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abril 19, 2024

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Sara Arámburo, impulsora de la moda y las artes gráficas

Sara Arámburo ha trabajado con marcas como Roberto Verino, Fuller y Moonshine Pigments, por mencionar algunas, donde tuvo la libertad creativa para plasmar sus ideas

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Ilustradora, apasionada de la moda, codirectora de Casa Teodora y amante de los gatos, Sara Arámburo llega al 2022 con la intención de potencializar sus proyectos y seguir transformado la cultura textil y gráfica en la ciudad. 

Con más de 10 años con la marca Sara Miau y siete en Casa Teodora, llega el momento de reinventarse y apostar por sus gustos antes que para complacer a una clientela masiva. 

“Ahorita tengo un interés particular por la moda por la moda ‘Lolita’, porque durante mi adolescencia no podía pagar esos productos y hoy no sólo puedo comprarlos, sino que quiero que Sara Miau se enfoque aún más y producir accesorios, aunque sean muy de nicho”, señala Sara. 

Explica que si bien no puede competir con la “fast fashion”, sí puede apelar a ofrecer productos cuidados y pensados para un público más selecto, que busca calidad y no cantidad.  

“Sara Miau se dirige a ese camino, enfocándose en un público adecuado: es dónde quiero llevar la marca. Como ilustradora sí me interesa seguir trabajando con diversas marcas en activaciones y en proyectos conjuntos”.

La diseñadora ha trabajado con Roberto Verino, Fuller y Moonshine Pigments, por mencionar algunas, donde tuvo la libertad creativa para plasmar sus ideas sin perder el enfoque de cada marca.

Sara Arámburo y Casa Teodora

Como un homenaje a su abuela y para darle un espacio a las artes gráficas en la ciudad, Sara Arámburo, de la mano de Olga Riebeling, transformó una casona en el centro cultural que hoy congrega a creadores en Casa Teodora. Su apuesta por la gráfica la llevó no sólo a generar el espacio de convivencia y aprendizaje, sino a potencializar su trabajo como ilustradora. 

Ubicada en la tradicional colonia Americana, en Justo Sierra 1828, el espacio revolucionó el concepto de lo gráfico y lo textil, ya que dentro de ella se han impartido talleres de costura y ha sido residencia de artistas de todo tipo, desde escritores, gestores culturales hasta de un dispensario poético. 

 

“Al inicio surgió por la necesidad de tener un espacio para trabajar. En ese tiempo Olga y yo no teníamos un lugar de trabajo y se dio la oportunidad de la casa, que estaba libre. Y se convirtió en algo no solamente para nosotras y nuestras oficinas talleres. Tomamos el concepto de mi abuela y nuestro gusto por las manualidades y los oficios”, señala Sara

Una nueva ventana para el arte

Dentro de Casa Teodora se abre un nuevo espacio para exposiciones. Bajo el nombre de Sala Matilde, aquí se podrá experimentar y comprar y vender arte. En su primera muestra, llamada “Diálogos textiles”, se reunió la obra de 11 artistas mexicanos que mostraron “materiales, técnicas y emociones que visibilizan aquello que en su base quedaba oculto pero que al mirar dos veces, se descubre”.

“Con Matilde queremos seguir generando posiciones y cosas que puedan ser interesantes dentro de la casa. Que el público vea que los contenidos después de la pandemia ya no sólo digitales, sino que redescubran el espacio físico con una personalidad ya definida”.

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