Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
Una de las principales razones por las que las empresas familiares no sobreviven a los cambios de generación se debe a que la mayoría de las veces los hijos no comparten los mismos intereses y visión que sus padres tuvieron sobre la compañía. Cuando el fundador o fundadores se retiran del negocio que vieron nacer, crecer y desarrollarse y ceden la propiedad de la empresa a sus hijos, no todos están interesados en la operación y continuidad de la compañía y optan por vender su participación. Esta situación presenta un problema para los propietarios que quieren retener sus acciones y comprar las de los otros ya que difícilmente ambas partes lograrán ponerse de acuerdo sobre el valor justo de la empresa. “Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto”. Lucio Anneo Séneca
Este tipo de problemas pueden evitarse si se incluyen dentro del protocolo familiar criterios concretos y métodos de valuación para la venta de acciones que privilegien la compra por parte de los herederos que desean permanecer como propietarios.
Por otro lado, ¿qué pasa cuando ninguno de los nuevos dueños tiene intenciones de seguir? De nueva cuenta pueden presentarse dificultades al momento de valuar la empresa. De igual manera esta situación deberá preverse, planteando procedimientos de valuación aceptados por todas las partes o establecidos por el fundador a fin de evitar que se presente esta problemática y tener un precio base para ofrecerla a un tercero.