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marzo 28, 2024

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Ramón Iriarte

Notable lagunero, empresario, filántropo y amigo que se nos fue...

Por

Por Fernando González Ruíz

Lo habitual era visitarlo en su oficina, previa cita que invariablemente cumplía con la puntualidad inglesa que lo caracterizaba, para tratar cualquier asunto y conversar minutos después de los más diversos temas que brotaban de los recuerdos o acontecimientos en curso, siempre con la amabilidad a flor de piel que ofrecía sin distingos a sus interlocutores.

Me refiero a su oficina como un museo porque lo era; cuidadosamente distribuidos, los elementos que conformaban su acervo museográfico, hablaban de un tema específico que atesoraba recuerdos de sus muchas facetas por las que transitó exitosamente a lo largo de su vida. Por supuesto, en un muro cercano a su escritorio, las fotografías de sus tesoros más preciados: su familia, y una de ellas, la de su hijo Ramón, muy cerca de su corazón.

Pinturas de firmas prestigiadas y una colección de esculturas en bronce, así como otras réplicas a escala de la Puerta de Coahuila y el Torreón al Porvenir de su amigo Sebastián. Una repisa que contiene reconocimientos, medallas, monedas conmemorativas, la clásica jarra lechera con el emblema de Lala, la colección de medallas conmemorativas del centenario de su querida ciudad de Torreón, entre otros recuerdos más.

La sala de juntas y el resto de las áreas de sus oficinas mostraban fotografías de los diversos consejos directivos en los que participó en Grupo Lala, así como imágenes saludando a diferentes presidentes de México como Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón, de quienes siempre recibió reconocimientos por su destacada labor a favor del sector agropecuario mexicano. En su museo destacaban las fotos de algunos de los edificios y monumentos que edificó y, sobre todo, pinturas y cuadros en mármol mostrando los más clásicos paisajes laguneros y sitios emblemáticos de La Laguna, tierra que no solo adoptó sino que hizo suya desde que, a la edad de un año, fue traído de su natal Tepic, Nayarit, por sus padres a radicar finalmente a esta tierra. Apenas a 2 semanas antes de su fallecimiento, fue distinguido por la Secretaría de Economía (SE) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con un reconocimiento por sus valiosas aportaciones al desarrollo del agro mexicano.

Solía decir a menudo: “No eres de donde naces, sino donde paces…”, y en efecto, Ramón Iriarte fue lagunero de tiempo completo 83 de los 84 años de su vida. Su vida transcurre en la Hacienda California que arrendaba su padre a mediados de los años 30, cuando La Laguna era una tierra promisoria para la agricultura, donde se empleaba tecnología de punta y se trabajaba en absoluta tranquilidad. Recuerda que fueron esos los motivos que sus padres, ambos españoles, buscaron radicar en La Laguna, donde encontraron las puertas abiertas y un mundo de nuevas esperanzas rumbo al futuro y no se equivocaron.

La familia vivió el reparto agrario, evento en donde muchos agricultores que tenían pequeñas propiedades pudieron convertirlos en sus ranchos, mientras que el ejido nace torcido al aparecer líderes por todos lados, una corrupción lacerante y la cultura del no pago, herramienta de votos de los sucesivos gobiernos que usaban al ejidatario como fábrica de votos.

Su segunda casa es en Venecia, Durango, para luego llegar a Torreón donde el niño Ramón cursa su primaria y secundaria en el Instituto Francés de La Laguna. La preparatoria la cursa en el Instituto Vilanova, al norte de Los Ángeles, California, cuando su padre sufre un infarto que lo obliga a retirarse parcialmente de su trabajo, y al ser el mayor de los hermanos, Ramón regresa a hacerse cargo en tiempo completo en las empresas familiares en la vocación agropecuaria. Ramón evoca: “Tuve que dejar la posibilidad de cursar una carrera universitaria para dedicarme de lleno al trabajo, pero tuve en los conocimientos y en la experiencia de mi padre al mejor maestro que me dio la universidad de la vida, la universidad de mi padre”.

