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Rodolfo Orduña Soltero
PLAYERS of life
29 septiembre, 2015
Por Fernando González
Hay personas que desde su niñez definen claramente su vocación, tal es el caso de Rodolfo Orduña Soltero, quien nació para ser mecánico automotriz, actividad a la que dedicó su vida entera. Nació en Parral, Chihuahua, el 27 de enero de 1916; hijo de Luciano Orduña Álvarez y Ángela Soltero, quienes procrearon a Eva, Elisa, Rodolfo, Aurora, Emma y María Cruz. Cursó sus estudios en la Escuela Centenario de Torreón.
Muy joven entra a trabajar en Garza Hermanos como lavacoches, con el consentimiento de Don Filemón Garza, socio propietario de la empresa; su natural inquietud por la mecánica lo lleva a aprender el oficio y pronto alcanza el puesto de Jefe de Taller, cargo que le permite perfeccionar sus habilidades naturales como mecánico. Experiencia que a mediados de 1942 lo motiva a abrir su propio taller: Servicio Orduña, ubicado en Juárez 28 oriente, y en 1948, en la misma calle, pero en el número 65, inaugura su sala de exhibición al convertirse en concesionario de las prestigiadas marcas norteamericanas Oldsmobile y GMC, y muy pronto también de Vauxhall de Inglaterra y Opel de Alemania.
Es importante considerar que de 1943 a 1946 no hubo producción de automóviles en Estados Unidos y Europa debido a que la segunda guerra mundial demandaba urgentemente vehículos militares. Al término de la actividad bélica y una vez estabilizada la industria metalmecánica, la producción de automóviles retomó gran importancia.
Rodolfo era apasionado de los autos y no dejaba escapar cuanta oportunidad tuviera de venderlos o arreglarlos. Así, ante la inexistencia de distribuidores de la marca Cadillac en México, se podían vender en todo el país sin restricción alguna, por lo que logra colocar una buena cantidad de estos vehículos no solo en La Laguna, donde el auge del algodonero producía nuevos millonarios cada año (incluso se veía a algunos que entraban a sus ranchos en Cadillac), sino en la ciudad de México, donde encontró una mina de oro.
Tal fue su éxito, que en una convención nacional de Cadillac le entregan un reconocimiento como el mejor vendedor de la marca en el país. A ese evento acudió Don Filemón Garza, quien declaró: “Celebro a Rodolfo por su logro, y más porque ahora es un competidor nuestro, que demuestra que en Garza Hermanos tuvo una buena escuela”.

Rodolfo contrae nupcias con la Señorita Francisca Rodríguez el 26 de diciembre de 1941, con quien procrea a sus hijos Rodolfo, Rosa Velia, Jesús Humberto, Martha, Francisco Javier, Sonia Mayela y María de los Ángeles. Hogareño y muy cariñoso con la familia, era el mejor padre, pero el peor jefe en el trabajo, ya que exigía el doble a sus hijos que a los demás empleados, buscando que se formaran lo mejor posible. Era piloto privado, y gustaba practicar la natación y los clavados. Bien entonado, le gustaba cantar música romántica, así que la bohemia era una de sus grandes pasiones. Fue miembro de la Cámara Junior de Torreón, AC.
Una de sus frases que lo enmarcan como un buen lagunero y hombre de trabajo es: “Debemos impulsar el fomento de la educación pública como medio para formar mejores ciudadanos y elevar nuestro nivel de vida regional y nacional; impulsar la industrialización, generar vías de comunicación y lograr comprensión armónica entre gobernantes y gobernados”. Fue uno de los impulsores para establecer la Cámara Nacional de la Industria de Transformación en Torreón, ya que los talleres de servicio que contaban con torno eran considerados como una sección de esa cámara empresarial.
La crisis económica que azotó a la región lagunera en 1964, principalmente por la afectación en el cultivo y el bajo precio del algodón, obligó a Rodolfo a cerrar definitivamente su taller de servicio y la concesionaria. Fallece el 22 de noviembre de 1992 de un infarto, causando su muerte consternación en la Comarca Lagunera, a la que dedicó su trabajo como un excelente mecánico automotriz.
Fuente: Rodolfo y Jesús Orduña Rodríguez, apuntes familiares.