La radiografía a un año de la pandemia: La Laguna

Por Armando Castil Rosell

Nuestra Comarca Lagunera ha sido severamente golpeada por la pandemia del CO­VID-19. Las razones son varias, sin embargo, la principal ha sido el descuido de la sociedad en general, es muy claro como los casos de contagio, las hospitalizaciones y lamentablemente los fallecimientos subieron claramente después de fechas muy puntuales en donde la movilidad en las calles creció claramente.

Hartazgo y tomar a la ligera el tema, son para mí las principales razones de los picos de contagios, culpar a las autorida­des sería politizar el tema y sinceramente esta cuestión rebasó algún posible factor pro­vocado por descuido o malas políticas de autoridades municipales de nuestra Comarca.

Hasta el momento, el sistema hospitalario de nuestra Comarca ha resistido, ha estado cerca de ser rebasado con cifras alarmantes de más del 90% de ocupación en hospitales pú­blicos y un 100% en hospitales privados.

También la cifra oculta es muy grande, ¿a qué me refiero? A la gente que ha preferido recuperarse en casa incluso en periodo de síntomas graves como la falta de oxígeno.

El sondeo realizado por quien les escribe estas líneas es sinceramente de llamar la atención, el porcentaje de gente que entrevisté que ha superado el COVID quedándose en casa con las debidas atenciones médicas es muy alto, supera el 50 por ciento lo cual nos arroja una conclusión: El sistema hospitalario no colapsó por la gente que se quedó a recuperarse en casa. Con más información y menos miedo, la gente prefiere permanecer en casa a menos de que los síntomas de los infectados sean muy graves.

En el ámbito de la economía regional, la Pandemia ha pegado muy duro al sector infor­mal, sobre todo al formal, la pérdida de empleos ha sido brutal. Un amigo de su servidor, empresario exitoso del ámbito de la salud que me pidió su anonimato, me cuenta que ha sido dramática la cantidad de personas que se le han acercado para pedirle ayuda: “Te tengo que reconocer que al dedicarme a este medio mis ganancias han aumentado de ma­nera te diría prácticamente inevitable”. ¿Qué es lo que más te han pedido de ayuda? “Pues mira, desde servicios en el hospital hasta favores personales de dinero, pero, no me quiero detener en esto, fíjate, Manye, que a los que veo más desesperados fue a los amigos y amigas que perdieron su empleo, se quedaron a la deriva”. ¿Más que los dueños de algún negocio? “¡Si fácil! Y yo con mi esposa y un grupo de matrimonios amigos hicimos despen­sas semanales bastante decorosas para apoyar”. ¿Y cómo les fue? “Al inicio mucha pena pero pues preferimos eso que estar negando apoyo económico, tú sabes, un préstamo de mil 500 o 2 mil pesos a un conocido no lo vuelves a ver; en cambio una buena despensa pienso que es mejor, poco a poco la cosa fue fluyendo y seguimos con eso porque la situación ape­nas empieza a mejorar”.

El que familias de clase media alta cuyo empleo desapareció se hayan visto en la necesidad de aceptar ayuda en especie, nos habla demasiado de lo que esta pandemia le ha pegado a la eco­nomía. Más allá de cualquier cifra, me cimbró esta situación sinceramente inesperada y que uno siempre piensa exclusiva de las clases más necesitadas, esta enfermedad les pegó a todos sin ninguna clase de distingo.

El futuro luce complicado pero la luz al final del túnel ya se puede ver. Es un hecho que las vacunas ya están llegando a Torreón. Esa será la vía de salvación porque los números de contagios que empie­zan a aparecer terminando las fiestas no son buenos, se mantie­ne la norma de más de 300 por día.

Indagué también en números oficiales de autoridades de Salud y los motivos de los contagios no son claros, simplemente suben en fechas de fiestas y bajan cuando se aprieta la seguridad para que haya menos movilidad en las ca­lles. Me puse en contacto con 10 familias que tuvieron la enferme­dad en su casa, en los 10 casos los contagios fueron en reuniones en espacios cerrados ya sea en La Laguna o en algún viaje que rea­lizaron, en 8 de los 10 casos fue­ron personas jóvenes de menos de 30 años quienes cometieron la imprudencia y llegaron a su casa con el virus y contagiaron a per­sonas de mayor riesgo.