Para intentar plasmar en estas páginas lo más posible de la vida de este ilustre lagunero, lo haré desde algunas de sus más sobresalientes facetas y roles que desempeñó con entrega y pasión.

 

 

El hombre

Ramón Iriarte Maisterrena gustaba de la formalidad en sus tratos y en la puntualidad de sus citas y compromisos. Era exigente consigo mismo y era exigente con su equipo de trabajo. Poseía un fino sentido del humor y pescaba al vuelo la oportunidad para encajar aquí o allá un certero comentario que aligeraba cualquier tensión y en muchos casos provocaba la risa de él y sus interlocutores.

Ramón era visionario nato, no solo para generar, desarrollar y acrecentar sus empresas sino para aprovechar todo lo posible en favor de la comunidad. Aplaudía sin reservas la oferta educativa profesional en La Laguna pero le preocupaba que los jóvenes emigraran a otros lugares en busca de trabajo al carecer la región de hospedaje industrial adecuado.

Era muy buen amigo y expresaba abiertamente su estima por ellos, al grado de convivir con muy diversos grupos de personas que sin intereses de por medio, disfrutaban de la charla, el café y las bromas abundantes. Muy serio en sus compromisos, Ramón disfrutaba de un gran prestigio personal y empresarial, mismo que respaldaba con su presencia sólidamente a los patronatos o asociaciones de los que formaba parte.

Su familia

 

 

Vivió su tiempo entregado totalmente a su familia. Con su querida esposa Josie Reynoard Baumgarten, con quien contrajo matrimonio el día 26 de septiembre de 1964 y con quien procreó a sus hijos Lorena, Marisela, Josie y Ramón, ampliando su familia con la llegada de sus yernos José Ramón, Raúl y Rafael, quienes a la vez les regalaron 7 nietos.

Su familia era un tema sagrado para Ramón. Si bien era discreto en el tema íntimo familiar, evidenciaba gran orgullo y satisfacción cuando mostraba fotos de los suyos. Ramón, Josie y sus hijas sufrieron un golpe devastador cuando en un trágico accidente pierde la vida su menor hijo, Ramón. Solamente una vez, tras una reunión de trabajo y ya entrada la noche, al pie de las escaleras de las oficinas donde operó Centenario de Torreón, A.C., Ramón se refirió a esa infausta experiencia al expresar: “Fue un golpe terrible… me desilusioné de la vida”. Fue como ver a un gigante que empequeñecía, pero cuya fuerza de voluntad lo llevó a levantarse con la fe bien puesta y el ánimo entero para seguir adelante.

El productor agropecuario

Fue a invitación de su querido tío Fermín Maisterrena que Ramón ingresa, recién llegado de Estados Unidos, a la Asociación de Agricultores del Estado de Durango, siendo el principio de una larga cadena de compromisos a favor del desarrollo y crecimiento de la actividad agropecuaria regional y nacional.

Se integra a la Sociedad Cooperativa Agropecuaria, forma parte del consejo de Proveedora Agrícola Lagunera, promovió los invernaderos, socio fundador y consejero de ANGLAC, Asociación Nacional de Ganaderos Lecheros, A.C., socio y consejero de la Asociación de Agricultores de Durango, consejero de la Asociación Nacional Ganadera, socio y tesorero de la Asociación Productora de Leche en Gómez Palacio, tesorero del Patronato para la Investigación Agropecuaria, presidente 2 años del Consejo Nacional Agropecuario con tal eficiencia que al término de su gestión se decide construir en la capital del país un edificio propio que llevara el nombre de Edificio Ramón Iriarte Maisterrena.

Durante años ha encabezado el patronato para el sector nogalero en coordinación con el Tecnológico de Monterrey, NOGATEC. Lo anterior muestra el nivel de compromiso que Ramón adquiría en todas las actividades que realizaba. Recibe de manos del presidente Carlos Salinas de Gortari la Medalla Presidencial al Mérito Ganadero, presea máxima que se otorga a los productores del campo mexicano.

