores de Hollywood hoy en día, con esta aseveración hecha se entiende a la perfección que esta secuela esté al nivel de la obra original, no solo porque en su anterior trabajo, La Llegada (2016), ya había demostrado que la ciencia ficción es un terreno en el que se desenvuelve de maravilla, sino también porque la tarea de traer de nuevo esta historia que en su día no fue apreciada, no era una misión fácil y seguramente muy pocos directores hubieran sido capaces no solo de respetar la herencia de la anterior, sino de mejorarla y brindar una de las mejores películas del año.
   El resultado final obviamente impresiona, porque se logró algo que hoy en día parece imposible en el mundo del Hollywood que solo busca hacer dinero con secuelas innecesarias: tomar una obra maestra de material base y con ella hacer otra, sin pretensiones innecesarias y visualmente impresionante como tenía que ser viniendo de donde viene. Lo que hace Villeneuve aquí es digno de enmarcarse: emociona y sorprende en partes iguales y todavía se da el lujo de recetarnos una historia profunda y poética pero que en ningún momento decae en su ritmo.
   Con Hampton Fancher (quien fue guionista de la original) como principal aliado, y el apoyo de Michael Green, quien solo este año fue responsable del guión de Logan (James Mangold, 2017), el director orquesta una historia con los mejores ingredientes del mejor cine noir, una investigación aparentemente rutinaria que esconde grandes secretos del pasado y que acarreará cambios drásticos en todos los involucrados en el caso, todo en un contexto futurista con muchos ecos de los temas que tocó la anterior cinta: la deshumanización, la avaricia de las grandes corporaciones, la poesía implícita en la tragedia y la desesperanza de un mundo consumista al que en la vida real nos acercamos cada vez más.
   Como buen autor que es Villeneuve sabe cómo desmarcarse y darle su propio toque a este ambicioso proyecto, no solo en la estructura que le da al misterio principal del guión, sino también en el aspecto visual. La primera parte era un portento en sus imágenes, aún hoy en día deslumbra con su fotografía y sus encuadres, y para mejorar eso nadie mejor que Roger Deakins, quien hoy por hoy es probablemente uno de los tres mejores cinefotógrafos de todo el mundo y al que por cierto le deben el Oscar de manera alarmante (ha sido nominado en 12 ocasiones pero jamás ha ganado), pero eso seguramente se corregirá el siguiente año pues por este trabajo seguramente por fin se le dará ese reconocimiento.
   Deakins con la guía del director “limpia” un poco la fotografía en esta secuela. Es menos oscura y sucia que su predecesora, y para no perder su costumbre nos entrega postales preciosistas llenas de luz y una pulcritud impresionante, aspecto que sin duda a más de uno le decepcionará si están esperando lo oprimente que resultaba la foto de Jordan Cronenweth en la anterior. En lo personal, veo como un acierto que Deakins y Villeneuve hayan optado por cambiar un poco la imagen, porque al final de cuentas su distanciamiento con lo hecho por Cronenweth tampoco es tan radical y si le da una vida propia al nuevo proyecto.
   El elenco era un punto también difícil superar, y en este aspecto la secuela pasa la prueba con creces. Ryan Gosling y su muchas veces criticada poca expresividad, es perfecto para el papel de K, el actor siempre cumple y en esta ocasión no es la excepción; en los momentos más dramáticos entrega un trabajo sobresaliente, haciendo énfasis en que precisamente su nula expresión resulta lo ideal para su personaje. Por otro lado, Harrison Ford da lo suficiente con el poco tiempo que tiene en pantalla para darle empaque a la cinta y sobre todo unir las tramas de 2019 y 2049. Los demás miembros del elenco también realizan un trabajo importante y cumplidor, sobresaliendo la holandesa Sylvia Hoeks como la verdadera villana de la función, Jared Leto con un pequeño papel también le aporta a la trama y al proyecto, e inclusive Ana de Armas entrega algo más que solo su impresionante belleza.Sin duda el director también realizó una excelente dirección de actores, aspecto que no muchas veces ocurre en los blockbusters modernos.
   Estamos indudablemente ante una nueva cinta de culto, una secuela tardía que sí honra la memoria de su predecesora, un clásico instantáneo y otro miembro de honor de las mejores cintas del año. Tal vez no logré ser un gran éxito de taquilla, pues se ve difícil que el gran público de hoy en día reciba con tanto entusiasmo la secuela tardía de una cita que nunca fue tan famosa y que más bien se ganó a un público más especialista en el género, aunado a que su trama se desarrolla de una manera más pausada y analítica que el común denominador del cine comercial de hoy en día, pero de ocurrir lo contrario estaríamos ante un caso de justicia instantánea, algo que este tipo de filmes no muchas veces consigue.

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