Siempre ha existido un gran interés en la relación entre el bienestar de los empleados y la productividad en calidad. La administración de la Teoría Y, sugiere que las personas más felices son más productivas. Entre los indicadores se cuenta la satisfacción en el trabajo, calidad de vida laboral, satisfacción con la vida, afecto positivo y negativo. Estas son uno de los pilares conducentes a la felicidad y productividad.
La emoción hace referencia a la cualidad subjetiva o sensación subyacente a una determinada experiencia; se relaciona con sentimientos, afecto y estado de ánimo. Para ello, experimentar emociones positivas son características de la felicidad, siendo el resultado de una evaluación favorable respecto al logro de objetivos, a diferencia de las emociones negativas, las cuales se caracterizan por reducir el repertorio de pensamientos y acciones de los individuos.
Las emociones positivas no solo hacen sentir bien a las personas en el presente, sino que también aumentan las probabilidades de que se sientan bien en el futuro. Eso inevitablemente influirá con efectos beneficiosos en lo personal, grupal y organizacional. Las personas que lo experimentan se vuelven más útiles que los demás, sin embargo, ser útil no solo produce dichas emociones, sino que desencadena espirales ascendentes que transforman las comunidades en organizaciones sociales más cohesivas, morales y armoniosas.
Como ejemplo; un aumento salarial podría aumentar la satisfacción con el trabajo, pero si no es acompañado de un afecto positivo, el impacto sobre la productividad puede ser mínimo. Se recomienda que los esfuerzos de un programa de bienestar en una empresa se dirijan a aumentar la experiencia de las emociones positivas, centradas en las experiencias y expectativas del propio trabajador, siempre en el marco de su contexto y favoreciendo el afecto positivo como el mejor predictor de la felicidad y a la vez el más fuerte de la productividad.