El empresario
Poco a poco, Ramón Iriarte enfocó actividades diversas apartadas del quehacer agropecuario para dedicar tiempo a los desarrollos inmobiliarios. Con esa gran visión que le permitía detectar nichos de oportunidades de negocios, Ramón invierte seriamente en la construcción de diversos espacios comerciales al adquirir con toda oportunidad terrenos en zonas de crecimiento de la zona urbana donde aún se veían como áreas lejanas. Surgen amplios espacios modernos y bien diseñados donde se instalan franquicias y negocios de todos los giros en ubicaciones que ahora son privilegiadas.

No fue casualidad ni suerte, fue el instinto natural de un visionario que siempre tuvo una gran fe y un enorme cariño por la tierra lagunera, que tomó riesgos y resultó un triunfador. El negocio familiar, desde 1963, fue ser productores, proveedores, socios, accionistas y consejeros de Grupo Lala y Ramón llega a ser presidente del consejo de tan notable empresa lagunera. Fue presidente 2 años de Fomento Económico de Coahuila (FOMEC), logrando ayudar a la instalación de grandes empresas en Torreón como Motores John Deere y Caterpillar, entre otras.

Presidió durante 6 años la prestigiada tienda La Ciudad de París, es coinversionista de Hotel Real Inn. Tuvo relación directa en el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Fundador de Arrendadora Lease, presidente de GEMEX, consejero de Grupo RODA, consejero de Banca Serfín, Comermex y Bancen, y durante más de 15 años consejero de Grupo Bancomer a nivel regional y nacional.

Por más de 14 años fue vicepresidente de la Cruz Roja Mexicana Delegación Torreón y presidente por 2 años en los que logró no solo llevar a números negros a la institución sino transformar cada área de atención médica, dotarla de nuevas y bien equipadas ambulancias y abrir la estación oriente que permite atender urgencias con mayor  prontitud en la zona de más crecimiento de laciudad. El Club Rotario de Torreón lo honró al otorgarle el reconocimiento Lagunero Distinguido en septiembre de 2007.

 

 

En la cultura y el entretenimiento
Ramón Iriarte es un referente en materia de apoyo y trabajo en pos de la cultura en la región. Apoyó sin reservas a su esposa Josie cuando ella asume la presidencia de “Adopta una Obra de Arte”, con magníficos resultados.

Decididos y entusiastas consejeros de Museo Arocena (MUSA) llegando a donar una de sus nuevas salas de exposiciones temporales al ampliar instalaciones en el Edificio Banco Lagunero; miembros fundadores de Camerata de Coahuila, institución que llena de orgullo a la región y que ha multiplicado el amor por la música a través de sus conciertos de programa, conciertos didácticos y la multiplicación de grupos que integran los músicos de Camerata así como academias que forman a niños y jóvenes en la música clásica y contemporánea.

Fue presidente de Centenario de Torreón, A.C., para la celebración de los 100 años en que Torreón fue elevada a rango de ciudad, logrando más de 460 eventos de toda índole que se efectuaron durante más de 15 meses, además de entregar al patrimonio de la ciudad la escultura Torreón al Porvenir del escultor Sebastián, el Museo del Algodón del que fue su presidente, el Museo de la Revolución instalado en la casa con enorme valor histórico conocida como “Quinta Berlanga” que adquirió antes de que fuera derribada y que él donó a su ciudad y que también presidió el consejo, igualmente logra la anhelada Galería del Deporte Lagunero (GADEL) enclavada en la Ciudad Deportiva Braulio Fernández Aguirre de Torreón. Puedo decir, sin temor a nada, al convivir cercanamente en Centenario de Torreón, que la chequera de Ramón aparecía siempre sin que se notara para aportar aquí y allá lo que hacía falta para que se dieran bien las cosas.

En las instalaciones del Cinart y del Museo del Algodón, Ramón dona a la ciudad unos murales temáticos que resumen hechos y eventos de la historia de La Laguna, ejecutados por el artista plástico Gerardo Beuchot. Durante una charla en su oficina, se habló sobre los detonadores que hicieron posible el surgimiento de nuestra impresionante región destacando que fueron 5: el agua de nuestros Nazas y Aguanaval, el cultivo algodonero, el ferrocarril y su cruce de vías, los grupos étnicos tanto nacionales como extranjeros y la industria, el comercio y los servicios, para trasladar esa idea a la producción de un libro con la autoría de quien esto escribe y la participación de notables expertos en los diferentes temas.

