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marzo 28, 2024

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Cuando desperté, el Coronavirus seguía ahí

Crónica de un lagunero en China

Por

El 8 de diciembre de 2019 se confirmó en la ciudad de Wuhan, en la provincia china de Hubei, el primer caso de una enfermedad que comenzaba a preocupar a propios y extraños. Se trataba de una especie de gripe severa que desencadenaba en neumonía grave. Las alarmas se encendieron en el “Gigante asiático” por diversos factores: era un virus desconocido; surgía cerca de donde se había presentado hace 17 años la mayor epidemia hasta entonces, (la del SARS) y, lo peor de todo, se daba en la víspera del mayor movimiento de personas que existe en el mundo, la celebración del Año Nuevo chino donde se desplazan alrededor de 400 millones de personas dentro de China. Y bueno, el resto de la historia ya lo conocemos: China logró detener la propagación del virus, aunque salió de sus fronteras y ahora se encuentra en más de 100 países y poco más de 150 mil infectados. Una pandemia, pues.

No hablaré si las medidas de tal o cual gobierno fueron oportunas o no, porque no soy experto pero me imagino que casi todos han seguido los protocolos que establece la OMS, que para eso está. Cada contexto es distinto y se debe de ver como tal. Lo cierto es que ante un virus nuevo, que si bien es de la misma familia que otros virus ya conocidos (existen diversos virus de la familia de coronavirus, este nuevo se denomina Covid-19) se desconoce su comportamiento ante su propagación en humanos. Me parece muy parecido a cuando entras a tu cuarto de noche y con la luz apagada: conoces tu cuarto pero ante la oscuridad no estás exento de darte un golpe o no te mueves con seguridad.

El punto es que durante más de 3 meses (¡3 meses! Día a día, hora a hora, minuto a minuto) he visto y recibido información del mentado coronavirus. “Sube el número de casos confirmados, sube el número de muertes” etc. Sin parar. Tenía una sensación de que algo andaba mal. Sobre todo, con la manera en que se manejaba la información en los medios. Recuerdo perfectamente que por ahí de la primera mitad de enero de 2020, vi un artículo del diario El País de España titulado “El mortal virus de Wuhan”, cuando ni siquiera había sustento científico para decir que era de Wuhan y qué tan mortal resultaba. Y así hubo muchos casos y muchos medios tanto a nivel internacional como de México. Este ejemplo lo menciono porque es el primero que capturó mi atención por su sensacionalismo.

Desde entonces, entre que era una práctica común (el estar revisando redes sociales y en general las noticias generadas en México y en el mundo) y que me llamaba mucho la atención cómo se estaba manejando la noticia, comencé a poner atención en dos cosas específicas: la labor de los medios y lo que yo lograba percibir de la gente en México, principalmente, a través de las redes sociales.

Muy a título personal, creo que la postura de los medios en esta situación de emergencia sanitaria ha dejado mucho que desear, demuestra que hace falta mayor sentido ético y profesional. ¿Por qué lo digo? Porque lo vi en las noticias mexicanas, lo vi en las redes sociales, lo vi en los artículos y en todos había una clara línea: posicionar el tema del coronavirus en el imaginario colectivo mediante un cierto miedo digno del apocalipsis. Ahí están las pruebas, en redes y en la web. Es un excelente momento para que como medios de comunicación asumamos una responsabilidad ética y profesional, tanto prensa escrita, televisión, radio, online, etc. Reflexionemos sobre el papel que jugamos ante la sociedad, que es fundamental para que esta funcione de la mejor manera. Cualquier movimiento en falso puede provocar episodios de psicosis colectiva o paranoia, como creo se está comenzando a presentar en nuestro país. Estamos a tiempo de bajarle al miedo y subirle a la prevención, y es aquí donde los medios debemos asumir esa responsabilidad y verdaderamente informar y mantener atenta a la población, sin ningún tipo de sesgo.

Por otro lado, pero en la misma tesitura, se encuentra mi percepción del comportamiento de la gente en México y, sobre todo, de quienes conozco. Como es de esperarse, nuestro país se pinta solo para hacer burla de cualquier tema y los memazos en el caso del Covid-19 no se hicieron esperar, para bien o para mal. Se dice que ante situaciones de riesgo o temor, un mecanismo que nos puede ayudar a sobrellevar esos momentos es la risa. Quizá por eso buscamos reírnos tanto de todo. Entre risas y memes y noticias, el tema siempre fue el coronavirus. Hasta que llegó a México y el miedo pareció ser más fuerte que las risas. Como cuando buscas reírte y te ríes pero ya no con tantas ganas y ya no se va el miedo. Entre meme y meme, la verdad se asoma y durante las últimas semanas y días el miedo ha sido palpable, incluso mediante redes sociales y a la distancia.

