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marzo 28, 2024

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Ana Fuentes

Y su genuina introspección a través de la pintura

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Sus obras han vestido galerías en varios países, pero sus pinturas han ido más allá de las fronteras geográficas, transportando al espectador a los lugares más recónditos del alma de Ana.

Con 61 años de edad, esta talentosa pintora de raíces laguneras, ha inspirado a más de uno con una técnica que ha evolucionado a lo largo del tiempo, sin dejar de transmitir su verdadera identidad.

La pintura de Ana nos muestra su deconstrucción en cada pincelada; observarla es conocerla, es adentrarnos en un mundo mágico donde absolutamente todo es posible, donde puedes volver a sorprenderte por todo lo que te rodea y conectarte con la más profunda de tus emociones.

Entrar al taller de Ana Fuentes es trasladarte a un escenario de colores y formas impresionantes.

Cada libro, pintura y objeto proyectan un pedacito de la inherencia de esta pintora.

En el fondo, con una desbordante energía, la encuentras a ella, trabajando en su próximo proyecto, transmitiendo en cada paso y movimiento su pasión por este arte.

“Yo iba a ser doctora”, admite al principio de la charla, empezando de manera inmediata a narrar su historia.

“Me dieron la beca Fullbright en Estados Unidos, y durante dos años estudié medicina, pero todas mis clases de optativa estaban enfocadas en las artes. Una tarde, a la mitad de una práctica en la morgue, decidí de golpe dejar de estudiar eso y dedicarme a lo que realmente me apasiona: arte y literatura”.

A partir de ahí, Ana comienza su camino en esta maravillosa disciplina, enfocándose principalmente en la escritura y el teatro.

Al finalizar sus estudios, a sus 22 años, regresa a Torreón, donde tuvo un choque cultural muy fuerte y donde tuvo que adaptarse a un ambiente completamente diferente.

Conoció a quien fue el padre de sus hijos e inició una etapa que ella definió como “felicidad absoluta”, compartiendo tiempo con su familia.

Nunca descuidó la pintura y ésta se convirtió en la forma en la que canalizaba sus emociones, iniciándose en los formatos de cuadros grandes, los cuales, confiesa, nunca buscó comercializar.

“Yo pintaba para mí, pero en una ocasión fue una amiga a mi casa y al ver mis cuadros se sorprendió. Llevó dos a una galería en donde los vendió, y yo no podía creer que me dieran dinero por algo tan íntimo, tan mío, algo que nunca hice con intenciones decorativas, sino solo para canalizar mis emociones”.

CADA COLECCIÓN, UN MOMENTO DE SU VIDA

Las creaciones de Ana exploran temas que van desde la infancia, la familia, el dolor y la felicidad, hasta la reinterpretación de la realidad y la redefinición de conceptos.

En cada muestra ha proyectado algún momento específico de su vida, pero sus colecciones “Exquisito dolor”, “Asuntos de Familia”, “Iluminatas” y “Too Much Happiness”, guardan entre sus colores un común denominador: están protagonizadas por niñas.

No siempre fue de este modo. Ana nos cuenta que al inicio de su carrera se enfocaba en formas y abstractos, pero con el tiempo y debido a la pérdida de su papá, vivió un cambio en sus proyecciones.

“La vida de mi padre fue muy complicada, durante su infancia convivió poco con otros niños porque recibía educación privada. Su única compañía era su hermana, Cotita. Al tiempo, su hermana muere de una rara enfermedad y la reacción de mis abuelos es ocultarle esta muerte a mi padre. En mi casa fue un tema “tabú”, algo de lo que no se hablaba, pero cuando mi padre muere, mi abuela mandó fotos donde pude conocer a Cotita, conocer su historia”.

El rostro de quien fuera su tía impactó tanto en Ana que comenzó a pintarla, fue la forma que encontró de entender a su padre y de sentir una conexión más profunda con su familia y sus orígenes.

Durante 15 años, Cotita fue la protagonista de sus cuadros, transformándose en el personaje que caracteriza el trabajo de Ana.

Con el tiempo, el rostro fue sustituido por el de otras niñas, o complementado con fotografías de gente real, pero manteniendo una constante: reflejar la infancia.

Además de los momentos en su vida, las pinturas de Ana también están altamente influenciadas por los lugares en los que ha vivido, pues se ha establecido en Ciudad de México, Cabo, Puerto Vallarta, Austin y Greenville, Carolina del Norte.

Tras vivir en Bosque de Niebla, Veracruz, es cuando decide lanzar la última de sus colecciones, “Jardín Secreto”, donde inundó de naturaleza y amor sus cuadros, representando flores, hojas.

LA REINVENCIÓN DE SU ESTILO Y LOS NUEVOS PROYECTOS

Actualmente, Ana se encuentra explorando este nuevo lenguaje, jugando con las figuras y las formas sin definirse y transmitiendo un toque de misterio donde los cuadros se vayan construyendo solos.

“Quiero experimentar y dejar que las cosas sucedan, que los cuadros me den soluciones, hacerle caso a mi intuición y ya”.

Entre sus planes en Torreón destaca el lanzamiento de un nuevo proyecto donde pueda dar a conocer su obra, a través de la técnica gráfica Giclée, un tipo de impresión a chorro que permitirá a más personas tener acceso a sus creaciones a un costo menor.

“No es una copia, es parecido a una litografía por la impresión de chorro. Está regulada por una computadora y podemos hacer reproducciones increíbles y de color perfectas”.

Estos originales seriados ya se empezaron a comercializar a través de la galería virtual www.artz.mx donde podrás adquirir todas las colecciones.

“La infancia es el mundo más mágico que existe, a mí me encantaría volver a creer en lo que creía y volver a sentir todas las posibilidades como reales. Los niños guardan un asombro ante la vida que rara vez se ve en los adultos. Ellos todo creen, nosotros todo ponemos en duda. En fin, son muchos motivos detrás de protagonizar mis pinturas con niños”.

Ana Fuentes

Pintora

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