En sociedad con sus estimados amigos, Arturo Gilio Rodríguez y Arturo Gilio Hamdan, edifican el Coliseo Centenario, una plaza de toros techada y un centro de espectáculos que solucionaba la carencia de un espacio cerrado que permitiera presentar todo tipo de eventos artísticos sin sufrir por la amenaza de lluvia o las clásicas tolvaneras. Este modelo se ha replicado en las ciudades de Mérida y San Luis Potosí con gran aceptación en aquellas comunidades.

En el deporte
Ramón sentía gran orgullo de que en La Laguna se celebrara año tras año el evento deportivo más importante de la región: el Maratón Lala, creado, promovido y apoyado por él cuando presidía el consejo de Grupo Lala. Inicialmente, aconsejado por su querido amigo Germán González Navarro y algunos corredores habituales en el Bosque Venustiano Carranza, la idea era crear un circuito que fuera de Torreón a Matamoros y viceversa, pero surge la idea de que no solo se corriera en el lado coahuilense sino que uniera las 3 ciudades hermanas, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, lo que causó gran alegría entre los laguneros.

Esta fiesta deportiva fue creciendo a tal grado de ser considerado el segundo maratón de mayor importancia en el país y en varios de sus eventos ha sido clasificatorio para Juegos Olímpicos, Panamericanos y Centroamericanos, por lo que acude la élite del atletismo nacional y muchos corredores de diversos países a participar. Durante el trayecto, los laguneros se vuelcan en calles y avenidas vitoreando a los atletas, ofreciendo toda clase de viandas y bebidas energizantes, así como grupos de porras y conjuntos musicales que, según lo expresan los corredores, lo hace único por su enorme alegría y apoyo que reciben en todo el trayecto.

Por si fuera poco, Ramón dona a la ciudad la escultura del arquitecto Mario Talamás “El Grito del Triunfo”, que recibe a los atletas en la meta. Cabe mencionar que Ramón, en su juventud, practicó el futbol, el béisbol y fue un novillero que llegó a cortar una oreja en un festival de beneficencia organizado por Casa Íñigo en la Plaza de Toros Torreón.

El filántropo
Ramón Iriarte hacía referencia a una de las enseñanzas que tomó de su padre cuando aconsejaba a sus hijos: “Regresen a esta tierra, que nos ha dado tanto, un poco de lo recibido”. Siguiendo al pie de la letra la petición paterna, Ramón transformó el pueblo de Venecia, Durango, donde pasó  parte de su juventud, dotándolo de un costurero, un salón de usos múltiples, la cancha de futbol con graderío para 200 personas y sus vestidores y construyendo una iglesia con campanario y salones, además de una gran explanada para que  los matachines practicaran sus danzas; construyó en el CEBATIS de La Concha una techumbre de grandes dimensiones, un salón de cómputo y biblioteca, y canchas de usos múltiples, por lo que ahora la escuela lleva su nombre; en la parte más oriental de Torreón construye una escuela primaria con 6 salones perfectamente equipados, incluso refrigeración, cancha de usos múltiples y techumbre, baños y edificio de la dirección; apoyó sin reservas todo aquello que veía que era necesario y justo para que comunidades tuvieran mejores oportunidades de vida y desarrollo. Puedo expresar que si existieran muchos empresarios como Ramón Iriarte, nuestra comarca sería mejor, estaría mucho mejor. Sin duda, su generosidad se extendió hacia otras muchas causas que no son conocidas.

Cierro esta memoria de Ramón Iriarte Maisterrena afirmando que fui afortunado de contar con su amistad y su afecto; dedico especialmente este espacio en PLAYERS a su querida esposa Josie, a sus entrañables hijas Lorena, Marisela, Josie y Ramón en el cielo, y a los compañeros de su equipo de trabajo. Siempre me hizo sentir de casa. ¡Gracias, Ramón!

Fuentes:
Nuestra Gente – Julio César Félix
– Anotaciones del autor

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