Tal era el grado de temor y pánico que yo mismo llegué a sentir un ligero temor por lo que estaba pasando. Ahí fue cuando dije: “a ver, a ver, hay que ser más razonables y bajarle al miedo”. ¿Por qué pensé eso? Por dos razones fundamentales: he vivido toda la experiencia del nuevo coronavirus desde China. Vivo en la ciudad de Dongguan que presenta 100 casos confirmados. Pertenece a la provincia de Guangdong,  una de las que ha presentado mayor número de casos en el país después del epicentro con 1361 casos confirmados y 8 muertes hasta el día 15 de marzo a las 00 horas. Es frontera con Hong Kong. Aquí en ningún momento he sentido miedo (por factores o cosas que haya visto aquí) y todo estaba siendo por lo que veía de México. Me alejé un poco de redes pero decidí volver para compartir un poco mi experiencia en China en tiempos de coronavirus y cómo esta podía servir de ejemplo para al menos alguna persona que estuviera en México. Compartí un video en redes sociales donde traté de ser breve y explicar lo más detallado posible lo que es vivir una situación de este tipo y lo que se puede hacer.

A continuación resumo algunas de las cosas que me parecen indispensables:

  1. El autocuidado siempre va a ser FUNDAMENTAL y la PRIMERA medida de prevención ante la epidemia (esta y las que vengan, porque sí, vendrán más en algún punto de la historia).
  2. Lavarse las manos. Parece algo tan normal que no creemos que pueda ser una medida contra un virus porque pues es algo que siempre hacemos y un virus, ¡es un virus y mata! Sí, pero los virus no pueden moverse por sí mismos y una de las maneras más comunes en que llegan a nuestro organismo es mediante nuestras manitas. Si no me creen, hagan este rapidísimo ejercicio: ¿Cuántas veces se tocan la cara mientras ven su celular? Probablemente muchas y en este momento lo vayan a hacer como acto reflejo, ¡pero no lo haga, compa! Antes de hacerlo, lávense las manos. Por eso es fundamental y básico. También resulta muy útil utilizar gel antibacterial a base de alcohol al 70%.
  3. No salir de casa si no es estrictamente necesario. Seamos claros, el mayor problema con el nuevo virus no es su tasa de mortandad sino su rápida propagación. Si no necesitan salir de su casa, no lo hagan. Avisen a su trabajo, escuela o donde sea y busquen maneras de permanecer lo más posible en casa. En esta etapa de la pandemia creo que todos ya deberían ser comprensibles con eso. Si tienen que salir, eviten los lugares con mucha gente, pues aumenta el riesgo de que se contraiga el virus (covid-19 y cualquier otro). Y ya que si la carnita asada es urgente, pues que no sean tantos amigos invitados y en la puerta de entrada revisarles la temperatura y aplicarles gel antibacterial. Si andan catarrientos mejor que no vayan, no vaya ser la de malas.
  4. Atender las indicaciones de las autoridades. Este es un tema de salud pública y va más allá de ideologías, pensamientos u opiniones personales. A nadie le conviene que esto se salga de control, ni a las autoridades, ni a nosotros. Además, para eso están, independientemente de cualquier cosa. Acatemos sus indicaciones y actuemos responsablemente. Esto es tarea de todos.
  5. Mantener la calma. Suena a algo muy simple y fácil de decir pero difícil de hacer. Sin embargo, es posible. El miedo es natural. Es inherente al ser humano y nos ha hecho sobrevivir como especie. Pero somos seres pensantes y debemos actuar en consecuencia. Respiremos profundo, serenémonos y volvamos al punto 4: atender las indicaciones de las autoridades oficiales. Habrá muchos medios que, quizás sin malicia y también dominados por el miedo, difundan información alejada de la realidad. Mejor una sola fuente y qué mejor que sea la oficial y la responsable de la salud pública.

Finalmente, dejo claro que compartir esta experiencia me nació por el exceso de miedo que llegué a percibir de mi México, porque había preocupación en gente de mi círculo cercano y porque quiero que tanto ellos como el mayor número de personas haga lo que le corresponda y se mantengan y mantenga a los demás sanos. Este momento es de unión y corresponsabilidad de todos como sociedad en todas sus áreas. Hoy más que nunca vale recordar las palabras de Juan Rulfo en México y los mexicanos: “Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”. Cuídense y lávense mucho y bien las manos.

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