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marzo 29, 2024

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Regalar tu rostro; la viral FaceApp

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Por: José Manuel Corona
Doctor en Educación por la Universidad de Guadalajara y docente del Tec de Monterrey Campus Guadalajara

Vivimos en una época en donde la virtualidad de las redes sociales acelera y transforma la manera en que representamos la realidad. Ya sea porque nos permite ver más allá de nuestro círculo cercano o porque invita a imaginarnos múltiples escenarios futuros.

La entretenida (y aparentemente inocente) aplicación FaceApp se convirtió en apenas unas horas en una de las aplicaciones más usadas de lo que va del año. Este fenómeno se podría atribuir y equiparar simplemente a la viralidad de los #Challenge que la sustentan, o a la efectiva inteligencia artificial que modifica, a través de filtros, los rasgos faciales de aquellos que caen en sus garras.

Pero esto va mucho más allá, la relevancia de aplicaciones como esta, no recae solamente en su tecnología, ni en la configuración viral de las redes que permite la propagación, y mucho menos en lo entretenido o divertido que pueda resultar ver una versión de sí mismo siendo viejo. La verdadera razón por la que FaceApp ha cautivado a millones en el mundo, es porque se vale del desinterés generalizado sobre la privacidad y la protección de datos personales.

La gente olvida que el rostro es un dato, y como tal (por muy obvio que suene), le pertenece sólo a su dueño. Esto ha quedado de manifiesto, entre otras organizaciones, por la UNESCO que ha creado incluso una red de Cátedras internacionales dedicadas sólo a la Privacidad, y que se encargan fundamentalmente de investigar, pero sobre todo de difundir la importancia de la privacidad y la protección de los datos en el mundo.

Después de volverse viral en 2017, y lograr más de 80 millones de usuarios activos, nuevamente ha irrumpido en el escenario digital para poblar la web de rostros arrugados y canosos. Pero más allá de esto, se han despertado numerosas dudas por el tipo de datos que recolecta de sus usuarios y el tratamiento que les da.

Independientemente que las personas decidan plenamente informadas lo que implica ceder los datos de su rostro, es un hecho que hace falta mucho avance en materia de alfabetización mediática y digital para que los usuarios reconozcan la importancia de estar al tanto de cómo se tratan sus datos y cómo se podrían vender o usar por empresas o incluso gobiernos. Basta recordar el escándalo de Cambridge Analytica y los efectos que la Big Data pueden tener para la política, la economía y la sociedad en su conjunto, para tomarse más en serio a quién y cómo estamos otorgando acceso a nuestros datos y vida privada.

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